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Repetir curso

Jueves, 7 de septiembre de 2017
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Preguntarse si es útil repetir curso en la Educación obligatoria, incluso la coherencia de hacer exámenes extraordinarios de recuperación, es inevitable. Y es posible que esta sea una de las claves de la mejora de nuestro sistema educativo.

¿Se debe progresar de curso, en nuestro modelo de escuela graduada, sin albergar los conocimientos necesarios que son requeridos en cada uno de los años académicos que componen la formación obligatoria?

¿De no cumplir con los mínimos requeridos no debería ser una obligación ordinaria de cualquier alumno intentar superar las dificultades, aunque sea en reiterados intentos posteriores?

¿Conoce un adolescente de 15 años el efecto que puede tener en su futuro repetir un curso de la ESO? ¿Puede conocer él cómo le va a condicionar esa decisión en sus futuros estudios y tiene edad suficiente para tomar la mejor decisión? ¿Qué consejo y de quién debería recibirlo? ¿Realmente se acordará cuando tenga 30 años de que repitió curso?

Lo más probable es que sus padres se debatan entre el deseo de que siga el ritmo de sus compañeros de promoción natural y el temor a que siga avanzando en un camino escolar que presenta rasgos de inseguridad. Otros sistemas educativos europeos han conseguido prácticamente erradicar la repetición de curso de su panorama educativo obligatorio, si ellos han conseguido dar una solución… ¿qué nos ocurre a nosotros?

Sabemos por los estudios especializados que la repetición como herramienta pedagógica de mejora es poco útil, hay un consenso entre los investigadores en que el grueso de los alumnos repetidores no consigue el éxito escolar postobligatorio que obtienen en general los alumnos idóneos.

A los 15 años uno tiene “derecho” a equivocarse en el tema de los estudios pero sobre todo tiene la obligación de intentar rectificar y superar las dificultades; pero el sistema educativo debe compartir esa obligación. Y la escuela no provee eficazmente de esos mecanismos de reenganche, que deberían ser estructurales y permanentes, y además tendrían que ser aplicados en el primer síntoma de pérdida de ritmo escolar conveniente.

Mejorar la idoneidad del alumnado debe posicionarse como uno de las prioridades del sistema educativo. Por tanto uno de los ejes imprescindibles futuros debería ser las acciones de ayuda previas al fracaso escolar.

En la lectura de los proyectos educativos de los colegios que han conseguido transformar en éxito el predestinado fracaso de alumnos de entornos socialmente desfavorecidos podemos encontrar ejemplos de buenas prácticas. Están siempre trufados, en otros, de un vínculo estructural con los padres, de proyectar la importancia de la presencia del colegio en el entorno social que lo rodea y que a su vez la escuela también pueda verse beneficiada de las fortalezas materiales y personales de ese entorno.

Estos colegios disponen de más tiempo para fortalecer a los alumnos en la explicación de los conocimientos por adquirir, y también para ayudarles a la ejecución correcta de los deberes escolares. Así como de conseguir un refuerzo de la autoestima de los chicos con la creación de expectativas nuevas sobre su futuro.

También intentan la búsqueda de una aplicación práctica al conocimiento adquirido, vinculándolo a proyectos concretos y así lograr que la capacidad que concede lo abstracto dote a su vez al alumno de una destreza evidente.

En España uno de cada tres alumnos de régimen obligatorio ha repetido al menos una vez en su vida académica en Primaria o Secundaria Obligatoria, repartiendo ese 30% en un poco más del 10 por ciento en Primaria y un 20 por ciento en Secundaria. La promoción de alumnos que en España en septiembre del 2010-11 comenzó ESO fueron 412.672 y los que acabaron ESO en el curso 2013-14 se contabilizaron en 327.916 alumnos. Incluso en ese cuarto curso se agrupan además de los alumnos que han ido cursando idóneamente, aquellos que se han incorporado a esa promoción con algún año de retraso.

