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Es necesario replantear el Bachillerato

Trabajo como orientadora desde hace más de 20 años y lo confieso: cada vez me cuesta más "vender" el Bachillerato al alumnado.
Ana CobosMartes, 4 de junio de 2019
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"Tal y como está planteado en nuestro país, el Bachillerato solo sirve para cribar al alumnado por dos vías", dice la autora de este artículo. ® FEODORA

Esta afirmación puede resultar muy tajante aunque seguro que es compartida por la mayoría de los profesionales de la orientación que trabajan en Secundaria. En este artículo intentaremos desarrollar las razones por las que es necesario replantearse el Bachillerato tal y como está implantado en nuestro sistema educativo.

En primer lugar, es necesario centrarnos en la esencia del asunto que nos ocupa: el Bachillerato es una etapa voluntaria que realiza el alumnado que ha terminado las etapas obligatorias para seguir formándose de cara a tener una buena preparación para afrontar estudios posteriores mucho más complejos, como son los universitarios o los de Formación Profesional Superior. Sin embargo en la práctica, la presión por abarcar unos temarios extremadamente densos y el empleo de metodologías basadas en la clase expositiva, fomenta que se desarrollen los aprendizajes memorísticos más que una formación integral y polivalente, deseable para cualquier ciudadano con un título superior. Luego el modo en que está implantado el Bachillerato en nuestro país no cumple su primer objetivo.

Contenidos retóricos

En segundo lugar, también sería planteable el tipo de formación que se imparte en esta etapa, pues en el modelo actual el Bachillerato solo se centra en contenidos retóricos propios de un sistema educativo muy obsoleto que tiene su reflejo, o mejor su calco, en las escuelas del siglo XIX. Los contenidos que se imparten son siempre teóricos y academicistas, y apenas tienen conexión con la realidad en que vive el estudiante. Además, no ofrecen cualificación alguna, no solo en lo profesional, que no sería el objetivo en esta etapa, sino formación en lo que se mal-llama: «competencias blandas» que son aquellas por las que las personas aprenden por ejemplo: argumentar, trabajar en equipo, gestionar emociones, superar las frustraciones, oratoria, etc. Competencias que prefiero llamar «competencias complementarias» y que son imprescindibles no solo para trabajar, sino también para vivir y convivir con bienestar en el siglo XXI.

A menudo me he encontrado diciendo a los estudiantes que el Bachillerato 'no sirve para nada puesto que no cualifica' y me duele decirles esto

En tercer lugar, es evidente que el Bachillerato sí cumple con una función social del sistema educativo muy poco formativa ni educativa: la selección.

A menudo me he encontrado diciendo a los estudiantes que el Bachillerato «no sirve para nada puesto que no cualifica», y me duele decirles esto aunque es cierto, porque significa que están perdiendo un valioso tiempo para su formación. Tal y como está planteado en nuestro país, el Bachillerato solo sirve para cribar al alumnado por dos vías: primero como carrera de fondo para seleccionar a los que son capaces de aguantar ese martirio de estar dos años estudiando contenidos con un nivel de exigencia académica muy superior al de muchos estudios universitarios y segundo para que los seleccionados queden ordenados según sus calificaciones.

Una contradicción

Resulta perverso pero existe una contradicción: una etapa que se diseñó para que la población pudiera profundizar y ampliar su formación, en su desarrollo práctico se vuelve en contra de su objetivo y termina sirviendo para justificar cómo unos pueden seguir su formación y otros no en función de las calificaciones alcanzadas. Quienes no tienen la nota suficiente no van a poder matricularse en los estudios superiores que desean y solo podrán seguir los estudios deseados sin la nota suficiente aquellos que puedan costearse esta formación en entidades privadas, donde la calificación de entrada queda como un requisito insignificante, pues la única selección está en la capacidad económica de la familia de poder afrontar el pago de esos estudios.

Una etapa que se diseñó para que la población pudiera profundizar y ampliar su formación, en su desarrollo práctico se vuelve en contra de su objetivo

Otro de los objetivos por los que se diseñó el Bachillerato consistió en que tuviera una función orientadora, es decir, que ayudara al estudiante a conocer varios ámbitos del conocimiento para poder tomar decisiones vocacionales en función del acercamiento a estas disciplinas. En cambio, los contenidos profundizan o bien redundan una y otra vez en las mismas materias con las que el estudiante se encontró al comenzar la Educación Primaria.

