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La tragicomedia del pacto educativo

José Mª de Moya
Director de Magisterio
13 de marzo de 2018
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El guion de esta tragicomedia se ha repetido hasta en los puntos y aparte. Primer acto. El partido en el Gobierno crea una enorme expectativa sobre la trascendencia de alcanzar un pacto. Cunde el entusiasmo entre el pueblo. Segundo acto. La oposición no se cierra en banda pero se muestra exigente y pide un gesto. Tercer acto. El Gobierno renuncia a algunos de su principios en aras del consenso, por ejemplo, suprimiendo las “reválidas” de la Lomce. Cuarto acto. La oposición, sorprendida por la disposición a ceder por parte del Gobierno, trata en primera instancia de dinamitar el pacto con minucias poco creíbles (Religión, Concertada, Diferenciada…). Quinto acto. El Gobierno intenta rearmar el acuerdo con una gran propuesta de consenso: el MIR educativo. Sexto acto. Se agota el plazo y la oposición, contra las cuerdas, necesita una excusa de peso para levantarse de la mesa. Séptimo acto. La oposición abandona la Comisión argumentando falta de financiación. Octavo y último acto. Cunde el desánimo entre el pueblo por el enésimo intento frustrado de alcanzar un pacto educativo.

¿Tantas veces hemos asistido a esta tragicomedia y aún no nos sabemos el final? ¿Cuándo vamos a entender que en ese recodo del camino en el que la política educativa da paso a la política electoralista hay una mina que hará saltar todo por los aires? En tiempos de Gabilondo había consenso en las cuestiones esenciales pero Génova dijo no. Ahora también había consenso en lo esencial, el PP había cedido –ingenua pero noblemente– en cuestiones de peso… pero Sánchez ha dicho no.

Como entonces, también ahora han salido voces nobles dentro del propio partido socialista. Es el caso del consejero de Educación asturiano, que ha lamentado la ‘espantá’ de su partido porque ha puesto la política por encima de la Educación, los votos por encima de los alumnos. “Han primado razones exógenas”, ha reconocido.

Frecuentemente he lamentado la ideologización de la Educación como un lastre para alcanzar acuerdos. Ojalá fuera así porque significaría que aún creemos en algo, cada uno en lo suyo. Ahora veo que todo es más banal y que el único problema es la utilización partidista de la Educación.

Epílogo. Con quien piensa de otro modo puedo alcanzar buenos acuerdos, pero con el cínico no hay nada que acordar.

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