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Tiempo de líneas verdes

José Mª de Moya
Director de Magisterio
2 de noviembre de 2016
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De las diferentes definiciones de política me quedo con la clásica de Cánovas del Castillo que la definía como “el arte de aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible”. Por tanto, ideal y circunstancias. El orden en el que uno, inconscientemente, coloque estos dos sumandos nos retrata. Así sin pensar: ¿Ideal y circunstancias o circunstancias e ideal? Otro modo de conocernos es ponernos nota en una escala donde 0 sería tanto como someternos al imperio de las circunstancias y 10 guiarnos exclusivamente por el ideal. El 0 sería ese cínico que no cree ni en la electricidad y que solo mira el CIS; y el 10 ese iluminado ajeno a la realidad. Para ambos perfiles hay otros oficios interesantes pero no deberían dedicarse a la política por su salud y, sobre todo, por la salud de los gobernados. A los políticos y a los partidos se les puede situar, sin demasiado esfuerzo y con algo de perspicacia, en esa escala.

El momento es propicio para hacer esa buena política a la que nos invita Cánovas del Castillo. Cínicos e iluminados no tendrán mucho que hacer. Cínicos tampoco porque solo desde la convicción se puede negociar con credibilidad y con autoridad. “Cuando un hombre sabe a donde va, el mundo entero se aparta para darle paso”, escribía Bertrand Russell. Solo desde los ideales serás respetado por tus adversarios.

Creo que el tiempo de las líneas rojas está más que agotado. Argumentar marcando terreno, admitámoslo, es o no querer argumentar o no tener argumentos. Recuerda al “no es no” de Sánchez que no pasará a la historia como discurso muy elaborado (sic). “No es no” es lo que le digo yo a mi hijo pequeño –8 años– para que se vaya a la cama sin rechistar. Con la mayor –adolescente– ya no me sirve y me lo tengo que trabajar más. Por tanto, líneas rojas y similares son buenos ejemplos de mala política, la que se pueden permitir los que no necesitan hacer política.

La ventaja es que las posiciones en materia educativa de todos los partidos, con excepción de Podemos, son realmente próximas. Cierto que todos tendrán que ceder algo, pero no sería sobre aspectos críticos de su programa. En este nuevo tiempo, resultarán sospechosos los sembradores de discordia en base a cuestiones de poca monta. Por el contrario, la sociedad española agradecerá y premiará en las urnas a aquellos que tracen líneas verdes y descubran espacios de encuentro sobre lo importante.

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