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Presencia plena

Jorge Burgueño
Escritor y maestro
23 de marzo de 2020
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En la situación tan rara y compleja en la que nos encontramos actualmente, confinados en nuestras casas, no tenemos más remedio que pasar tiempo con nuestras familias. Esta circunstancia es extraña para muchos niños, que por la realidad laboral de sus padres, no suelen ver con frecuencia a sus progenitores.

No está de más, sin embargo, recordar que cuando volvamos a las condiciones más normales y nuestras vidas continúen, es fundamental pasar tiempo con nuestros familiares, especialmente con [lo mismo] los más pequeños. Y no estar “a medias”, contestando mensajes mientras nos cuentan su día, o viendo las noticias al mismo tiempo que nos preguntan por la cantidad de estrellas que hay en el cielo. No. Ellos necesitan de nuestra presencia plena, porque los vínculos profundos que se generan a estas edades no se pueden recuperar en el futuro. Las sinapsis que generan las neuronas con las relaciones emocionales que tenemos a ciertas edades son un imposible más adelante. Podría decirse prácticamente que el cariño que no ha recibido un niño en edades tempranas no es posible recuperarlo a posteriori. Al menos no exactamente igual.

Ni que decir tiene que el cariño no es el último videojuego del mercado, ni juguetes caros. Por mucho que los adultos nos empeñemos a veces, lo material no arregla la falta de amor. Puede ayudar en algunas circunstancias puntuales, pero si no estamos allí con ellos jugando al videojuego, montando el juguete y riendo con ellos, ¿de qué sirve?

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