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Cómo fomentar la autoestima

El autoconcepto es la representación mental que la persona tiene de sí misma. Cuando entramos a valorar si esas características son positivas o negativas, es lo que en la literatura científica se conoce con el nombre de autoestima. La cual se aprende, cambia y la podemos mejorar.
Lucía Boto
26 de noviembre de 2019
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® TUR-ILUSTRATION

Los padres y educadores ejercen un poder fundamental en la autoestima de los niños. Según lo que le valoren y validen, así se sentirá en el futuro, como un adulto competente, eficaz, exitoso, independiente, autosuficiente… o todo lo contrario. Los cuidadores también suponen un “modelo de autoestima”. Es decir, la capacidad que tenemos para aceptarnos, perdonarnos, exigirnos o maltratarnos a nosotros mismos, resulta un ejemplo para los más pequeños, que aprenden día a día y lo repiten como cualquier otra conducta.

Cuando somos capaces de aceptar nuestros errores, aprender de ellos y satisfacer nuestras necesidades básicas, estamos enseñando un modelo sano de autoestima. Cuando somos ejemplo de sacrificio continuado, de cuidado hacia los otros y no hacia uno mismo y de búsqueda de la aprobación en los demás, nos estamos infravalorando y enseñamos a conseguir el cariño del otro a través de una posición de inferioridad.

Los padres y educadores tienen un peso importantísimo en la construcción de la identidad del niño y del desarrollo de su propia autoestima. Para ello recomendamos:

  • Dedicar un tiempo diario con atención plena a cada niño. Esto significa que estemos solo para él en ese tiempo. En este momento, le escuchamos, le valoramos y le apoyamos, sin interferencias de ningún tipo (especialmente dejando a un lado las pantallas electrónicas). De esta forma, le transmitimos la idea de que para nosotros son importantes, solo así creerán en ello.

Los padres y educadores tienen un peso importantísimo en la construcción de la identidad del niño y del desarrollo de su propia autoestima

  • Reforzar sus éxitos, logros y características positivas. Cada vez que deseemos un cambio en su comportamiento, tenemos que recordarle primero aquello que hace bien. De esta manera, le empoderamos y se siente capaz de conseguir otros logros. Poner el foco en lo positivo, les predispone a lograr sus objetivos.
  • Valorar el esfuerzo, no el resultado. Así aprenden que los errores también nos enseñan. Si somos capaces de aceptarlos y normalizarlos en nuestra vida, podremos desarrollar estrategias internas de afrontamiento basados en la auto-motivación.
  • Facilitarle diferentes contextos en los que pueda alcanzar éxitos. Las metas deben ser alcanzables, realistas y cortas en el tiempo. Si están relacionadas con sus intereses o puntos fuertes, es más probable que se implique y se esfuerce.
  • Animar al niño a que tome sus propias decisiones. Debemos reforzar el hecho de que se haya abierto y compartido con nosotros, entender cómo puede sentirse y animarle a que genere su propia solución. Por último, aceptaremos sus decisiones y le alentaremos en el proceso, aunque en el camino se equivoque.
  • Fomentar su autonomía. Cuando animamos a los más pequeños a poder hacer cosas por ellos mismos, les enviamos el mensaje de “tú puedes hacerlo, confío en tus capacidades”. Progresivamente van interiorizando la responsabilidad y seguridad en ellos mismos.

Así, es importante ofrecer a los niños responsabilidades dentro del contexto en el que nos encontremos según su edad y etapa evolutiva. Los niños se sienten mejor consigo mismos y tienden a ser más cooperadores cuando resultan útiles para el grupo.

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