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Lecciones deseducativas del 1-O

José Mª de Moya
Director de Magisterio
3 de octubre de 2017
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De la misma forma que el dependiente de una zapatería solo se fija en los zapatos de la gente o los arquitectos en el diseño de los edificios, me pasa que solo me fijo en el impacto educativo que tienen los acontecimientos. Es una maldición como otra cualquiera que te añade un punto de tensión sobre la habitual. Por eso, más allá de los dramáticos acontecimientos del pasado fin de semana no he podido evitar fijarme y reflexionar sobre su impacto educativo, sobre cómo todo esto puede estar afectando a la formación de nuestros hijos y alumnos. Cada adulto tendrá su opinión sobre lo ocurrido, pero ¿qué mensaje estamos trasladando a quienes están a medio hacer? ¿A quienes aún tienen que formase un criterio sobre la vida, sobre las relaciones con los demás, con la autoridad, sobre sus derechos y obligaciones, etc?

Por esa maldición de observar la realidad en clave educativa, la imagen que más me impacto fue aquella en la que un niño o niña (no recuerdo) sobre los hombros de su padre gritaba con fuerza a unos agentes de la policía nacional: “Fuera, fuera…”. Sumaba su ira a la de docenas de adultos que gritaban e insultaban a los agentes que trataban de acceder a uno de los colegios o impedir el acceso, no lo sé. Digo que me impactó más que las cargas policiales, las barricadas, los enfrentamientos entre policía nacional y guardia civil con los mossos, etc. Al fin y al cabo son adultos y allá cada cual.

Creo que hemos impartido una pésima lección de ciudadanía. Hemos trasladado a nuestros jóvenes la idea de que la voluntad del pueblo puede estar por encima de la ley, por encima de la legítima autoridad… Hemos confundido democracia con democratismo. Pero lo que es más grave hemos introducido esa confusión en la mente de nuestros jóvenes y más pronto que tarde se volverá contra nosotros. ¿Qué responderemos entonces cuando un nutrido grupo de alumnos quieran someter a referéndum la fecha de comienzo de las clases o el currículo escolar? ¿Qué responderemos cuando un grupo de padres y madres de alumnos reivindique su derecho a decidir el proyecto educativo del centro o el plan de convivencia? ¿Y qué responderemos cuando utilicen como único argumento el “queremos votar”? También entonces seremos tachados de antidemócratas. Al tiempo.

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