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Un currículo del siglo XX para alumnos del siglo XXII

Toni García Arias
Premio Mejor Docente de España 2018
8 de octubre de 2019
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Hace 22 años, yo era tutor de un 5º de Educación Primaria. Para fomentar la lectura y la escritura, llevé a cabo un proyecto de revista escolar. Era el año 1997. Casi la prehistoria. Como por aquella época había bonanza económica, muchos bancos y empresas aportaban dinero para llevar a cabo aquellos proyectos educativos, así que nuestra revista tenía una calidad de impresión y una distribución muy alta. Aunque una parte del proyecto lo realizábamos por la tarde, también dedicábamos algunas mañanas en el área de lengua para elaborar contenidos.

Habíamos distribuido las secciones de la revista en grupos y todos los alumnos participaban en su elaboración. Cuando terminaban de escribir su sección en papel y de corregirla, cada uno de los grupos pasaba el texto al programa Publisher (un programa gratuito de edición de textos e imágenes) y lo completaba con fotografías. Para que pudieran realizar la maquetación de cada una de sus secciones, yo les había enseñaba edición de textos (tipos de letra, tamaño, letra capital, etc.) y edición de imágenes (recortar, marca de agua, brillo, etc.).

Una mañana en la que estaba en la sala de ordenadores con mis alumnos, se me acercó el jefe de Estudios acompañado del inspector. El hombre, muy amable, me preguntó qué era lo que estábamos haciendo. Tras explicarle que los alumnos estaban elaborando su maquetación de la revista escolar, el hombre torció el gesto y me señaló muy secamente que no podía seguir haciendo aquello, porque la enseñanza de la edición de imágenes y de textos no se encontraba en el currículo. Yo intenté explicarle que tanto la edición de textos como de imágenes era un contenido muy importante, pero el hombre me volvió a recordar que aquellos contenidos no se encontraban recogidos en el currículo de Educación Primaria.

A pesar de saber que los niños que hoy tenemos en clase de Infantil vivirán en el siglo XXII, les seguimos enseñando contenidos seleccionados y diseñados para el siglo XX

Un alumno que se matricule hoy en Infantil de 3 años, terminará su Educación obligatoria –si todo va bien– en el año 2032. Si hace una carrera universitaria, terminará su formación en el año 2038. Si su esperanza de vida son 85 años, algo posible, este niño vivirá en el siglo XXII. Sin embargo, a pesar del impacto de saber que esos niños que hoy tenemos sentados en nuestras clases de Educación Infantil vivirán en ese siglo, en la escuela actual les seguimos enseñando contenidos seleccionados y diseñados para la enseñanza del siglo XX.

Mis alumnos del año 1997 no pudieron aprender a maquetar ni a editar imágenes y textos al igual que los alumnos de hoy no aprenderán computación en la escuela porque, sencillamente, tanto el currículo de entonces como el actual están diseñados para alumnos de 1970. De hecho, los contenidos que enseñamos hoy en día en la escuela siguen siendo muy semejantes a los que yo mismo estudié cuando era alumno.

Una de las características del currículo eficaz es que debe adelantarse –en la medida de lo posible– al futuro y vislumbrar qué contenidos y qué aprendizajes van a necesitar nuestros alumnos de hoy, tanto para sus vidas personales como laborales. Lógicamente, no se trata de eliminar de un plumazo todos los contenidos y comenzar de cero, sino de realizar un proceso de eliminación de contenidos que ya no son necesarios en la actualidad e introducir otros más ajustados a la sociedad en la que vivimos. Y, también, y muy importante, de distribuir dichos contenidos de una manera más equilibrada por edades, donde su aprendizaje sea más fácil de adquirir, ya que hay ocasiones en que ocupamos semanas en enseñar a alumnos de 8 años un contenido que a los 13 años lo aprenderían en apenas un minuto.

Una de las características del currículo eficaz es que debe adelantarse –en la medida de lo posible– al futuro y vislumbrar qué contenidos y qué aprendizajes van a necesitar nuestros alumnos de hoy, tanto para sus vidas personales como laborales

Los currículos de enseñanza no pueden vivir en el pasado. Deben alimentarse del pasado, pero con proyección de futuro, manteniendo aquello que debe permanecer y eliminando lo que comienza a quedar desfasado. Nuestros alumnos de hoy se enfrentan a un mundo muy distinto al que nosotros nos enfrentamos. El aumento del estrés, de la contaminación, el mundo global, las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, la tecnología de la información y todo lo que ello conlleva son fenómenos a los que nosotros no tuvimos que enfrentarnos cuando éramos estudiantes. Por eso, desde la escuela, las herramientas que debemos ofrecerles a nuestros alumnos deben ser distintas a las que nosotros recibimos.

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