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Coronavirus y Educación: el experimento chino

Juan Francisco Martín del Castillo
Doctor en Historia y profesor de Filosofía
3 de marzo de 2020
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© BIGPA

La espantosa epidemia que sufre China principalmente y que no deja de provocar noticias alarmantes a su alrededor tiene una arista sobre la que nadie, y que uno sepa, ha reparado hasta el momento, preocupados como estamos con el índice de contagios y, lo peor, con la creciente suma de fallecimientos. Esta arista es la Educación, y me explicaré para que se pueda entender el mensaje del presente y no confundir al lector. Las autoridades del gigante asiático, bastante previsoras por cierto, se han visto en la urgente necesidad de dar una respuesta al enorme número de escolares privados de una enseñanza presencial, como así recomiendan, por otra parte, los facultativos ante el avance de una enfermedad de impredecible trayectoria. Por ahora, la apuesta educativa está cifrada en el empleo de las herramientas y recursos disponibles en las distintas plataformas de internet. Sin embargo, como las mismas son desiguales en fortuna y propósito, han hecho que los expertos orientales hayan improvisado un arsenal de estrategias e iniciativas que no se sabe muy bien qué alcance tendrán. Ni tan siquiera se conoce el impacto de estas novedosas medidas sobre los escolares. En esta tesitura sobrevenida, no sólo China se ve envuelta en un experimento social y educativo de final incierto, sino, precisamente, el conjunto de las naciones, por cuanto de la experiencia y resultados de la política desarrollada tomarán buena nota los encargados de la pedagogía mundial.

"Sería paradójico que la implantación del modelo virtual condujera al mismo punto en que se encuentra la enseñanza tradicional. Para tan corto viaje, no hacían falta tantas alforjas"

Quiero decir que el azar ha puesto a la Educación en una encrucijada tan inesperada como fascinante. ¿Serán capaces los chinos de llevar adelante el proyecto? ¿Es posible que casi trescientos millones de escolares, que se dice pronto, sigan sus enseñanzas por internet de manera simultánea y con igual provecho académico? ¿Qué ocurrirá, por ejemplo, con los valores de la atención y la responsabilidad, sobre todo, cuando no está presente un profesor física y materialmente? Estas son las cuestiones que se me vienen a la cabeza de inmediato, pero, a buen seguro, que su cifra irá en aumento conforme se emprenda la aventura. Confieso sentirme apasionado por comprobar el rigor, la seriedad y, especialmente, la eficacia del proyecto. Nunca antes se había sometido a examen una apuesta como la descrita; al contrario, los experimentos educativos jamás habían superado los muros de las facultades universitarias o, tal vez, las estrechas fronteras de un aula. Pero esto que ahora se apronta es otra cosa, verdaderamente distinta y, por este motivo, mucho más importante.

¿Es posible que casi trescientos millones de escolares, que se dice pronto, sigan sus enseñanzas por internet de manera simultánea y con igual provecho académico?

Como docente, me hago una reflexión, que quizás compartan conmigo. Si dentro de una escuela, hay chicos de muy diversa atención y rendimiento, a los cuales, siendo realistas, es difícil responder en lo pedagógico, ¿cómo se llevará a cabo la tarea en una clase virtual? En definitiva, ¿el e-learning será la panacea universal para la diversidad o, por el contrario, que es lo que uno cree en la intimidad, tenderá a la inevitable estandarización? El mundo virtual está pensado para una franja de usuarios que, en cierta manera, representan un modelo estándar. O, lo que es lo mismo, los que están por encima y los que están por debajo de él, a la fuerza, quedarán desasistidos. Por supuesto, es una hipótesis, un experimento de la misma imaginación, si se quiere un contrafáctico en términos científicos, aunque con visos de cumplirse si nos atenemos a las razones estadísticas. Sólo hay que echar mano de la famosa campana de Gauss y se sabrá de lo que uno habla. Y, si después de todo, la realidad fuera así, ¿qué sucederá con la dichosa atención personalizada, la pedagogía comprehensiva, el constructivismo y la Educación emocional? ¿Serán sacrificados? Es evidente que lo ignoro, pero lo conocido hasta la fecha apunta a que el experimento chino va en esa dirección. En conclusión, sería paradójico que la completa implantación del modelo virtual condujera al mismo punto en que se encuentra la enseñanza tradicional. Como se dijera en el Quijote, para tan corto viaje, no hacían falta tantas alforjas.

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