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Educar en la verdad para ser libres

“Cuando la familia es relegada de su papel central en la Educación, esta se convierte fácilmente en un adoctrinamiento en ideologías dominantes”.
Carlos Martínez EncaboMartes, 9 de febrero de 2021
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El colegio Juan Pablo II tiene sedes en Alcorcón, Parla, Guadarrama, Puerto Real, Cádiz, La Línea y Almería. Pertenece a la Fundación Educatio Servanda.

Los principales responsables de la Educación son los padres. Y uno de sus derechos más fundamentales es intervenir directamente en la Educación de sus hijos. Por lo menos eligiendo el modelo educativo que desean para ellos, conforme a sus convicciones más profundas.

Cuando la familia es relegada de su papel central en la Educación, esta se convierte fácilmente en adoctrinamiento: no se persigue el bien del niño, sino inculcarle unas estructuras de pensamiento de forma acrítica. Así, el niño es presa fácil de las ideologías dominantes, sean políticas o contraculturales, como la cultura de la muerte, la ideología de género, el ecologismo radical, el animalismo antiespecista, el feminismo radical, etc. Por supuesto, marginando cualquier idea de Dios y la Religión. ¿Eso es lo que queremos para nuestros hijos? Entonces, adelante.

¿Y si es lo contrario? ¿Tenemos libertad para ello?

No se puede educar al margen de la familia; no se debe educar al margen de la familia. La familia es la única garantía de que la Educación se da en un contexto auténticamente humano: el amor incondicional y buscando el verdadero bien del educando. Nunca es lícito apartar a la familia de su papel decisivo respecto a los hijos (salvo evidente desequilibrio enfermizo que haga peligrar la integridad física de los mismos).

La elección de modelo educativo va más allá de la confrontación en la que nos pretenden sumergir: Pública, Privada, Concertada. La forma de financiar el servicio de la Educación no debería condicionar la elección de un modelo determinado, aunque en la práctica sí lo haga. La verdadera elección de modelo educativo reside precisamente en la visión antropológica y del mundo que tiene cada familia: es su obligación —además de su derecho— transmitirla con amor y libertad a sus hijos. Lo contrario sería una profunda contradicción, ¿podemos dejar de transmitir algo a nuestros hijos, si estamos convencidos de su bondad? ¿Qué clase de padres seríamos entonces?

La falacia de la neutralidad

Por otro lado, propugnar que existe una Educación “neutral” es la gran falacia en la que nos hayamos inmersos. No es cierto. La visión del mundo, de la persona y de la historia condiciona sin remedio toda la acción educativa. Siempre tomamos partido, queramos o no.

“Vamos a quitar los crucifijos de la escuela o la enseñanza de Religión porque debemos ser neutrales”. ¿Eso es neutralidad? ¿A pesar de toda nuestra historia? Gran mentira: ahí no hay tal neutralidad, sino un rechazo frontal a nuestras mismas raíces cristianas.

Otro ejemplo. ¿Existe la verdad o todo es relativo? “Afirmemos que no hay una verdad porque debemos ser neutrales”. Nueva mentira. Ya hemos tomado partido, negando la verdad. ¿Y cómo pretendemos transmitir ningún concepto, si defendemos que da igual uno que otro? ¿Da igual la realidad? Y si hay una realidad, ¿podemos ser libres ignorándola? Sin saber hacia dónde vamos, ¿podemos tomar el control y ser “libres” para llegar a donde queremos?

Esta es la clave del modelo educativo. ¿Tenemos actualmente esta libertad de elección? ¿Podemos realmente decidir entre diferentes modelos? Mientras haya un resquicio de libertad, las familias debemos buscar el centro educativo que responda a nuestra visión de la vida, y que consideremos que más nos va a ayudar en la Educación de nuestros hijos.

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La visión del mundo, de la persona y de la historia condiciona sin remedio toda la acción educativa. Siempre tomamos partido, queramos o no

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Por eso reviste una importancia capital conocer de primera mano el ideario del centro educativo y su claridad de ideas. Más importante todavía: la congruencia entre el ideario y su vida cotidiana. Además, existen otros elementos a la hora de escoger un colegio: propuesta académica, métodos pedagógicos, atención a la diversidad, ambiente de convivencia, atención a la familia, servicios proporcionados, idiomas, actividades escolares y extraescolares, instalaciones, etc. Sin duda, todos muy importantes, pero supeditados al principal: la coherencia entre el ideario y nuestra visión de la vida.

En los Colegios Juan Pablo II, como en muchos otros proyectos educativos, procuramos ser fieles a nuestros principios y plenamente coherentes con nuestro ideario. Exponemos nuestro carácter propio sin ningún complejo, y pretendemos vivirlo en el día a día con los alumnos y las familias. Pensamos que cada alumno es único e irrepetible, con una dignidad infinita, y no lo decimos como un simple reclamo “comercial”, sino con la firme convicción que nos aporta la tradición católica en la que se apoya nuestro ideario.

Se parte de una antropología cristiana, que va más allá de las capacidades intelectuales del alumno, que descubre en el educando una riqueza profunda, como ser capaz de amar y ser amado. Pero la propuesta educativa de los Colegios Juan Pablo II no está reservada solo a los católicos, sino abierta a todos los que, comprendiendo que nuestra civilización hunde sus raíces en la tradición cristiana, quieran transmitir a sus hijos estos valores, tengan un pleno respeto por su ideario, demuestren apreciar una propuesta educativa cualificada, y quieran educar a sus hijos en un sano ambiente de alegría cristiana.

Nuestro proyecto educativo se basa en metodologías de éxito contrastado, desarrollando de forma armónica todas las capacidades del alumno (corporales, sensitivas, sensibles-afectivas, intelectivas, volitivas), basadas en una confianza que afirme la autoestima personal, fomentando la cultura del esfuerzo, estimulando las ganas de aprender, el amor por la verdad y todas las virtudes que enriquecen a la persona, como la entrega a los demás y el servicio.

Por supuesto, incorporando todos los elementos técnicos y pedagógicos necesarios: enseñanza bilingüe, nuevas tecnologías, etc. En definitiva, buscamos que nuestros alumnos desarrollen al máximo todas las capacidades que Dios ha puesto en ellos para que, conociendo la verdad, tengan una vida plena y en libertad.

Carlos Martínez Encabo. Director del Colegio Juan Pablo II Alcorcón / Comité Directivo de la Fundación Educatio Servanda

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