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La escuela infantil, humillada

José Mª de Moya
Director de Magisterio
3 de marzo de 2020
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La escuela infantil se siente humillada. Una de las promesas estrella de todos los partidos políticos es la universalización y gratuidad del primer ciclo de esta etapa y no parece que nadie quiera contar con estos centros, más aún, se los ningunea. Lo que a priori parecía una formidable oportunidad para estas pequeñas escuelitas se está convirtiendo en la tormenta perfecta que puede diezmar un sector que ha prestado durante décadas un servicio de gran calidad.

Desde hace años, las escuelas infantiles privadas están sufriendo amenazas desde diversos frentes (en un amplio reportaje en las páginas 2 y 3 damos cuenta de la dramática situación en la que se encuentran). La primera amenaza no puede ser otra que la caída a plomo de la natalidad. Poco hay que decir, si nacen pocos niños habrá poco que escolarizar. Otra amenaza es la ampliación de los permisos de maternidad y paternidad, contra los que obviamente el sector no tiene nada en contra –al contrario, se felicitan– pero que también les perjudica. Hasta aquí, cuestiones inapelables.

Desde hace años, las escuelas infantiles privadas están sufriendo amenazas desde diversos frentes

Cuestión aparte son esas otras amenazas consecuencia de determinadas políticas. Por ejemplo, la proliferación de oferta pública sin elaborar un mapa escolar y, por tanto, sin contar con la oferta privada. Desde un enfoque de colaboración público-privada y por pura razón de eficiencia, parece razonable buscar la complementariedad en lugar de solapar las dos redes. La bandera de la apertura de escuelas infantiles públicas la han enarbolado todos los partidos por razones trufadas de electoralismo. En Madrid, Aguirre abría una cada semana de gestión directa o indirecta, pero sin contar con quienes llevaban décadas prestando ese servicio. Luego trataron de consolarles con el cheque-guardería. Es lo que tiene el diseño de políticas educativas contaminadas de objetivos electoralistas: gratuidad de libros de texto, bilingüismo, nueva concertada, etc.

Hay otras amenazas como la oferta de plazas de 2 años por parte de colegios concertados o privados por motivos económicos, en ningún caso pedagógicos, apuntan desde las escuelas infantiles… Lo que parece fuera de toda duda es que desaprovechar la experiencia de estas 4.500 escuelas y, sobre todo, la pasión que ponen cada día sus más de 23.000 maestros y maestras, sería un error estratégico de bulto, además de una grave injusticia. Testigo soy de esa pasión cada vez que asisto a los Premios que entrega la revista Escuela Infantil editada por este mismo grupo editorial.

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