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Educación de carne y hueso

José Mª de Moya
Director de Magisterio
14 de abril de 2020
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El #AprendemosEnCasa ha reabierto el debate sobre el homeschooling y la necesidad de la existencia de colegios y profesores. ¿Podría estandarizarse este modelo de aprendizaje que el coronavirus nos ha obligado a establecer? ¿con las metodologías, herramientas y formación necesarias podríamos enseñar y aprender desde casa? ¿sería pensable un modelo que combinase metodologías virtuales para el proceso enseñanza-aprendizaje y presenciales para “resolver” el problema de la Educación y socialización del niño?

Sinceramente creo que no, por más que me considere un entusiasta del teletrabajo, la teleformación de adultos y de las posibilidades que ofrece la tecnología en estos campos. Es más, pensar que sí supone no haber entendido o minusvalorar la profesión de maestro en su sentido más pleno, como enseñante y como educador. Disociar ambos conceptos es un error que a estas alturas deberíamos haber resuelto: educo cuando enseño, enseño cuando educo. Enseñar es mucho más que una simple técnica, también mucho más que saber aplicar una acertada metodología. Todo eso está bien pero enseñar es más. Enseñar es el arte de extraer de esa personita que se nos ha encomendado todo su potencial, casi nada.

Enseñar es mucho más que una simple técnica, también mucho más que saber aplicar una acertada metodología

Hace un par de días veía con un hijo un fragmento de un concierto de música clásica. No se asusten, fue algo ocasional, habitualmente vemos otras cosas. Pero fue suficiente para que me espetara con ese aire chulesco adolescente que eso de dirigir una orquesta le parecía pan comido. Que los músicos tocarían igualmente sin que nadie moviera el palito… Me sirvió en bandeja ponerle el breve discurso de Riccardo Muti, actualmente director la Orquesta Sinfónica de Chicago, en la concesión del premio como mejor director del año. Son 10 minutos deliciosos que recomiendo y que dan pleno sentido a lo que significa dirigir, formar y educar personas. En síntesis, Muti diferencia entre el dominio de la técnica de dirigir (mover el palito…) y el arte de dirigir. Cuenta que su maestro en el Conservatorio de Milán, Vittorio Guy, le dijo ya muy anciano: “’Muti, qué lástima que estoy tan cerca de la muerte justamente ahora que estaba aprendiendo a dirigir’. Porque dirigir –continúa Muti– no significa solo marcar los tiempos, sino también tomar las almas de los músicos –la música, los sentimientos–, no las notas; las notas son solo la expresión concreta de los sentimientos. Y esto hace que dirigir sea la profesión más difícil del mundo”. Y, por esto, creo que ese cara a cara entre el maestro y su alumno será difícilmente sustituible.

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