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Rafa Dávila: “El miedo es el motivador de los nuevos casos de absentismo escolar”

Orientador educativo en el Ayuntamiento de Valdemoro, Rafa Dávila estudia las causas del absentismo escolar en el municipio madrileño y cómo ha influido la pandemia.
Alba BartoloméMartes, 30 de noviembre de 2021
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Rafa Dávila considera que el papel del Educador social es necesario en todos los centros educativos. R. D.

Como “broche final” a sus estudios de Educación Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Rafa Dávila, orientador educativo en el ayuntamiento de Valdemoro, ha realizado un proyecto de investigación, análisis y estudio de la incidencia de la pandemia propiciada por la Covid-19 y su influencia en los casos de absentismo escolar en el municipio madrileño. 

Con la firme intención de “analizar y tomar perspectivas y referencias”, el estudio abarca los periodos escolares de los cursos: 2018-19, como último curso completo y con un funcionamiento “normalizado”; 2019-20, curso que consideramos punto de inflexión desde el mes de marzo y a partir del cual cambia la manera de entender la vida en general y también la de nuestro sistema educativo y el curso 2020-21, como experiencia presente y futura de la Educación a “la sombra” de una pandemia mundial.

¿Cuáles han sido tradicionalmente las causas de absentismo escolar? 
— La desmotivación: alumnos que no están preparados para un sistema que les obliga a adaptarse. Esta causa  aparece sobre todo en Secundaria, dando lugar a alumnos “perdidos” que toman la decisión de dedicar su tiempo a encontrarse más allá. La desorientación: docentes, tutores y departamentos de orientación saturados, alumnado con dudas, con problemas educativos, sin recursos. El resultado es alumnos que erróneamente dejan “el camino” a la espera de encontrar otro como la FP Básica, desconociendo los requisitos o los pasos a dar.

Las prioridades familiares: familias que priorizan su comodidad, las necesidades laborales o personales al funcionamiento del sistema y que no facilitan el acceso a la Educación de sus hijos. Familias desestructuradas: alumnos dentro de climas familiares que imposibilitan un acceso normalizado al sistema.  Incompatibilidad cultural: culturas en las que la Educación queda en un plano de importancia diferente y se produce un choque cultural y al mismo tiempo normativo. Enfermedades de alumnos o familiares: en estos casos, las familias deciden no llevar a los alumnos al centro.

El absentismo escolar es un problema al que se enfrentan de forma directa y permanente los centros educativos

¿Ha incidido la pandemia en los casos de absentismo escolar? 
—Indudablemente, sí. La aparición de nuevas motivaciones o tipologías de absentismo como el “miedo”, el “negacionismo”, las enfermedades de alumnos o familiares convivientes o las dudas en los procedimientos y normas dentro de los centros educativos han generado situaciones de desinformación que han hecho que casos que otros años logran “controlarse” desde lo propios centros necesiten de asesoramiento o intervención de otras administraciones.

¿Han cambiado las motivaciones y la tipología de alumnos absentistas?
—Más que cambiar, han aparecido nuevas motivaciones que se han mezclado con las “tradicionales”. Se ha producido un “choque de derechos” entre la Educación y la salud. Esto ha hecho que las administraciones hayan tomado sus decisiones y aplicado sus normativas a fin de proteger a los alumnos y trabajadores del ámbito de la Educación, pero para muchas personas no ha sido suficiente. Esa sensación de que los centros educativos no eran “del todo seguros” ha dado lugar a la aparición del miedo como principal motivación para los nuevos casos de absentismo escolar. También han aparecido situaciones de “negacionismo”, es decir, casos de familias que entienden que las medidas tomadas son “desproporcionadas” y deciden no ser “partícipes” de esta situación y de las soluciones propuestas.

El absentismo escolar es especialmente significativo en el paso de Primaria a Secundaria, etapa en la que se observa un incremento del alumnado absentista

¿Se está “atajando” de manera correcta desde las instituciones?
—Creo que por ofrecer una visión positivista, las administraciones están cometiendo errores, pero trabajando a diario para solventarlos y dar soluciones reales a las nuevas problemáticas. En realidad es algo que nos está ocurriendo a todo en todos los ámbitos. Hace falta más empatía, más escucha, mas entendernos y trabajar juntos y en la misma línea. Todos.

¿Qué consecuencias de futuro puede tener esta situación?
— El mundo ha cambiado, sigue cambiando a diario y nosotros con él aunque no necesariamente al mismo ritmo y eso genera miedos, inseguridades y errores. El aprendizaje que debemos obtener debe estar bajo el paraguas de la “comprensión” y de la “flexibilidad” con el entorno, con los demás, pero sobre todo con nosotros mismos. Las redes sociales no son como las conocimos ni lo serán en el futuro. Hacen falta referentes, profesionales centrados en ayudar, en acompañar en la relación de las personas con ellas mismas, con su entorno y con los demás.

Se hace necesario avanzar en el control, prevención y, sobre todo, intervención del absentismo escolar para defender el derecho constitucional a la Educación

¿Qué papel juega o podría jugar la Educación Social?
—Creo firmemente en la necesidad de incorporar educadores sociales en todas las escuelas y centros educativos de todos los niveles. El futuro es cambio, adaptación y diversidad. Si trabajamos desde dentro, centrándonos en lo social, en lo emocional y en lo psicosocial, con los alumnos, con sus familias y sus entornos, seremos capaces de acercarnos de una manera más eficaz y eficiente a la realidad de cada caso.

No se valora lo suficiente el papel del educador social…
— Es una profesión desconocida, infravalorada, por la que sobrevuela desde siempre la sombra del “intrusismo”. El educador social busca transmitir y desarrollar la promoción de la cultura, como todo aquello que nos diferencia y nos une a la vez. El educador social conoce y da a conocer la diversidad, base de la Educación, y los diferentes contextos sociales y educativos. ¿Es tan difícil entender que no todos aprendemos igual y que no a todos nos sirven las mismas cosas? ¿Qué tal si empezamos a hablar de personas y dejamos de hablar de competencia? ¿Qué tal si hablamos un poco más de compartir y no tanto de competir?

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