¿No es país para viejos?

Esta terrible pandemia nos ha dejado a muchos descolocados, paralizados, sin saber qué hacer ni qué decir. Ya se cuentan por miles los fallecidos por culpa del coronavirus y el número de afectados no para de crecer. Y ante semejante panorama hay personas que sí son capaces de reaccionar, de mirar a su alrededor y ponerse en marcha, aunque sea a costa de su propia salud.

Y también los hay, incluso desde otros países, que hablan sin pudor y afirman que es un error, un auténtico despilfarro sanitario, atender a las personas ancianas, para ellos hay demasiadas, y que es mejor centrarse en salvar a las jóvenes. Si uno analiza la ideología que hay detrás de este pensamiento, descubrirá que es la misma que la que defiende la aprobación de la eutanasia en nuestro país.

Pues resulta que aquí hay gente joven que opina justo todo lo contrario. Ahí tenemos, por ejemplo, a las cuidadoras de las residencias de ancianos que han decidido abandonar a su familia y permanecer aisladas en su puesto de trabajo junto a las personas mayores enfermas. No hacen distinciones entre padres, hijos, nietos o abuelos, pues tienen claro que todos somos seres humanos con la misma dignidad, merecedores siempre de amor y de respeto.

Esta alerta sanitaria nos está descubriendo muchas cosas que antes desconocíamos o pasábamos por alto. Y una de ellas es que la sociedad española sigue apostando por la vida y no está dispuesta a aplicar la eutanasia a ninguno de los suyos. Por eso, una de las primeras medidas que debería tomar nuestro Gobierno una vez pase esta pandemia, tendría que ser la derogación del proyecto de ley de eutanasia que ya aprobó el Parlamento. Porque España, como ya ha quedado demostrado, sí que es país para viejos.