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Marta Villegas: “Hay que encontrar siempre el camino para llegar al otro”

'Womagis' es un libro que reúne en una misma página las lenguas de nuestro país y las de las principales poblaciones migrantes, un total 18 lenguas distintas que se hablan en España.
Gema EizaguirreMartes, 18 de junio de 2019
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Marta Villegas crea con Womagis un lugar mágico de encuentro entre generaciones, un libro que se permite la lectura en 18 lenguas que conviven en España.

¿Cómo surgió la idea de este libro en 18 lenguas?
—En principio surgió por Olivia, mi sobrina, de padre egipcio y madre española, que nació en Dinamarca y actualmente vive en Emiratos Árabes Unidos, uno de los países más multiculturales. Quise hacer un libro para ella y para todos esos niños expatriados, emigrantes o refugiados, que conviven en un cruce de culturas y lenguas. De ahí nació Womagis, escrito en las 18 lenguas más habladas del mundo. La idea de Womagis España nace de esa misma necesidad de integrar nuestra riqueza lingüística, la de los niños nativos y la de los “niños en movimiento”.

¿Este libro pretende también que los niños españoles valoren otros idiomas?
—No solo eso, sino conocer nuestra propia realidad y riqueza lingüística. Si no existen lazos familiares, apenas tenemos ocasión de entrar en contacto con nuestras propias lenguas, excepto del castellano, que es nuestra lengua común. Si nos preguntamos, ¿qué sabemos del gallego, catalán, euskera, aranés, asturiano, tamazight…?, la respuesta, en general, será que sabemos poco de nosotros mismos. Los niños y niñas de unas comunidades, a veces vecinas, saben poco o nada de lo que hablan y estudian niños y niñas como ellos en otras comunidades de su propio país.

‘Womagis España’ está en aranés, chino, rumano, asturiano, una tal wolof… ¿Esas 18 son las más habladas?
—El wolof es una de las lenguas habladas en Senegal. Sí, fue una selección difícil, producto de muchas conversaciones con filólogos y expertos en diversos campos. Precisamente esta pregunta que me haces sobre el wolof fue una de esas decisiones difíciles: ¿incluimos lenguas por el número de hablantes o por representatividad? Finalmente decidimos que el número de hablantes era importante pero igualmente importante era dar visibilidad a algunas comunidades de migrantes menos numerosas.

Tampoco había oído hablar del tamazight, hablado por una gran parte de la población de Melilla, ni sabía exactamente cuál era la lengua del pueblo gitano. Ha sido todo un descubrimiento muy emocionante. En esta selección hemos tenido que dejar muchas lenguas, puedo decir que somos un país rico.

El libro tiene más valor como lugar de encuentro que como método de enseñanza de lenguas

¿Ve necesario que haya más libros multilingües como este?
—Los libros multilingües son en muchos casos una necesidad. Volviendo a mi sobrina Olivia, cuando está en El Cairo con su abuela, ella la abraza y le sonríe todo el rato, se comunican a través de gestos y signos porque la abuela no habla inglés ni danés ni castellano y Olivia solo habla unas cuantas palabras en árabe. Pensé que un libro multilingüe rompería esa barrera del idioma y permitiría a Olivia y su abuela leer juntas un mismo libro. Y a muchos otros niños y niñas en su misma situación. Con Womagis solo he buscado tender puentes, desafiar fronteras y cubrir en una sola página las máximas combinaciones de lenguas posibles.

¿Cree que se presta sufienciente atención de estos niños y niñas migrantes?
—Mi experiencia es que desde las instituciones y desde las ONG se están buscando constantemente nuevos caminos para la integración. Womagis España surgió de una petición de un centro de acogida, estaban en búsqueda de libros infantiles bilingües árabe-castellano, cuando supieron que había más lenguas en este libro, preguntaron si también estaba traducido al ucraniano. Fue en ese momento cuando descubrí que Womagis, que había nacido con vocación universal, no daba respuesta a las necesidades concretas de la realidad en España. En este camino me he puesto en contacto con muchos maestros que tienen que integrar en sus aulas a estos niños y niñas, con instituciones públicas y con ONG… Y lo cierto es que puedo decir que me he encontrado con personas muy comprometidas.

También puede ayudar a padres a conocer el castellano.
—El objetivo del libro no es el aprendizaje de idiomas, es ofrecer la posibilidad de leer simultáneamente el mismo libro a personas que por diversas circunstancias tienen que convivir en entornos multilingües. En este sentido creo que Womagis tiene más valor como lugar de encuentro que como método de enseñanza de otras lenguas. Sin embargo, es posible que su lectura propicie el aprendizaje, el intercambio de conocimientos y el descubrimiento mutuo de otras formas de expresión.

Quise hacer un libro para todos los niños que conviven en un cruce de culturas

Han contado con una pedagoga. ¿Qué papel ha desempeñado?
—Hemos contado con la colaboración de una pedagoga para la creación de las actividades que se proponen al final del libro. El propio diseño del marco multilingüe, con cajas de texto en distintos colores para cada idioma, podía suponer una dificultad añadida, tanto para los padres y docentes como para los niños. Si bien estas primeras actividades pueden trasladarse al aula, estamos trabajando en nuevas propuestas de actividades específicas para el aula con distintos objetivos: afianzar la comprensión lectora, fomentar la creatividad, agudizar las competencias lingüísticas, artísticas, etc.

La tolerancia está en el objetivo de esta publicación ¿pero de los menores o de los adultos?
—Estos últimos probablemente tengan menor apertura que los niños. Sí, totalmente de acuerdo. Los niños no saben de fronteras. Otra sobrina, de 9 años, vive fuera de España, cuando me habla de sus amigos del colegio y le pregunto: ¿y ese niño de dónde es?, se me queda mirando desconcertada, piensa un poco sobre ello y luego me responde siempre “no lo sé”. El libro pretende que los niños y niñas tomen conciencia desde pequeños de lo diverso que es el mundo y lo vivan con naturalidad.

¿Qué otros valores circulan por el libro?
—Además del mensaje de paz y tolerancia, el libro brinda a los niños la oportunidad de explorar y conocer otras formas de expresión y abrirse al mundo. Pero el mayor valor del libro, a mi entender, es el espacio de libertad que concede a los niños para crear su propio mundo a través de las palabras y la comunicación escrita. Un espacio para la imaginación, el juego y la emoción. Saberte capaz de inventar nuevos códigos de comunicación hace que encuentres siempre un camino de llegar al otro. Y de eso se trata, de encontrar siempre el camino para llegar al otro.

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