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Emociones al límite

Centro Psicológico Loreto Charques
Expertos en el diagnóstico y tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención (TDA-H)
22 de noviembre de 2018
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Muchas veces escucho decir a los adolescentes frases del estilo de “este/a tío/a es mazo bipolar…o incluso autoreferenciales, “creo que yo soy bipolar”, haciendo referencia a los bruscos cambios que se producen a lo largo de un mismo día o en pequeños periodos de tiempo en su estado de ánimo o en su equilibrio emocional y la forma de relacionarse con los demás.

No se están refiriendo al trastorno bipolar tal y como lo presenta el DSM-V, pero es algo que casi todo el mundo en la sociedad tiene en su cabeza como puede llegar a ser alguien con este tipo de trastorno, sin embargo mucha menos gente se hace a la idea de un trastorno que es muy poco mencionado fuera del ámbito clínico o psicológico, pero que sin embargo es mucho más frecuente de lo que el lenguaje popular contempla, me estoy refiriendo al trastorno límite de la personalidad.(TLP)

El término límite parece que indica un nivel de gravedad y no una descripción. Más que límite se podría hablar de ambivalente, inestable, impulsivo, incluso quijotesco…pero la acepción límite es la que la psiquiatría y la psicología han elegido.

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La principal característica de esta personalidad es la intensidad y la variabilidad de los estados de ánimo

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La principal característica de esta personalidad es la intensidad y la variabilidad de los estados de ánimo. Los límites tienden a experimentar largos periodos de abatimiento y desilusión, interrumpidos ocasionalmente por breves episodios de irritabilidad, actos autodestructivos y cólera impulsiva. Estos estados de ánimo son imprevisibles y parecen estar desencadenados menos por sucesos externos que por factores internos.

Desde los primeros médicos de la historia se han reconocido la coexistencia en una sola persona de emociones intensas y distintas como la euforia, la irritabilidad y la depresión.

Ya Hipócrates describía de forma muy vívida la ira impulsiva, la manía y la melancolía, señalando que estos hechizos eran oscilantes y que probablemente las personalidades estaban sujetas a ellos.

Aunque los pacientes límite presentan una gran variedad de síntomas clínicos, algunos elementos distintivos se mantienen constantes.

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Manifiesta unos niveles de energía inusitados con arranques de impulsividad inesperados y súbitos

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Manifiesta unos niveles de energía inusitados con arranques de impulsividad inesperados y súbitos. Se producen cambios repentinos y endógenos de sus impulsos y sus controles inhibitorios. Esto pone en peligro constantemente la activación y el equilibrio emocional, llegando a provocar comportamientos recurrentes de automutilación o suicidio.

Aunque necesita atención y afecto, es imprevisiblemente contrario, manipulador y voluble, suscitando con frecuencia el rechazo más que el apoyo. Reacciona de forma frenética al temor al abandono y la soledad, pero de forma iracunda y autolesiva.

Sus percepciones o pensamientos sobre lo que está ocurriendo cambian muy rápidamente, al igual que sus emociones contrarias y los pensamientos conflictivos sobre sí mismo y sobre los demás, pasando del amor a la ira y a la culpa. Provoca en los otros, reacciones vacilantes y contradictorias, debido a sus propios comportamientos, y crea a su vez un feedback social confuso y conflictivo.

Experimenta las confusiones propias de un sentido de la identidad inmaduro, nebuloso o cambiante, que suelen acompañarse de sentimientos de vacío. Busca redimir sus acciones precipitadas y cambiar sus autopresentaciones con expresiones de arrepentimiento y comportamientos autopunitivos.

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Entre los adolescentes se observa a partir de sus comportamientos inmaduros, cuando no infantiles

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Las representaciones internas que tienen han sido creadas de forma rudimentaria y extemporánea, y se componen de aprendizajes repetidamente abortados que dan lugar a recuerdos conflictivos, actitudes discordantes, necesidades contradictorias, emociones contrarias, impulsos descontrolaos y estrategias inadecuadas para resolver los conflictos.

En situaciones de estrés, la persona con TLP retrocede hacia niveles de tolerancia de la ansiedad, control de los impulsos y adaptación social, que son muy primitivos desde el punto de vista del desarrollo. Entre los adolescentes se observa a partir de sus comportamientos inmaduros, cuando no infantiles, en el momento en que son incapaces de afrontar las exigencias y los conflictos de la vida adulta.

Las estructuras internas que existen en el TLP están divididas y tienen una configuración conflictiva, en la que falta de consistencia y congruencia. Los niveles de conciencia suelen variar y provocan movimientos rápidos de un lado a otro de la frontera que separa las percepciones, los recuerdos y los afectos contrarios. Esto produce cismas periódicos en los que se tambalean el orden y la cohesión psíquicos, provocando periódicamente episodios psicóticos relacionados con el estrés.

La persona con TLP no consigue adaptar su estado de ánimo inestable a la realidad externa. Experimenta cambios acusados desde la normalidad a la depresión o la excitación, o pasa por periodos de abatimiento y apatía en los que se intercalan episodios de ira intensa e inapropiada y breves momentos de ansiedad y euforia.

Si todavía no os hacéis una idea clara de este tipo de trastorno, el maravilloso mundo audiovisual del cine nos facilita que pongamos carne y voz a esta personalidad. Hay unas cuantas películas relacionadas con personas con TLP. Os recomiendo dos en especial, con muchos matices diferentes en cada una de ellas.

Inocencia interrumpida, por la que ganó el Óscar a la mejor actriz de reparto Angelina Jolie, junto a una soberbia interpretación como protagonista de Wynona Ryder.

La española, La herida, galardonada con un Goya para una magistral Marian Álvarez, y otro para su novel y talentoso director, Fernando Franco.

Que disfrutéis de una buena salud mental y del buen cine a cerca de su ausencia.

En caso contrario, acudir a un psicólogo o desplazaros hasta un cine, aliviarán parte de vuestro malestar.

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