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¿Cómo conseguir alumnos reflexivos?

Actualmente vivimos en una sociedad globalizada, cambiante y, hasta cierto punto, hostil. Resulta necesario educar a nuestros alumnos, los futuros adultos de nuestra sociedad, de una manera global, íntegra y profunda, esta es la actitud que Carlos Heredero nos muestra hoy.
Carmen IglesiasMiércoles, 17 de marzo de 2021
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Carlos Heredero es graduado en Educación Primaria por la Universidad Complutense de Madrid, además de tener la especialidad de Educación Física y el Máster en Competencias Docentes Avanzadas por la Universidad Camilo José Cela. Se considera alguien con gran gusto por aprender, investigar y fomentar la reflexión en su día a día. Él mismo asegura haber crecido en un ambiente feliz y tolerante, ampliamente reflexivo y de acuerdo con el mundo que le rodeaba. Sus padres y su hermana, según dice, siempre han sido sus puntos de inspiración y su principal motivo para seguir adelante. Se hizo profesor por un motivo muy claro: educar de una forma diferente.  Desde hace seis años ejerce como maestro de Educación Primaria en el Colegio «Santa Gema Galgani» (Madrid).

¿Por qué educar en reflexión?

¿Cuántos adolescentes no se encuentran perdidos y necesitan herramientas que les ayuden a conocerse más a ellos mismos y al mundo que les rodea? Necesitamos personas que no solo estén formadas en cuanto a conocimientos sino también en cuanto a la reflexión y capacidad crítica de ellos mismos y el mundo que les rodea.

¿Cualquiera puede educar de una forma reflexiva?

Bajo mi punto de vista, sí y no. Podemos entender la educación en valores desde dos perspectivas: la familiar y la escolar. Por un lado tenemos la educación familiar que es una educación más personal y acorde a lo que su entorno cercano desea. La educación de la escuela (dejando de lado la ideología que los colegios pueden o no tener) es una educación con clara tendencia a lo social y cultural. Ahí entra el papel del profesor. Los maestros, como el resto de ciudadanos, enseñan y muestran sus valores de una forma inconsciente. Esta capacidad reflexiva debe ser innata o, al menos, adquirida de una forma más o menos consciente. ¿Cómo vamos a creer que la reflexión es buena para nuestros alumnos si ni si quiera nosotros creemos en ella?

¿Cómo introduces la reflexión en tus clases?

No existe una fórmula mágica para hacer que nuestros alumnos se conviertan en personas reflexivas de un día para otro, pero si que existen determinadas herramientas y actividades que nos facilitan dichas tareas. En nuestro colegio trabajábamos fundamentalmente con dos de ellas: las metacogniciones y las destrezas y rutinas de pensamiento.

En primer lugar, entendiendo a la metacognición como el proceso por el cual el alumno es capaz de darse cuenta de su propio aprendizaje y actuar de forma consecuente:  sobre su proceso reflexivo, se establecen tres momentos para la reflexión del alumnado: reflexión inicial, intermedia y final que se enmarcan dentro de la realización de cada proyecto interdisciplinar.  Si bien la metacognición es un proceso que debe ser continuo en el día a día del alumno, solemos dar gran importancia a estos tres momentos como identificadores del momento de aprendizaje en el cual se encuentran.

En segundo lugar, utilizamos las destrezas y rutinas de pensamiento como tareas breves que nos sirven para trabajar un contenido en concreto o una actividad independiente. Personalmente creo que este tipo de herramientas son un complemento ideal a cualquier tipo de explicación ya que son muy dúctiles y fácilmente aplicables en el aula.

 

¿A partir de qué edad se puede introducir estas actividades?

A partir de Educación Infantil se pueden introducir pequeñas sesiones enfocadas al conocimiento de uno mismo. Mis compañeras de Educación Infantil llevan años introduciendo estas dinámicas en sus aulas de una forma increíble. Aún así tenemos que tener claro hasta dónde podemos actuar o no con nuestros alumnos y el margen de mejora que pueden o no obtener; no es lo mismo realizar una rutina de pensamiento con un alumno de seis años que con uno de doce, cada uno posee un rango de conciencia que es impensable para el otro.

¿Hay algún otro tipo de herramienta que podamos usar en el aula?

Resulta evidente que el proceso reflexivo debe estar ligado a la psicología y a la corriente de coaching tan fuerte que hay hoy en día. Para mis clases estoy utilizando distintas herramientas de coaching que están resultando muy efectivas y sorprendes para conseguir una buena cohesión del grupo y para conocerse a sí mismos. Por ejemplo, “la ventana de Johari” es una estrategia que se usa para evaluar qué es lo que los alumnos y los demás conocen sobre sí mismos, qué es lo que conocen sobre sí mismos y el resto no, qué es lo que no conocen sobre sí mismos y el resto si y que desconocen ellos mismos y el resto. Es una actividad compleja pero muy eficaz para detectar posibles problemas que surjan en el aula y la visión sobre sí mismos que tienen nuestros alumnos.

De forma paralela, actividades como “el escudo de armas” nos sirven para ver cómo nuestros alumnos se ven a sí mismos. Mediante la representación de un escudo de armas deben dibujar cómo se sienten y cómo quieren proyectarse al mundo, dibujando o escribiendo los aspectos más importantes de su personalidad.

Por lo tanto, ¿cuál es tu recomendación?

Yo recomiendo probar. Investigar, documentarse, preguntar y probar. Hay cientos de herramientas que nos pueden resultar útiles para trabajar la metacognición, el conocimiento de uno mismo y la visión del mundo que les rodea. Cuando éramos pequeños, ¿cuántas veces no nos han dicho que tenemos que hacer algo “porque si”? Tenemos la oportunidad de ser un elemento diferenciador para las futuras generaciones, de convertir auténticas máquinas absorbedoras de conocimientos en personas críticas y conscientes del mundo que nos rodea, tenemos una ocasión única que no podemos dejar pasar.

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