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Repartir recursos o repartir alumnos

José Mª de Moya
Director de Magisterio
20 de junio de 2017
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La apuesta por el ideal de una escuela más inclusiva está sirviendo de Caballo de Troya para inocular en la opinión pública algunos elementos ideológicos más discutibles. Es compartido por todos el anhelo de inclusión en el sistema educativo de aquellos grupos de alumnos con especiales dificultades que van desde el origen socioeconómico hasta las dificultades del aprendizaje, trastornos de la conducta, etc.

Hasta aquí lo que es compartido por todos. Sin embargo, es el cómo hacerlo lo que desde hace décadas suscita un interesante debate más político e ideológico que científico. La pregunta podría ser: ¿Qué conviene hacer en pro de la equidad, repartir mejor los recursos o repartir mejor a los alumnos? Mucho se ha escrito sobre esto desde que en 1966 se publicara el Informe Coleman sobre la equidad y la igualdad de oportunidades en la Educación. Un trabajo de campo sobre una muestra de 4.000 escuelas y 600.000 estudiantes que duró casi un año y que culminó con un volumen de más de 700 páginas. Para quienes les interese el tema y solo tengan tiempo de leer ocho folios recomiendo vivamente el paper de Mariano Fernández Enguita El Informe Coleman: Una lección de sociología y de política.

El citado informe y sus posteriores consecuencias en su aplicación nos dieron un par de sorpresas. Primera: “Las de­sigualdades de resultados eran mucho más amplias entre los alumnos de un mismo centro (por tanto, con los mismos recursos escolares a su alcance) que entre distintos centros”, explica Enguita. Segunda: “El traslado de alumnos negros a escuelas situadas fuera de sus barrios [conocido como busing], para convertirlas en interraciales, estaba provocando, intensificando o acelerando la huida de familias blancas a zonas racialmente más homogéneas, es decir, sin negros (…). Incluso, los resultados positivos del pequeño grupo de alumnos negros podrían ser sesgados o poco representativos”, concluye Enguita.

En definitiva, la evidencia empírica demuestra que el reparto de alumnos, como si de una mercancía se tratara, no produce los efectos deseados en términos de equidad. Más bien habrá que repartir los recursos de un modo más justo y equitativo.

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