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Rodrigo Arce: "Ver el conflicto palestino-israelí sin querer entenderlo tiene poco sentido"

Rodrigo Arce, un estudiante de intercambio de la UFV, cuenta cómo está viviendo su experiencia en Jerusalén, ante la escalada de violencia que se desencadenó el pasado lunes 10 de mayo.
Dolores Sánchez JaimeMartes, 18 de mayo de 2021
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Rodrigo Arce, alumno de 3º de ADE y Relaciones internacionales de la Universidad "Francisco de Vitoria".

Rodrigo Arce, alumno de 3º de ADE y Relaciones Internacionales de la Universidad «Francisco de Vitoria» (UFV), se encuentra estudiando de intercambio en la Universidad «Hebrew» de Jerusalén. De primera mano, vive el conflicto palestino-israelí y, aunque admitió que fue un shock oír las alarmas antiaéreas, aseguró que se siente seguro, e incluso afortunado, de poder estar presenciando la situación con sus propios ojos, sin sesgos y sin fake news. 

Pregunta. ¿Por qué Jerusalén?

Respuesta. —Principalmente por mis carreras, ADE y Relaciones Internacionales. El potencial empresarial, –startup nation–, y el poder conocer el conflicto, de primera mano, me resultaba muy interesante. Pero hay mucho más. Pienso que siempre es bueno conocer sitios nuevos, especialmente, aquellos mas complejos y distintos. Yo ya conocía a gente de mi universidad en Madrid que había estado aquí y todos, sin excepción, me habían hablado muy bien no solo de la ciudad, sino también del país y de la Universidad «Hebrew».

¿Cómo es la Educación allí?

—Al más puro estilo anglosajón. Es más, tengo varios profesores que provienen directamente de universidades de Estados Unidos e Inglaterra como Harvard, Georgetown, Notre Dame y Oxford. Muchas de las clases consisten en un diálogo fluido entre alumno y profesor, lo que aquí llaman seminars.

¿Y cómo es la vida de un estudiante de intercambio?

—Antes de que esta escalada de violencia sucediera, la experiencia estaba siendo muy positiva. Estaba conociendo gente de muchas culturas, lugares y con pensamientos diferentes. Estaba viviendo en una ciudad sagrada, a escasos 15 minutos del Santo Sepulcro, y en una coexistencia pacífica entre dos pueblos enfrentados. Ya no. Aún así, espero que vuelva la normalidad porque veo en Israel un país interesantísimo para explorar.

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Pienso que siempre es bueno conocer sitios nuevos, especialmente, aquellos más complejos y distintos

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Si nos remontamos al pasado lunes 10 de mayo, ¿podrías explicar cómo viviste aquel momento?

—Fue, sin duda, un shock oír las alarmas antiaéreas. Para nosotros, un grupo de estudiantes internacionales, fue un momento confuso para el que no estábamos preparados. Para los israelíes presentes en las calles, en ese momento, estaba claro qué debían hacer. No obstante, para ellos también fue un shock por dos razones. La primera es que hacía siete años que las alarmas no sonaban en la ciudad sagrada. La segunda es, precisamente, por el día en que sonaron, es decir, el día de Jerusalén, un momento en el que, anualmente, marchan cientos de israelíes por la ciudad antigua, ondeando banderas y celebrando la reunificación.

Como bien acabas de explicar, escuchar las alarmas antiaéreas supuso un momento confuso para vosotros. ¿Te habría gustado, o crees ahora que es necesario, recibir información y preparación previa al respecto?

—Lo cierto es que ya habíamos recibido información y conocíamos el procedimiento que había que hacer. A lo que me refería es que no estábamos preparados psicológicamente. Sí es verdad que te explican lo que hay que hacer, asientes y después piensas que no escucharás esa alarma jamás en tu vida. Puede que por incredulidad o simplemente porque no quieres pensar en esa posibilidad. Desgraciadamente, el pasado lunes 10 de mayo se materializó esa realidad y creo que nunca se puede estar del todo preparado para ser bombardeado con cohetes qassam. 

Al momento inicial de shock, ¿qué le siguió?

—Mucha información. Muchos mensajes y bastante confusión. ¿Han sido derribados por la Cúpula de Hierro? ¿Han caído lejos? Pronto llegó el comunicado de la universidad poniéndonos al tanto de la situación y explicando elementos a tener en cuenta. En las calles, escasos minutos tras las alarmas, la normalidad había vuelto, la gente estaba en las terrazas y los niños jugaban en las calles. Me impresionó ver lo rápido que los israelíes habían continuado con la festividad del día de Jerusalén.

Como estudiante de Relaciones Internacionales, y como civil que está viviendo el conflicto, ¿consideras que hay una falta de conocimiento, no solo sobre el conflicto palestino-israelí, sino de historia y política internacional?

—Entiendo que sí. Podríamos llamarlo también desinformación o exceso de información. Me refiero a que vemos muchas imágenes, escuchamos testimonios, compartimos videos en redes sociales, pero, realmente, no nos paramos a saber qué esta pasando. Por eso mismo escribí mi artículo, intentando hacer ver la complejidad del conflicto, más allá del dantesco espectáculo que estaban ofreciendo los medios al mismo tiempo. No digo que no haya que conocer esa triste parte, pero no puede ser lo único en lo que nos centremos. Ver el conflicto palestino-israelí sin querer entenderlo tiene poco sentido.

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Vemos muchas imágenes, escuchamos testimonios, compartimos videos en redes sociales, pero, realmente, no nos paramos a saber qué esta pasando

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¿Podrías decir algo que echas de menos de la vida estudiantil en España o del sistema educativo español?

—La sensación de familia o comunidad universitaria que, además, es especialmente fuerte en la Universidad «Francisco de Vitoria». Se hace vida universitaria. Aquí también, pero de otra forma. La Universidad «Hebrew» de Jerusalén tiene 23.000 alumnos, es decir, es la segunda más grande de Israel, por lo que funcionan de un modo muy distinto al que estamos acostumbrados. Aún así, estoy muy contento con la universidad y me siento cómodo en el sistema de aprendizaje anglosajón.

¿Y algo del sistema educativo de Jerusalén, o de la vida estudiantil de allí, que incorporarías a la Educación española?

—Noto que aquí saben distribuir la carga de trabajo de manera mas eficiente o, al menos, esa es mi sensación. En España, es común el disfrutar de una vida relajada hasta que llegan los exámenes. Aquí siempre hay una próxima meta, escrito o trabajo que no te permite desconectar de la asignatura, que te mantiene enganchado hasta que el curso acaba. 

¿Alguna reflexión o comentario final que quieras añadir?

—Solo decir que ojalá cesen las hostilidades pronto y se consiga un proceso de paz duradero.

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Echo de menos la sensación de comunidad universitaria que, además, es especialmente fuerte en la Universidad Francisco de Vitoria

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