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El lenguaje no verbal en 0-3

escuelainfantil.netSábado, 4 de julio de 2020
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El lenguaje es, sin duda, un vehículo fundamental para la comunicación durante los primeros años de vida. En la etapa de 0 a 3 años, se produce la adquisición del lenguaje, pasando por dos fases muy características:

  • La etapa prelingüística, desde el nacimiento hasta los 12 meses, en la que los peques muestran un gran interés por el lenguaje hablado, pero todavía no son capaces de reproducirlo.
  • La etapa lingüística, a partir de los 12 meses y, más o menos, hasta los 3 años, en la que empiezan a decir sus primeras palabras y a elaborar frases, ampliando muy notablemente su vocabulario.

Con toda esta carga lingüística, durante el desarrollo de los niños, es necesario que su entorno más cercano comience a tomar conciencia de todos los mensajes que les hacemos llegar, cuidando especialmente que todos ellos sean claros, positivos y adecuados a su edad y a su nivel de comprensión… Pero, ¿qué pasa con todo lo que les decimos sin palabras?

Los adultos centramos gran peso de la comunicación en las palabras y en su significado. Sin embargo, transmitimos con nuestro cuerpo mucho más de lo que somos conscientes.

Los niños y niñas son un reflejo del mundo que les rodea y, por tanto, capaces de aprender todo lo que ven y oyen en su día a día. Son muchas las situaciones cotidianas que pasan desapercibidas ante los ojos del adulto y que son increíblemente significativas para los más pequeños. Un claro ejemplo es, en ocasiones, la falta de atención plena y de escucha empática en situaciones que son importantes para ellos, como la entrada y la salida de la escuela, momentos en los que necesitan que, por unos momentos, nos centremos solo en ellos.

Que sí, que sí… Que muy bonito

Cuando llegan a la escuela, para ellos, es muy importante saludar a su profesora y despedirse de mamá o papá, antes de empezar la jornada. Lo mismo ocurre al final del día, cuando mamá o papá vienen a recogerles. Este momento, aunque solo sea un minuto, necesitan contar con nuestra atención. Un abrazo al llegar, un beso o simplemente una mirada cómplice, que les transmita confianza y seguridad, traerán muchos beneficios a su autoestima y a sus relaciones sociales y familiares.

Otro ejemplo muy claro de algo que, a veces, los adultos hacemos sin darnos cuenta: ¿cuántas veces nos han mostrado un dibujo y no le hemos dado el valor que se merece? Tal vez estábamos ocupados y hemos respondido “¡Qué bonito!”, pendientes de otra cosa y casi sin mirar.

Nos está mostrando con ilusión algo que ha hecho solito y que quiere compartir con nosotros, verbalmente le hemos hecho saber que nos ha gustado, pero no hemos mirado el dibujo ni hemos mantenido contacto visual con él. Al final, el verdadero mensaje que le estamos transmitiendo es que lo que nos muestra o lo que nos quiere decir en ese momento no es importante para nosotros.

Si estas situaciones son muy repetidas, pueden dar lugar, especialmente en los niños y niñas que son más sensibles y no saben expresar cómo se sienten ni compartirlo con el adulto, a una baja autoestima y autoconfianza hacia lo que él mismo puede hacer, así como a un empobrecimiento de las relaciones sociales al sentirse invisible a los ojos del adulto.

El currículo oculto

Todo esto, en la escuela, nos lleva a valorar la importancia del currículo oculto, todos esos aprendizajes que no estaban programados y que aún así hacemos llegar a los niños y niñas a través de nuestras conductas y que se ven reflejadas en la motivación de los alumnos, en su autonomía o en la calidad de las relaciones interpersonales que tienen con los adultos y con sus iguales. En casa ocurre igual.

Y es que, más allá de toda la programación, objetivos, contenidos, proyecto o planes que tenemos para ellos cada día, está la relación de la profe con su alumno, ese vínculo invisible que hay que cuidar y mimar a diario como el más valioso de los tesoros, porque solo con un vínculo sano podemos hacerles llegar todo aquello que realmente queremos enseñarles desde el corazón. Demos prioridad a lo verdaderamente importante, no solo a lo urgente. Todavía estamos a tiempo.

PARA SER MÁS CONSCIENTES DE LO QUE TRANSMITIMOS:

Tomar conciencia de nuestro estado. Prestar atención primero a nosotros mismos, ya que, si somos conscientes de cómo nos sentimos, sabremos qué hacer para transmitírselo.

Ser coherentes. Mostrar coherencia entre lo que decimos y lo que comunicamos con nuestro cuerpo.

Tomar conciencia de su estado. Observar activamente al niño para darnos cuenta de sus necesidades, evitando actuar de forma automática y prestando atención a lo que nos intentan expresar, ya sea con el lenguaje hablado o de forma no verbal.

Conexión corporal. A nivel corporal, es muy importante establecer un nexo de conexión con el niño cuando nos dirigimos a él: nos ponemos a su altura, le miramos a los ojos, ofrecemos nuestra mano y abrazamos, o le dejamos su espacio cuando lo necesite.

Respeto. Respetar sus tiempos y sus necesidades en cada momento para que no se sienta presionado con nuestra actitud impaciente.

Identificar emociones. Tratar de poner palabras a todo lo que está sintiendo, con una actitud empática, tranquila y de atención plena en él. Esto hará que se sienta comprendido y seguro, incluso aunque todavía no sepa hablar.

Gesticular. Especialmente, en la etapa prelingüística, acompañar con gestos todo lo que les queremos decir, más aún aquello que tiene que ver con sus necesidades o rutinas del día a día, de modo que le estemos ofreciendo una herramienta de comunicación no verbal con la que le vamos a entender.


EQUIPO EDUCATIVO
Escuela Infantil “Nemomarlin Pintor Rosales”, de Madrid

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Comentarios

  1. El lenguaje no verbal en 0-3 años - Escuela Nemomarlin
    17 de julio de 2020 02:46

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