Aun así en este ejemplo real, faltan 84.756 alumnos que podrán estar en cursos inferiores repitiendo o habrán abandonado comenzando un tortuoso camino hacia la marginación en algunos casos, o en un momento posterior y felizmente para ellos a la Educación de adultos. También la Formación Profesional para el empleo, tan poco reconocida en su labor educativa, consigue reconvertir a muchos alumnos que han fracasado en una línea paralela de éxito y con un modelo de formación certificado insertarles de manera eficaz en el mercado laboral.

Volviendo a nuestro alumno inicial, es posible que se encuentre ante la difícil decisión de si tener que repetir curso, por un lado queriendo evitar así un deterioro en las relaciones personales con sus compañeros de clase de varios años, pero con la evidencia de afrontar un curso superior sin los conocimientos previos necesarios y con la profecía de un fracaso que se evidenciara más tarde. Frente a esta alternativa, también podría pensar repetir y a lo mejor conseguir madurar corrigiendo hábitos inadecuados de estudio; pero con un alto riesgo de que si nada es diferente a lo que fue, todo vuelva a suceder y se repita un nuevo fracaso idéntico del anterior.

España ocupa el tercer puesto en mayor porcentaje de alumnos repetidores dentro de los países de la Unión Europea y únicamente el 13% de los alumnos de 15 años de los países de la OCDE repiten, al menos, un curso. Los países que presentan un porcentaje mayor de alumnos repetidores incluso suelen ser los que peores resultados muestran en las pruebas internacionales de conocimiento que tanto preocupan.

La OCDE dice literalmente: «La repetición de curso desempeña un papel relevante en la determinación de los factores responsables del modesto rendimiento del alumnado en España. El resultado promedio de los alumnos españoles que no han repetido ningún curso (519 puntos) es superior al de los países de la OCDE (506) y de la UE (502). Una parte importante de los estudiantes españoles que han repetido curso aprueban el examen PISA 2012. El 23% de los que han repetido un curso logran buenos niveles de rendimiento en PISA. Otro 34% de repetidores se sitúan en un nivel aceptable de rendimiento». Hay que añadirle que en el 43% de los repetidores su rendimiento es bajo y por tanto no le ha sido útil esa acción pedagógica.

Los alumnos repetidores consumen más tiempo personal y escolar en la posible obtención de resultados académicos satisfactorios, y están en alto riesgo de no alcanzarlos. Evitar la repetición es un objetivo irrenunciable, pero impedir que los alumnos sin los conocimientos suficientes promocionen de curso es una necesidad imperiosa a resolver.

La repetición es un problema estructural de la Educación en España, no se trata solamente de una decisión que afecte de forma individual a alumnos y padres. En España, donde casi la mitad de los alumnos repite algún curso, la causa no puede ser solo la falta de esfuerzo del alumno, sino que en la propia estructura de nuestro modelo educativo se encuentran algunas de las causas más evidentes.

La repetición supone un sobrecoste económico añadido al sistema educativo. Si el presupuesto anual medio para Primaria y Secundaria puede rondar los 30.000 millones de euros y en España han repetido cíclicamente alguna vez en su escolaridad obligatoria más de dos millones de alumnos, la repetición podría estimarse en unos 1.200 millones de euros anuales.

A mayores la OCDE destaca una diferencia de rendimiento muy importante entre los alumnos repetidores de las diferentes comunidades autónomas, con una correlación a favor entre las que tienen los criterios de promoción más exigentes.

Si tomamos como ejemplo real de algún año pasado en una provincia española cualquiera con los siguientes resultados: 74% de graduados con 15 años, 82% de graduados matriculados en 4º curso y 84% de graduados evaluados en la 3ª evaluación, podemos concluir que, en primer lugar, esta provincia mantiene un adecuado nivel de eficiencia con los alumnos que llegan hasta final de curso, obteniendo un fracaso escolar del 16%. En segundo lugar, pierde un 2% de graduados debido a los alumnos que durante el curso abandonan, siendo generalmente los que durante el curso escolar cumplen 16 años. Y, en tercer lugar, tiene un nivel de ineficacia alta debido a que el 26% de los alumnos no están en el curso que les corresponde por edad.

En definitiva, estos efectos de la repetición de curso en España además de un síntoma de ineficacia reiterada, lamentablemente minora y condiciona significativamente otras virtudes evidentes de nuestro sistema educativo.

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