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La universidad europea, sobresaltada por el Brexit

Martes, 5 de julio de 2016
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La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea puede tener efectos inesperados en la enseñanza superior y en la cooperación europea tanto en Educación como en investigación. Con su salida de la Unión Europea, pueden resentirse de forma notable la financiación de programas europeos, los programas de movilidad y la colaboración científica y educativa. No obstante, los más optimistas confían en la fortaleza de la institución y aseguran que la Europa de las universidades nunca se romperá.

El Brexit –esa abreviatura surgida de las palabras Britain (Gran Bretaña) y exit (salida)– ha comenzado a tener un gran protagonismo en el debate universitario internacional y la próxima reunión de la Asociación Europea para la Educación Internacional (EAIE), cuya celebración está prevista entre el 13 y el16 de septiembre, precisamente, en la ciudad inglesa de Liverpool, girará en gran parte en torno al resultado del referéndum. La campaña ya fue testigo de una profunda preocupación ante el eventual apoyo a la salida ahora confirmado en las urnas.

Vicerrectores de 100 universidades del Reino Unido alertaron en vísperas de las votaciones contra los «riesgos» que entrañaría el Brexit en la Educación, «limitando oportunidades» para los británicos y «socavando» la posición del país como líder en ciencia e innovación.

En una carta abierta publicada en el periódico The Independent, los mencionados vicerrectores admitieron estar «gravemente preocupados» por el eventual –después confirmado– triunfo del voto a favor de la salida de la Unión Europea. Los académicos indicaban que cada año las universidades del Reino Unido generan más de 73.000 millones de libras (94.876 millones de euros) para la economía británica, de las cuales 3.700 millones de libras (4.800 millones de euros) proceden de los estudiantes llegados de países del bloque comunitario.

Para los altos responsables de las instituciones, «la permanencia británica en la UE respalda a las universidades británicas para atraer a las mentes más brillantes y mejores de toda Europa, lo que refuerza la investigación universitaria y la enseñanza y contribuye al crecimiento económico». Los vicerrectores advertían de que salir voluntariamente del mayor bloque económico del mundo «socavaría» la posición del Reino Unido como líder global en ciencia e innovación, «empobrecería» los campus y «limitaría» las oportunidades para los británicos. Y expresaban su temor ante el abandono de la UE, ya que a que «crearía un entorno difícil para la inversión a largo plazo en Educación Superior e investigación», necesaria para que el Reino Unido mantenga su posición como economía competitiva.

Las advertencias y los temores de las universidades británicas han comenzado a ser reales en toda Europa y en la comunidad científico universitaria mundial y, pese a los mensajes de que la aplicación del Brexit no es inmediata o de las deseos casi imposibles de realizar de que no tenga efecto la inquietud se ha instalado en los campus y en los centros de investigación.

Entre las manifestaciones tranquilizados de quienes apelan a la ya casi secular defensa de los valores universitarios realizada por el Reino Unido destaca la de la Unión Europea de Universidades (EUA), uno de cuyos miembros es el Reino Unido (UUK).

La EUA ha intentado transmitir un mensaje de serenidad asegurando que, con independencia del resultado del referéndum, las universidades británicas son y siguen siendo una parte esencial de la familia europea de universidades, que trasciende las fronteras de la propia Unión Europea. Para la EUA, las universidades del Reino Unido «son parte de la familia europea» y su fortaleza ayudará a superar una crisis cuyas dimensiones todavía se desconocen. Esta organización entiende que la Europa de las universidades no se romperá y por ello se muestra decidida a trabajar como hasta ahora lo ha hecho con y para las universidades británicas.

En este contexto apoya la esperanza de mantener la unidad y cooperación el hecho de que la familia universitaria europea se articula en torno al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) del que forman parte tanto instituciones cuyos países integran la UE como las que pertenecen a estados no integrados en la Unión.

La presidenta de la UUK, Dame Julia Goodfellow, apela a las singulares características de las universidades británicas y parece confiar en que el tiempo permitirá hacer las cosas más fáciles. «Dejar las UE –asegura– planteará retos importantes para las universidades. Aunque este no es el resultado que deseábamos, respetamos la decisión del electorado del Reino Unido. Debemos recordar que salir de la UE no va a ser de la noche a la mañana; habrá un proceso de salida gradual con importantes oportunidades de conseguir compromisos e influir en la política futura». Y esta circunstancia le sirve para apostar por el descubrimiento de nuevas vías de colaboración. «A lo largo del período de transición nuestra atención se centrará en asegurar el apoyo que permita que nuestras universidades sigan siendo globales en su perspectiva, trabajando en red a nivel internacional y ofreciéndose como un destino atractivo para las personas con talento de toda Europa. Estas características son fundamentales para garantizar que las universidades británicas sigan siendo las mejores del mundo».

Entre los miembros de la comunidad universitaria más inquietos ante el Brexit se encuentran los alumnos que participan o quieren participar en el Programa Erasmus, la popular y prestigiosa iniciativa de movilidad en la que España es líder.

Los responsables del programa aseguran que los estudiantes españoles no se verán afectados a corto plazo por el Brexit porque siguen vigentes los acuerdos, aunque más adelante dependerá de las negociaciones con Reino Unido.

También hay que tener en cuenta –ha continuado– que muchos acuerdos no los firman los Estados sino las propias universidades.

Es decir que los universitarios que actualmente están disfrutando de la beca Erasmus en Reino Unido, podrán terminar sus estudios con toda normalidad, de la misma manera que los británicos matriculados en instituciones españolas.

En fin. Entramos en un nuevo periodo de turbulencias para la universidad europea aunque la buena disposición de quienes dirigen sus pasos, ante el decisivo papel que juega en la sociedad y los retos que le plantea el siglo XXI deje todo en un temporal y en buenas enseñanzas y experiencias para trabajar mejor y sin rupturas.

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