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El grito tiene graves efectos para la salud mental de los niños

Los gritos pueden generar conductas depresivas y problemas de comportamiento. Para una Educación serena, antes de perder el control es mejor retirarse a tiempo.
Ulises Tuero RodríguezMartes, 4 de junio de 2019
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© Hurca

Trabajar con grupos de niños es difícil. Si además son adolescentes aún más. En estas situaciones es común que los docentes lleguen a su límite en el intento de mantener el orden en el aula. La paciencia tiene un límite y eso significa que se es humano, pero a pesar de ello es importante aprender a controlar las emociones y no perder el control. Si no se puede evitar, mejor retirarse a tiempo. Y es que las salidas de tono parecen inofensivas hasta cierto punto, pero nunca lo son. Diferentes estudios científicos han demostrado que los gritos dañan psicológicamente a los niños y que sus efectos podrían ser comparables con el castigo físico. Algo que confirman los expertos, muchos de ellos desde hace mucho.

Los efectos de la disciplina verbal pueden ser los mismos que los de la disciplina física. Además, denota una ausencia de autoridad frente al niño.

El castigo físico hace tiempo que quedó atrás, igual que el hecho de no tener en cuenta las emociones de los niños en su Educación. Por lo general, hoy en día padres y profesores son conscientes de la importancia de educar con serenidad y desde el respeto, pero hay algo que parece difícil evitar y de lo que no se suele percibir el perjuicio que genera en los niños, los gritos. Cuando una persona llega al límite y empieza a desesperarse, si no ejercita su autocontrol, puede acabar cargando contra todos los que le rodean, a menudo  a voces. En este punto, no se tienen en cuenta los efectos que pueden tener en los más pequeños y la situación se olvida rápidamente, aunque ellos no lo hagan.

Las consecuencias de gritar

La influencia negativa de la disciplina verbal está comprobada por una serie de investigaciones científicas, como las realizadas por las universidades de Pittsburg y Michigan. En estos centros se ha realizado un estudio en el que se descubrió que “los adolescentes que habían experimentado una severa disciplina verbal sufrían de niveles elevados de síntomas depresivos y tenían más probabilidades de demostrar problemas de comportamiento como vandalismo o comportamiento antisocial y agresivo”. De hecho, según esas averiguaciones, intentar minimizar el comportamiento problemático de los adolescentes mediante gritos puede producir el efecto contrario y agravarlo.

Gritar a los niños para intentar atajar el comportamiento problemático puede generar el efecto contrario y agravar esta conducta.

Javier Urra, reconocido psicólogo y colaborador de MAGISTERIO, asegura que gritar también denota una ausencia de autoridad. “Generalmente se invita a escuchar más, sin gritar, y enseñando a los niños a hablar con un tono no estridente”, afirma el exdefensor del menor en la Comunidad de Madrid. Urra destaca que a los gritos también se acostumbran los niños, pero dice que “hay que enseñar desde la serenidad”.

Los efectos de los gritos en las personas son tan profundos debido a que estos “tienen una propiedad sonora única. Nada produce un énfasis similar. Porque impacta y activa el centro neuronal del miedo, que está en la amígdala”, así lo afirma otro estudio sobre los efectos de los gritos de la Universidad de Nueva York, publicado en la revista científica Current Biology. Según estas investigaciones “el cerebro está sintonizado de forma única para los gritos”.

A pesar de tener claro la importancia del respeto a las emociones de los niños, no se suelen tener en cuenta los perjuicios que les causan los gritos. Por ello son necesarias las campañas de concienciación.

Las personas no son conscientes de todo esto y del perjuicio que pueden causar con las reprimendas verbales, aunque sí tengan en cuenta la importancia de la Educación serena y la necesidad de contar con las emociones de los más pequeños. En los estudios de la Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Michigan han utilizado como fuentes a familias de clase media en las que los investigadores asumían que “hay una buena relación entre padres e hijos”, pero donde sí se daba la disciplina verbal.

Campañas de concienciación

La poca información que en muchas ocasiones tienen padres y docentes sobre los prejuicios de gritar a los niños crea un ambiente de descuido ante estas salidas de tono. Como se hizo antes con otras malas praxis en la Educación, las campañas de concienciación son necesarias para que se empiece a tener en cuenta esta acción tan humana como peligrosa para los niños. Por eso, la Asociación de Teatro de Conciencia ha lanzado hace dos meses la campaña “gritar daña”. Con ella alertan de los efectos destructivos de los gritos en el desarrollo cerebral del menor. Mediante una serie de recursos para padres y docentes se trata de que aprendan a evitar recurrir o llegar al grito. Entre otros consejos y claves, proponen los “Cinco pasos para llegar a la calma”, a modo de pequeña ruta de emergencia cuando la persona ve que puede llegar a perder el control.

Javier Urra "

Hay que enseñar desde la serenidad

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El primer paso que propone la campaña de Teatro de Conciencia para mantener la calma es comprender que gritar realmente daña. Algo que, como han demostrado las investigaciones científicas, no está interiorizado por los adultos. Tras tomar conciencia de lo anterior, lo siguiente sería estar alerta, para poder así advertir cuando se está perdiendo el control y conseguir calmarse antes de alzar la voz. Una vez hecho todo esto, toca respirar y tranquilizarse y en caso de no conseguirlo, retirarse y delegar a otra persona para que resuelva la situación. Si a pesar de poner en práctica todos estos consejos, desde la campaña advierten que es posible que pueda llegarse a recurrir al grito un día sin quererlo.  En este caso, dicen que lo que hay que hacer es perdonarse a uno mismo lo primero y reconocer el error ante el niño después, asegurándole que intentará no volver a hacerlo.

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