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Cristina Cortés: “El tiempo de estudio en casa no debe generar una mayor tensión”

La psicológa recomienda que, en estos días de confinamiento, en los que el entorno no es el más adecuado para estudiar, hay que lograr que el aprendizaje sea, al menos, más ameno y divertido.
Adrián ArcosMartes, 21 de abril de 2020
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Cristina Cortés es psicóloga infantil especializada en desarrollo y trauma. Se considera una narradora de cuentos. En su infancia estuvo rodeada de contadoras de historias que deleitaron su niñez. Los cuentos forman parte de su intervención terapéutica, siendo un medio para desplegar emociones, preguntas y anhelos. Ahora acaba de publicar Cuéntame cuando sí anidé en una tripa y sí nací (Desclée De Brouwer), donde busca trasladarnos al inmenso océano de las emociones, sobre todo a ese espacio donde se esconden y se arrinconan necesidades y emociones básicas no cubiertas de afecto, calor, sosiego y seguridad.

¿De qué forma nos sirve la Educación emocional para estos días de confinamiento?
—La Educación emocional siempre es el mejor recurso que tenemos para afrontar los momentos adversos. Y en esta situación tan complicada, donde tenemos que convivir aislados en espacios reducidos, si los adultos no somos capaces de controlar las emociones, difícilmente lo van a hacer los niños.

¿Cómo deben actuar los padres?
—Lo ideal es que primero los padres se regulen ellos mismos, porque van a ser los termostatos de sus hijos. Son los que tienen que detectar qué nivel de excitación tienen sus hijos para ayudar a canalizarla. Pero para eso, primero tienen que canalizar su propia activación y el malestar que estén viviendo, porque si no van a ampliar más la tensión de la casa.

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Los niños se contagian del miedo familiar y del miedo colectivo, y por eso están aumentando las pesadillas y los terrores nocturnos

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¿De qué forma se puede canalizar esa tensión?
—Es muy importante que los padres se dediquen espacios de autocuidado, que hagan deporte, que tengan sus momentos de reuniones virtuales con sus amigos, y desde la calma puedan dirigirse a los niños. Los niños están crispados porque liberan tensión con el movimiento y ahora eso lo tienen reprimido. Además se contagian del miedo familiar y del miedo colectivo, y por eso están aumentando las pesadillas y los terrores nocturnos. Es importante que, desde la calma, los padres ayuden a los niños a poner palabras y expresar las emociones que están viviendo, y sean también capaces de generar actividades distractoras: juegos, cocinar, deporte, cantar, llevarles a situaciones que generen emociones positivas, que en estos momentos son muy importantes.

¿Y los profesores? ¿Cómo pueden contribuir a esa Educación emocional desde la distancia?
—Un entorno así de estresante no es el más adecuado para la enseñanza, porque los aprendizajes no se van a consolidar igual. Entonces, lo ideal es que el tiempo dedicado al estudio en casa propicie buenos estados, que sea ameno, que fomente la curiosidad por aprender de una forma lúdica, y no genere más tensión. Yo lo estoy viviendo en mi propia casa. Tengo una niña de 12 años y, a veces, el tener que estar expuesta a tareas y exámenes on line le genera un mayor nivel de tensión del que ya se está compartiendo a nivel social. ¿Qué le funciona a ella? Que el profesor le pida que describa cómo ha sido su día, cómo está manejando este momento… es decir, que se aborden las emociones. Yo entiendo que conforme avanzan los cursos, quizá sea más complejo. Pero si es posible, es importante que el aprendizaje sea divertido, que fomente la cooperación, que los alumnos puedan conectar con sus compañeros, aunque sea en la distancia, y que hagan trabajos grupales.

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Tenemos que ser capaces de utilizar la palabra 'muerte' y darles también una explicación donde haya esperanza

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En los casos en los que se hayan producido pérdidas familiares, ¿cómo se debe actuar?
—Si ha habido pérdidas, hay que hablar de ellas. Y tenemos que ser capaces de utilizar la palabra muerte y darles también una explicación donde haya esperanza. Si los niños son muy pequeños, les resulta muy difícil entender que la muerte es definitiva. Entonces es algo en lo que hay que poner la atención. Ahora, sobre todo, cuando las despedidas son muy difíciles, hay que darle un valor a lo que están haciendo los sanitarios: “cómo han luchado para mantener viva a una persona, pero igual ya no había suficiente energía y esa persona ha dejado de funcionar. Pero los médicos siguen luchando para que otros sigan adelante, y hay muchos que se curan”. Toda esa información hay que transmitirla a los niños. También es importante construir un espacio donde los niños puedan expresar la tristeza, y qué mejor que lo hagan al lado de los padres; hacer un ritual de despedida entre todos, recuperar los recuerdos bonitos, dar las gracias por las cosas que nos enseñó esa persona, por lo que compartimos con esa persona…

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A nivel familiar, se ha propiciado algo que nos hacía falta: que los padres pudiéramos dedicar más tiempo a nuestros hijos

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¿Qué aspectos positivos podremos sacar de estos días de confinamiento?
—A nivel familiar, yo creo que ha propiciado algo que nos hacía falta: que los padres pudiéramos dedicar más tiempo a nuestros hijos, porque en esta sociedad con este ritmo tan rápido y estresado, teníamos a muchos niños que estaban siendo atendidos por la tecnología, pero que les faltaba atención directa en calidad y en cantidad, que los padres les acompañáramos en la diversión, en el juego y también en las tareas. Y ahora esta situación, aunque no tenemos las mejores condiciones, sí que está propiciando que los vínculos se hagan más fuertes y más intensos, incluso que podamos disponer del tiempo que siempre hemos soñado para hacer cosas que no podíamos hacer en nuestro día a día: jugar, divertirnos, sonreír, también enfadarnos, hay espacio para todo.

¿Cómo deberá ser esa vuelta a la normalidad desde el punto de vista emocional?
—Cuando salgamos fuera, se va a producir una euforia muy fuerte por parte de los niños, que tienen muchas ganas de salir a la calle y encontrarse con sus amigos. Entonces, van a tener que manejar esa euforia porque tendremos que acostumbrarnos a nuevas formas de relación y de ocio, no tan grupal o tan masivo. También tendremos que pensar en hacer intervenciones grupales cuando los niños vuelvan a clase para poder desensibilizar toda esa excitación y activación acumuladas.

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