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Nos estamos separando, ¿cómo ayudo a mis hijos?

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© MQ-Illustrations

Una separación de pareja es un proceso difícil, más aún si hay hijos de por medio, pues todos los miembros de la familia se ven afectados por ello: ¿nos vamos a quedar en casa? ¿tenemos que cambiar de casa? ¿será por nuestra culpa? ¿veré menos a mamá o papá? ¿voy a tener que cambiar de amigos, de colegio? Es decir, supone el fin de la convivencia y las personas involucradas deben acordar la distribución de los bienes, custodia de los hijos e hijas y otras muchas cuestiones. Ante estas dudas e incertidumbres, aparece una montaña rusa de emociones y sentimientos que no siempre sabemos gestionar.

Para la mayoría de nuestros hijos e hijas la ruptura de la unidad familiar es vivida como un duelo, como una pérdida a la que se enfrentan desde la incertidumbre, pues perciben que ya no van a disfrutar del contacto simultáneo de ambos progenitores.

Desde la pareja que se separa, por querer mantenerles al margen, por protegerles o por considerarlos aún pequeños, no les damos la información necesaria o de manera adecuada.

Es habitual encontrar en los niños y niñas efectos como la bajada en el rendimiento escolar, falta de atención, hostilidad, conductas disruptivas, sentimientos de culpa, tristeza y otras señales que, según algunos estudios, se relacionan con el nivel de conflictividad vivido y la pérdida de uno de los progenitores.

Somos conscientes de que toda separación lleva intrínseco cierto nivel de conflictividad y, sin darnos cuenta, muchas veces los menores se sitúan en el centro de dicho conflicto.

Como padres es normal que sintamos ansiedad: ¿seré capaz de enfrentarme solo/a a la crianza? ¿nos perjudicará económicamente? ¿Voy a rehacer mi vida sentimental? ¿Mis hijos estarán bien? Debemos aprender a manejar nuestras emociones para encauzarlas adecuadamente y así saber gestionar de una manera óptima las inquietudes que nuestros hijos nos vayan a presentar.

Una de las primeras ideas que debemos tener en cuenta es que lo que nuestros hijos e hijas necesitan para crecer felices es el afecto y nuestra presencia y apoyo. Es habitual que, ante una separación, nos volvamos más generosos, intentemos compensar los posibles trastornos que generemos en nuestros hijos e hijas, queramos ser el “más bueno de los dos”, son conductas habituales pero que no son necesarias para la salud emocional de nuestros pequeños. Ellos nos necesitan a nosotros, que les escuchemos, que les entendamos y que estemos ahí para dar tranquilidad y resolver sus inquietudes de una manera afectuosa y con un vocabulario adaptado a su edad.

Una ruptura mal orientada puede colocar a los menores en situaciones que comprometan la salud emocional del menor e incluso su desarrollo madurativo.

¿Qué podemos hacer para gestionar bien nuestra separación?

  • Una buena comunicación es imprescindible, trasmitirles a nuestros hijos e hijas la noticia de manera directa, con un vocabulario adecuado a su edad, y transmitiéndoles que la decisión que nosotros hemos tomado no tiene nada que ver ni modifica el amor y cariño que sentimos por ellos.

Una de las primeras ideas que debemos tener en cuenta es que lo que nuestros hijos e hijas necesitan para crecer felices es el afecto y nuestra presencia y apoyo

  • Hacerles ver que tanto papá como mamá van a seguir ahí.
  • Seguir siendo sus figuras de referencia, no cambiaremos nuestros roles, es decir, porque uno de nosotros pasemos menos tiempo con ellos, no nos vamos a convertir ahora en sus “amigos”.
  • Ayudarles a construir sus nuevas rutinas cuanto antes. Los menores necesitan rutinas, cuanto menos momento de incertidumbre pasen, mejor. Podemos ayudarles con la organización de los días, visitas o tareas.
  • Evitar implicarles en el conflicto adulto. Si tenemos conflictos entre nosotros, debemos intentar que no se trasmita a los pequeños, no hacer comentarios sutiles con ellos de la otra parte ni discutir temas relacionados con la separación cuando nuestros hijos estén presentes.
  • No presionarles emocionalmente para que elijan a uno u otro, o preguntarles “a quién quieres más” o frases similares.
  • Enseñarles y hacerles ver que, tanto los abuelos, familia extensa o nuestras nuevas parejas si es el caso, también forman parte de la familia.

Qué le podemos decir si…

  • Nuestro hijo/a tiene sentimientos de culpa: “el amor entre papá y mamá no se ha estropeado por ti ni por nada que hayas hecho”.

Los menores necesitan rutinas, cuanto menos momento de incertidumbre pasen, mejor. Podemos ayudarles con la organización de los días, visitas o tareas

  • Nuestro hijo/a tiene miedo al abandono o a quedarse solo: “los niños de padres separados no se quedan solos, siguen estando con papá y mamá, pero de forma diferente”; “a pesar de separarnos, a ti te queremos como siempre y queremos estar contigo”
  • Nuestro hijo/a siente que tiene la necesidad de elegir: “no tienes que elegir entre uno u otro, ambos estamos contigo”.
  • Nuestro hijo/a empieza con rabietas: “mejor que gritar y chillar podemos hablar las cosas que no te están gustando”.
  • Aceptación de nuevas parejas: “aunque uno de los dos mayores no sea mamá o papá, también es parte de la familia”.

Rosa del Rincón

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