Si queremos que la etapa de Bachillerato sea realmente formativa y orientadora es imprescindible que se hagan algunas revisiones a la etapa, que podrían empezar por ejemplo, por las siguientes:

  • Materias del currículo: hay ámbitos del conocimiento completamente ausentes del Bachillerato y que sin embargo tienen una amplia presencia en nuestra sociedad y una importante repercusión para el empleo y la inserción laboral como son el derecho, periodismo, hostelería y turismo, estética y belleza, comercio y marketing, administración y contabilidad, entre otras muchas y sería muy pertinente que los estudiantes las conocieran para poder tomar decisiones vocacionales. En estas últimas décadas, salvo la incorporación de la economía y la informática, la estructura de las materias del Bachillerato de hoy apenas guarda alguna diferencia con las del Bachillerato de la Ley Moyano de 1857.
  • Tutoría lectiva: las competencias complementarias antes citadas son imprescindibles para la ciudadanía del siglo XXI tanto para el desarrollo profesional como para el personal de cara a la búsqueda del bienestar propio y comunitario. Por ello es necesario que además de que se afronten de forma transversal en todas las materias del currículo, haya un espacio lectivo en el horario para trabajar estas competencias. Este espacio es la tutoría lectiva, la que nunca debió perderse del currículo de Bachillerato pues es necesario tener tiempo con el alumnado, además del dedicado a trabajar estas competencias, para disponer de momentos en que poner en marcha programas de orientación vocacional así como para el seguimiento personal que es imprescindible que pueda hacer el tutor a estudiantes de 16 años, como apoyaría cualquier manual de psicología evolutiva.
  • Metodologías que potencien aprendizajes significativos: es completamente necesario que el Bachillerato del siglo XXI genere en el estudiante una auténtica formación que despierte la curiosidad por seguir aprendiendo después de conseguir los logros académicos. La motivación por el aprendizaje ha de ser intrínseca y la etapa de Bachillerato debe ser formativa para las personas y no solo basada en memorizar para resolver una carrera de obstáculos en un camino donde solo se mira hacia la meta desperdiciando la oportunidad de aprender en la travesía.

Es completamente necesario que el Bachillerato del siglo XXI genere en el estudiante una auténtica formación que despierte la curiosidad por seguir aprendiendo

  • Consejo orientador: la calificación es una medida que se entiende como justa para ordenar a los aspirantes a cursar un ciclo formativo superior o unos estudios universitarios pues, al parecer, todas las personas están en igualdad de oportunidades de alcanzar la nota deseada. Sin embargo, en la práctica sabemos que no resulta así de sencillo. Siempre me pregunto cuántos médicos vocacionales se ha perdido la sociedad porque no pudieran acceder a la carrera por no obtener buenas calificaciones en Lengua o Matemáticas. Sería necesario plantear nuevas fórmulas para ordenar aspirantes en función de su vocación y de su orientación y para ello tener en cuenta el Consejo Orientador podría ser valioso, ahí lo dejo…

Por todo lo expuesto, como orientadora cada día me cuesta más ofrecer al alumnado el Bachillerato como una etapa en la que se va a formar concienzudamente o con la que va a aproximarse a conocer los estudios posteriores que desea hacer. Me cuesta mucho porque además la alternativa es la Formación Profesional de Grado Medio con la que sí se obtiene una cualificación profesional y con la que además el estudiante se introduce en un ámbito profesional con el que seguir formándose mediante el acceso directo a la Formación Profesional Superior e incluso desde esta llegar más adelante a estudios universitarios.

Cada vez son más los estudiantes brillantes que optan por la vía de la Formación Profesional de Grado Medio porque conocen la dificultad de la etapa de Bachillerato y además saben que en la Formación Profesional simultáneamente aprenden una profesión y les resulta más asequible obtener buenas calificaciones con las que avanzar en su carrera académica. En definitiva, es necesario replantearse la etapa de Bachillerato y hacerlo desde el análisis de los datos y desde las reflexiones y propuestas de las comunidades educativas: profesorado, familias y alumnado, que tienen mucho que decir.

La autora es presidenta de Copoe y orientadora del IES «Ben Gabirol» de Málaga

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Comentarios

  1. Carmen
    20 de junio de 2019 18:37

    Muy muy acertadas todas tus palabras, gracias por compartirlas.

  2. OCF (Online Centro de Formación)
    9 de octubre de 2019 13:40

    Por desgracia en la actualidad el bachillerato se sigue viendo únicamente como la puerta de entrada a la universidad. Como si el camino no fuera importante

  3. Chante Hoag
    14 de abril de 2020 11:49

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    3 de junio de 2021 18:09

    Un saludo
    No había leído algo con tanta razón y lógica, que triste ver nuestros hijos cómo ratones de laboratorio, quedados en el tiempo. Tantos buenos chicos perdidos en la agonía de una educación obsoleta y nefasta.
    Ojalá podamos cambiar esto para los que vienen, solo es mirar los colegios y ver que los chicos prefieres salirse por no poder con esto más y los padres vamos detrás , mirando sin poder argumentarles nada, desastre. agonía del mío es horrible.
    Gracias por el escrito.
    Sandra

  5. Avaratar
    28 de agosto de 2023 14:26

    Bachillerato y universidad, la patata caliente del sistema educativo español, ineficientes y deficientes.