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Principal causa de estrés docente: las familias

José Mª de Moya
Director de Magisterio
12 de septiembre de 2017
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Esta semana se han publicado los resultados del I Barómetro Laboral del Profesorado, elaborador por MAGISTERIO y el portal de empleo docente Colejobs. El dato que más ha llamado la atención a la opinión pública se refiere a que el 90,5% del profesorado piensa que la docencia se ha convertido en un trabajo altamente estresante, en un deporte de riesgo que solo estás dispuesto a practicar si tienes vocación. Por cierto, el Barómetro también recoge las motivaciones que llevan a los profesores a dedicarse a la docencia, entre las que destaca la vocación con un abrumador 94%, más allá del horario, las vacaciones, etc. Bien es cierto que las motivaciones nunca vienen solas y que todo suma.

La realidad es que, a pesar de la vocación, ejercer de maestro se ha convertido para demasiados docentes en una tarea estresante. Muchos pensábamos que sería el manejo del aula y la difícil relación con los alumnos la principal causa de ese estrés. Sin embargo, el Barómetro no deja lugar a dudas de que es la relación con las madres y los padres de los alumnos lo que atormenta a más profesores (8 de cada 10), por encima de otras causas de estrés como la relación con los alumnos, con el equipo directivo, con los compañeros de Claustro o la adaptación a las nuevas metodologías de aprendizaje.

No es fácil saber qué nos está pasando a los padres y madres de familia para que empecemos a resultar bastante insoportables. Síntomas no faltan y se detectan tanto en ellos como en ellas, cada uno a su modo. Papá oso empleará los puños para defender a su prole. Basta recordar el espectáculo que nos han ofrecido esta semana unos cuantos padres a bofetada limpia a cuenta del partido de fútbol que estaba jugando su retoño. Por su parte, mamá oso preferirá el ataque psicológico y su afilada lengua. Aquí toca hablar de esos edificantes grupos de WhatsApp en los que no se deja títere con cabeza y que sirven de ajuste de cuentas por el injusto trato que sufren las pobres criaturas… (sic).

Mucho se ha escrito sobre la sobreprotección que puede estar en la raíz de todo esto. Algo así como si necesitáramos compensar con acciones extraordinarias y desmesuradas el desamparo en el que dejamos a nuestros hijos en lo ordinario. Algo así como: “No puedo hacerte ni caso de lunes a viernes pero el sábado me partiré la cara por ti en el campo”.

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