Salman Khan subraya el papel de la Educación como "salvavidas"

Las cifras detrás de la Khan Academy apabullan: 100 millones de estudiantes de 190 países que acceden a la plataforma, 250.000 profesores que emplean sus recursos, 20.000 vídeos descargados más de 1.400 millones de veces en 40 idiomas. Y lo es más si se tiene en cuenta que dio sus primeros pasos en 2008, cuando su creador, el matemático e ingeniero Salman Khan, decidió echarle una mano a su prima Nadia, en este caso por teléfono, cubriendo sus lagunas en Matemáticas.

A través de internet y para millones, la filosofía de la Khan Academy sigue siendo la misma que entonces: adaptarse al ritmo y a las necesidades de cada estudiante, con una experiencia de aprendizaje personalizada.

En su discurso en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2019, al recoger su reconocimiento a la Cooperación Internacional, Khan recordó la historia de Sultana, la brillante estudiante de Secundaria afgana que hace ocho años, con la toma de su ciudad por parte de los talibanes, pasó a quedar recluida en su casa, haciendo las tareas domésticas durante más de 10 horas diarias.

Un ordenador portátil con conexión a internet, regalo de su cuñado, consciente de la curiosidad de la joven, ejerció como salvavidas. La joven descubrió la Khan Academy y en sus ratos libres se formó en matemáticas, biología, química, física, y se acabó preparando, a escondidas, un examen de admisión a la universidad en EEUU. Sultana obtuvo asilo político y hoy es investigadora en computación cuántica en CalTech, una de las mejores universidades del mundo.

Para Salman Khan este testimonio muestra cómo la Educación puede ejercer como «salvavidas» para muchos niños, «incluidos aquellos en aldeas remotas y regiones devastadas por la guerra» y aquellos que pierden la confianza cuando no tienen el apoyo que necesitan en la escuela, un salvavidas para aprender y aprovechar su potencial y para «participar en el mundo en general».

Y un salvavidas que brinda la tecnología, que, para Khan, pese al riesgo que entraña de deshumanización de la sociedad, puede emplearse para justo lo contrario, para hacer nuestras vidas más humanas. «Imaginen un mundo donde la hora de clase ya no se dedica a escuchar pasivamente la lección, sino para que los niños colaboren y trabajen a su propio ritmo. Imaginen que el papel del enseñante pasa del de conferenciante al de una persona empoderada con información que le ayuda a tener las mejores interacciones personales con sus alumnos. Imaginen un mundo donde cada niño verdaderamente tenga acceso a una Educación de calidad y gratuita. Ese me parece el más humano y más humanitario de los mundos».

En su discurso, Khan rechazó la idea de que un ordenador pueda sustituir nunca a un profesor, pero subrayó que este sí puede servirle de apoyo en su «heroico servicio de tratar de satisfacer las necesidades de cada alumno».

Precisamente con aspirantes a maestros (alumnos de Pedagogía y Magisterio de la Universidad de Oviedo) y con estudiantes del colegio La Inmaculada de Gijón, usuarios de su plataforma, se había reunido Khan en la semana de los Premios.

En sus diversos encuentros, Khan incidió en la necesidad de fomentar el «pensamiento crítico» desde la escuela frente al auge de los movimientos populistas –»Si la gente entendiera mejor la economía entendería mejor el mundo»–; un aprendizaje activo, permitiendo a los alumnos crear sus propios vínculos y conexiones, y la igualdad de oportunidades para que todos los alumnos lleguen al mismo nivel de conocimientos, independientemente del tiempo que les lleve.