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Alberto Martínez: “Hay que trabajar contra los estereotipos ya en Primaria”

El vicepresidente de Recursos Humanos de Schneider Electric Iberia, Alberto Martínez Sanguino, advierte de que los estereotipos en las carreras STEM, como su dificultad o la brecha de género, empiezan a aparecer a edades tempranas.
Adrián ArcosMartes, 29 de enero de 2019
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Romper estereotipos y generar vocaciones científicas a edades tempranas. Es el objetivo de Let’s go engineering, el proyecto de Schneider Electric para promover las carreras STEM entre los alumnos de Primaria. El recién nombrado vicepresidente de Recursos Humanos de la compañía para la zona ibérica, Alberto Martínez Sanguino, nos habla sobre esa importancia de las STEM.

¿A qué se debe esa gran falta de vocaciones científicas en nuestro país?
—Hay un factor histórico de crisis económica, carencias en muchas familias y dificultades para continuar los estudios en algunos casos. Pero creo también que se debe a los estereotipos que tenemos en las carreras STEM. El primer estereotipo es la dificultad de estas carreras, ya que la gente percibe que requieren un gran esfuerzo para llegar a obtener la titulación. Sin embargo, esa dificultad, esa dedicación de tiempo y el resultado final después no aseguran un claro futuro profesional. Y luego hay otra parte, por la que no hemos sabido explicar cómo estas carreras tienen realmente un impacto y un beneficio social para las personas.

¿Realmente los jóvenes no son conscientes de los beneficios?
—Si miras las estadísticas, compruebas que las titulaciones de ciencias de la salud han crecido un 20% en los últimos años, y algunas de ellas, como Medicina, realmente requieren un esfuerzo en ocasiones mayor. Entonces sí que existen esas vocaciones para carreras que consideramos complicadas. Realmente, lo que no hemos sabido trasladar es el impacto social que tienen estas carreras. Y si hablamos de brechas de género, es mucho más sangrante en el caso de niñas o preadolescentes cuando deciden hacia dónde van a enfocar sus estudios.

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En 2020 vamos a necesitar en España dos millones de trabajadores altamente cualificados, de los cuales alrededor de 700.000 van a ser precisamente perfiles STEM

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¿Cuándo empieza a producirse esa carencia?
—Cuando empezamos a trabajar en este proyecto, incialmente realizamos una aproximación a adoslescentes, pero nos dimos cuenta de que los estereotipos se producen incluso antes. Yo soy padre de una niña de 6 años, y ya empiezo a ver que esos estereotipos empiezan a marcarse, quizá de forma inconsciente. Entonces hay que empezar a trabajar contra los estereotipos ya en Primaria.

¿Son los empleos del futuro?
—Según las estadísticas, en 2020 vamos a necesitar en España dos millones de trabajadores altamente cualificados, de los cuales alrededor de 700.000 van a ser precisamente perfiles STEM. Necesitamos esa coordinación entre administraciones, empresas y docentes para saber trasladar eso, porque, por ejemplo, China e India gradúan conjuntamente a alrededor de siete millones de ingenieros al año, eso es más que Europa y EEUU juntos. Nosotros aquí tenemos mucho trabajo por hacer para saber trasladar la importancia de estudiar esas carreras.

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Cuando trabajamos conjuntamente con escuelas, familias y nosotros como empresas, es mucho más sencillo crear esa vocación

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¿Falta orientación temprana para generar esa vocación?
—Lo estamos viendo con Let’s go engineering, ya que cuando trabajamos conjuntamente con escuelas, familias y nosotros como empresas, es mucho más sencillo crear esa vocación, porque nosotros aportamos conocimiento tecnológico que la docencia después convierte en algo divertido. Al final se trata de cambiar esa imagen de hostilidad de las Mates o la Física en algo que permite jugar y aprender, de forma que te aproximas a los niños, los motivas y así creas vocación.

¿Cómo intenta solventar Schneider esta carencia de vocaciones científicas?
—El paso más allá en el compromiso es este proyecto Let’s go engineering, en el que trabajamos conjuntamente con escuelas y familias para despertar esas vocaciones de manera divertida y aplicable, para que los niños y niñas puedan ver esa utilidad social. Es un programa curricular con una o dos sesiones al mes en las que colaboradores de Schneider, juntamente con los docentes, preparan esas sesiones para que los niños puedan jugar y experimentar con las tecnologías.

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Realmente nos faltan referentes y, cuando los niños empiezan a conocerlos, lo ven todo mucho más cercano

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¿Puede poner algún ejemplo?
—Un ejemplo es montar en clase una escape room en la que niños y niñas van superando diferentes pruebas tecnológicas y descubren qué ingeniera estaba detrás de ese invento. Conocemos los inventos, pero no sabemos quién está detrás. Y en el caso de las mujeres es aún más significativo. Realmente nos faltan esos referentes y, cuando los niños empiezan a conocerlos, lo ven todo mucho más cercano, ven la aplicabilidad que tienen en el día a día y rompen estereotipos.

¿Qué resultados se ven en los alumnos?
—Cuando hablamos con nuestros colaboradores nos cuentan que la aceptación es muy positiva. Niños y niñas se enganchan al programa desde el principio, porque les permite salir de la rutina, jugar y experimentar. Son niños de 9 a 12 años a los que empezamos a despertarles su vocación científica.

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