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La infancia que se pierde en la lucha por sobrevivir

Más de 1.500 solicitudes de asilo que se registraron en 2016 pertenecían a menores de edad, quienes buscan una salida en nuestro país.
Beatriz López IgualMartes, 22 de enero de 2019
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Diversas organizaciones luchan diariamente por dar voz a los niños refugiados. ADOBE STOCK

Se escucha continuamente en los medios de comunicación hablar de “los refugiados” que llegan a nuestro país. Pero la mayoría de las veces desconocemos su trayectoria y, mucho menos, la de los niños, que apenas son escuchados.

El incremento de las desigualdades, los conflictos y la violencia contribuyen a que los más pequeños tengan que huir de su ciudad y arriesguen su vida en busca de un lugar más seguro.

De las 7.955 solicitudes de asilo que se registraron en 2016, 1.555 pertenecían a menores de 14 años, y 235 tenían entre 14 y 17.

Barry y Alí son dos jóvenes inmigrantes que llegaron a España hace tres años, siendo menores de edad y en busca de ayuda. Por suerte, a día de hoy se puede decir que “completaron” su inclusión social, pero el camino hasta ella no fue nada fácil.

Testimonios

“Llevo tres años en España y soy solicitante de asilo desde hace uno”, asegura Barry. “Si tardé tanto en pedirlo fue porque no sabía cuáles eran los pasos a seguir y tampoco confiaba del todo”.  Estuvo en cuatro centros de menores distintos desde que llegó de Nigeria. Barry explicó que lo más difícil de este tiempo fue la trayectoria y las personas que le decepcionaron, junto con vivir en la calle. A esto hay que sumarle el principal problema que le dificultó gran parte de su integración: la edad. Según su madre tenía 18 años, pero en cada papel que llevaba consigo ponía una cosa distinta. “Los fiscales piensan que todos los papeles que traes son falsos”, apuntó el joven. 

Barry, inmigrante solicitante de asilo "

Los fiscales piensan que todos los papeles que traes son falsos

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Por otra parte, Alí llegó de Irak con su madre y sus cinco hermanos, todos ellos menores de edad.  Fue un 29 de diciembre cuando pidieron asilo, aunque su madre no pudo explicar con claridad sus circunstancias ya que el traductor era marroquí y no se entendieron bien. A los niños ni quisieron verles la cara.

Después estuvieron ocho meses en un centro de acogida (en unas condiciones bastante nefastas), en un pueblo a dos horas de Madrid. “Convivíamos con personas drogadictas, y no quería que mis hermanos vieran esas situaciones”, explicó Alí. Durante un mes los niños no fueron al colegio, luego se matricularon en el instituto, pero al no entender bien el idioma lo dejaron al poco tiempo por no sentirse a gusto. Más adelante fueron a vivir a un piso y luego a una casa donde les negaron el asilo (además de tacharles de mentirosos y asegurar que podían volver a su país cuando quisieran).

Alí y su familia estuvieron sin papeles hasta finales de noviembre del año pasado, cuando por fin los consiguieron. “Lo más duro fue el primer año y no salir apenas por miedo. Lo mejor la seguridad que sentimos y encontrar el rumbo al fin”, aseguró Alí. “Mi consejo para la gente que esté en mi situación es no vivir en el pasado, porque eso mata. Y no rendirse”.

Alí, inmigrante solicitante de asilo "

Lo más duro fue el primer año y no salir apenas por miedo. Lo mejor la seguridad que sentimos y encontrar el rumbo al fin

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Por otro lado, diversas organizaciones luchan diariamente por darle voz a los niños refugiados.

Las organizaciones

Óscar Salguero, antropólogo del Grupo de Investigación Antropológica, Diversidad y Convivencia de la Universidad Complutense de Madrid, asegura que la política inclusiva tiene que apostar por eliminar barreras y educar para la interculturalidad, sobre todo en el caso de la infancia.

Jennifer Zuppiroli, de Save the Children, afirmó que el número de menores que viajan solos se ha incrementado. Destacó también la falta de políticas adecuadas a la hora de reconocer la edad de los niños. Save the Children comenzó trabajando a través de “espacios amigables” (espacios físicos para los más pequeños que respeten el entorno que para un niño signifique seguridad). Sus objetivos principales  son recuperar la niñez que se pierde en los largos trayectos migratorios y asesorarles sobre sus derechos.

Save the Children comenzó trabajando a través de “espacios amigables” (espacios físicos para los más pequeños que respeten el entorno que para un niño signifique seguridad).

Vanesa Seguro, desde el Ayuntamiento de Rivas (Madrid), afirmó que llevan 15 años promoviendo el derecho de los niños a ser escuchados, a través de asambleas y foros en los que se analiza si la ciudad es inclusiva. Participan los propios alumnos con ayuda de educadoras. Vanesa afirma que lo ideal frente a estas situaciones es tener una actitud proactiva, buscar a los jóvenes e integrarles en la sociedad.

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