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Ignacio Morgado: "Lo que pensamos no siempre coincide con lo que sentimos"

Publica 'Materia gris', un recorrido por la historia del conocimiento del cerebro, desde Aristóteles a Ramón y Cajal, que viaja por los anales de la actual neurociencia.
Rubén VillalbaMartes, 8 de junio de 2021
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Ignacio Morgado es catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona

Al lavado de cerebro los chinos se referían como “lavado de corazón”, convencidos de que para influenciar al prójimo había que pasar antes por este órgano, al que también los egipcios, a diferencia del cerebro, concedían poderes post mortem. Desde la noche de los tiempos, la sombra de la duda ha planeado sobre la humanidad: ¿Cuál es el órgano de la mente? ¿Somos algo más que una máquina? ¿Cómo se adquiere el conocimiento? Aristóteles, Galeno, Descartes o Ramón y Cajal arrojaron luz a un túnel que hoy, pese al boom científico y tecnológico, sigue levantando pasiones. Y no solo las del alma. El catedrático de Psicobiología Ignacio Morgado las compendia en Materia gris (Ariel), una apología del cerebro, aunque advierte: “Lo que pensamos no siempre coincide con lo que sentimos”. Y ahí empieza, de nuevo, el dilema.

El cerebro, ¿ese gran desconocido?
—Desde que hace más de un siglo nuestro compatriota Ramón y Cajal estableció la teoría de la neurona, es mucho lo que hemos aprendido sobre cómo es el cerebro: su física, su química y su funcionamiento, pero todavía nos queda mucho por saber, especialmente, sobre el modo de curar las enfermedades neurológicas.

Los primeros científicos situaban el «alma» en el cerebro. ¿Hoy dónde está?
—La ciencia no utiliza el concepto de alma, pues lo ha sustituido por el de mente y procesos mentales, los cuales pueden darse en diferentes estados y grados de consciencia.

¿El cerebro es el dios de los escépticos?
—Puede que sí, pero que lo digan ellos.

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Muchas veces en la vida lo que pensamos no coincide con lo que sentimos. Cuando eso ocurre, nos sentimos mal y tenemos estrés.

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La realidad, dice, es una construcción cerebral. ¿Vemos para creer o creemos para ver?
—La realidad que podemos constatar científicamente no es más que materia y energía. El cerebro interpreta esa realidad a su modo, creando ilusiones mentales. La luz, por ejemplo, no existe fuera de nosotros, solo está en nuestra mente. Fuera de nosotros lo que hay es energía electromagnética. Lo mismo podríamos decir para cualquier otro sentido.

¿El cerebro siempre tiene la razón?
—Razón y emoción son procesos mentales interactivos: ambos forman parte del sistema funcional de la mente humana. No tiene sentido atribuirle razón al cerebro. La razón está o no en la manera de pensar de las personas, algo que sí depende del cerebro.

¿Quizá se le ha atribuido por la incertidumbre que provoca el alma?
—Las emociones no tienen contenido, pues son respuestas fisiológicas que provocan sentimientos particulares. Las emociones, por definición, no son razonamientos. Lo que ocurre es que muchas veces en la vida lo que pensamos no coincide con lo que sentimos. Pensamos, por ejemplo, que está mal ser infiel o defraudar a Hacienda, pero seguimos haciéndolo porque nuestros sentimientos nos abocan a ello. Cuando nuestros razonamientos no encajan en nuestros sentimientos, nos sentimos mal y tenemos estrés.

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No hay nadie que no sepa nada: solo gente que sabe más y gente que sabe menos

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Se ha llegado a la inteligencia artificial, pero no a la “emoción artificial”.
—Los sentimientos son percepciones conscientes y ninguna máquina actual tiene la propiedad de la consciencia. Si algún día llegamos a saber cómo el cerebro crea la consciencia, habremos dado un primer paso para crear máquinas con sentimientos.

Dice Ricardo Moreno que una escuela que dé importancia al desarrollo de la memoria facilita la inteligencia.
—Solo una parte de la inteligencia que tenemos es heredada. El resto la adquirimos con conocimientos, actividades y experiencias. Eso incluye también el ejercicio de la memoria.

¿La escuela premia al inteligente o lo aliena?
—No es malo premiar al inteligente. Lo malo es desconsiderar a quien se considera que no lo es.

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Si algún día llegamos a saber cómo el cerebro crea la consciencia, habremos dado un primer paso para crear máquinas con sentimientos.

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Gardner habla de “inteligencias múltiples” y algunos se echan las manos a la cabeza.
—La inteligencia no es una variable objetiva, como la talla o el peso de una persona. Es una variable subjetiva, lo que quiere decir que depende del criterio del observador, y eso significa que puede haber tantos tipos de inteligencia como capacidades mentales. Gardner se quedó con siete porque le parecieron las más importantes en el mundo académico, pero puede haber muchas más. Es bueno pensar que cada persona tiene más desarrolladas unas determinadas inteligencias y menos otras. Las inteligencias múltiples nos han hecho recuperar los valores ocultos de muchos niños y adultos.

Vivimos un “boom cerebral”: el éxito se atribuye al cerebro.
—Todas las inteligencias pueden condicionar el éxito en cualquier actividad vital, pero la inteligencia emocional, al ser la que utiliza la razón para gestionar las emociones, juega un papel fundamental para conseguir bienestar personal y éxito social.

En cambio, la salud mental sigue siendo tabú.
—La Educación emocional deriva, además de la experiencia, del conocimiento del cerebro.

Con el corazón en la mano, le digo: solo sé que no sé nada.
—No hay nadie que no sepa nada. Solo gente que sabe más y gente que sabe menos.

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Comentarios

  1. Ignacio Morgado: «Lo que pensamos no siempre coincide con lo que sentimos» – Rubén Villalba
    18 de junio de 2021 19:31

    […] Entrevista al neurocientífico Ignacio Morgado, publicada en el Periódico Magisterio el 9 de junio de 2021 (acceso a la versión web). […]