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Abre los ojos a la música de tus hijos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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En esa búsqueda de una personalidad propia que es la adolescencia, la música puede
jugar un papel esencial. Por desgracia, el salto generacional impide a muchos padres
entender los sonidos que escuchan sus hijos, a los que muchas veces niegan la propia
condición de «música». El debate viene de lejos. El jazz, el rock, los Beatles mismos…
Todos levantaron en su día polémicas de todo tipo y fueron tildados por muchos
de mero «ruido».

Autor: RODRIGO SANTODOMINGO

«¡Pero qué demonios estás escuchando!». «¡Éso ni es música ni es nada!». «¡Te
prohibo terminantemente…!». El padre se desgañita criticando el nuevo disco
del grupo favorito de su hijo. Éste le mira con una mezcla de rabia y compasión.
«Pobrecito», piensa, «está mayor…».
Generación tras generación, la escena
se repite en muchos hogares. Es casi ley de vida: cada época tiene su(s)
música(s), nuevos formatos que enamoran a los más jóvenes y exasperan a los
mayores. ¿Recuerdan cuando los Rolling Stone eran calificados
de satánicos, corruptos y degenerados? También le pasó a Elvis
Prestley
, y a Bob Dylan, el jazz, el
blues,…
Hoy son clásicos por todos respetados, aunque en su día
fueran considerados engendros que llevarían a la «verdadera» música a un
callejón sin salida. Los rolling, beatles y prestleys de aquel entonces
no han desaparecido sencillamente han cambiado de nombre. Ahora se llaman
Eminem, System of a Dozwn, SFDK o
Rosendo.
Pero no todos los chavales de hoy en día escuchan
grupos, digamos, polémicos. También hay incontables adolescentes que prefieren
sonidos para todos los públicos y sensibilidades. Aquí la cuestión no es
transigir, sino más bien explorar las posibilidades de compartir gustos con
nuestros hijos, un filón inagotable para ganarnos su confianza y respeto. Ahí
están, por ejemplo, Amaral y U2, dos bandas
que podrían servir como banda sonora casera en cualquier tarde de
domingo.

DANCE

Trance, progressive, ambient,
techno, makina, hardcore, drum & bass…
Aunque todos estos términos te
suenen a chino, seguro que tu hijo los conoce si empieza a ser asiduo de las
discotecas. Categoría que en las últimas dos décadas ha diversificado sus
sonidos y sub-estilos hasta la locura, dance music (música de baile) es
el nombre más habitual para referirse a todo lo que se pincha en las discotecas
y ha sido elaborado sirviéndose de aparatos electrónicos. Por afinidad
discotequera, podemos incluir en esta categoría a la fiebre de última hora: el
reggaeton y sus ritmos calentitos.

Muchos mitos rodean a un
universo musical que algunos aún se empeñan en uniformar bajo la etiqueta de
«bakalao». Que si no es música, que si todo el que la escucha es consumidor de
drogas químicas… Respecto a esto último, desde luego que el hecho de que un
conocido pinchadiscos se haga llamar DJ Pastis no ayuda en absoluto. Pero
también tenemos a Moby, un norteamericano que triunfa en las
pistas de todo el mundo y hace gala de no fumar, no beber y no tomar drogas. En
cuanto a la calidad musical, la verdad, sobre gustos los colores. Pero lo cierto
es que en las discotecas que se dirigen a los adolescentes suelen programar lo
peor de una amplia gama. En estos lugares, la receta son ritmos machacones, voz
estridente femenina que siempre parece la misma y un extraño parecido entre
todos los temas. Ya conocerán otras cosas…

POP-ROCK

Cajón de sastre para incluir a
todo tipo de grupos, el poprock se define más por lo que no es que por unas
características comunes. En España, algunas de las formaciones con más tirón
entre los chavales son Estopa, El Canto del Loco, Amaral o La Oreja de
Van Gogh
. Los primeros tienen la suerte de ser –amén de buenos músicos–
simpáticos y bastante lucidos, con lo que arrastran a legiones enteras de
quinceañeras. Los segundos apuestan por los temas pegadizos con letras frescas e
intrascendentes, un filón para el público pre-universitario. Por su parte,
Amaral encarna probablemente la gran revelación de la música
española en los últimos años. Pareja chico-chica, melodías envolventes y
personalidad propia… Una fórmula de éxito garantizado: no es extraño que guste
a hijos y padres por igual. Respecto a los donostiarras con nombre de pintor
maldito, sus letras inocuas y su imagen cándida garantizan que nunca serán
censurados ni por el progenitor más severo.

Fuera de nuestras fornteras
encontramos dinosaurios que, gracias a su capacidad para reinvertarse, aún
mantienen su poder magnético sobre el público más joven, caso de
U2 o Madonna. Pero hay muchas caras nuevas que
vienen pegando fuerte y que se han ganado un hueco en los oidos de los
adolescentes. Coldplay o Shakira son sólo
algunos.

RAP – HIP
HOP

Uno de los estilos rebeldes por antonomasia.
Germinado en los guetos negros de EEUU como forma de autoafirmación sin
especiales connotaciones violentas, el rap o hip-hop (sinónimos con algunos
matices) se ganó muy mala fama a finales de los 80 y principios de los 90 con el
surgimiento del gangsta-rap (rap de gangsters). Sus letras se llenaron entonces
de odas a la delincuencia impune, comentarios ofensivos para todo el que no
fuera negro y varón, y una actitud decididamente anti-sistema que despertó
encendidos debates sobre la libertad de expresión en EEUU.

Pero la cosa
ha cambiado. El rap es en la actualidad una música de masas consumida por todo
tipo de públicos y elogiada por políticos de diverso pelaje como expresión
artística que cruza fronteras y fomenta la interculturalidad. Hasta hace poco
casi inédito en la escena musical española, el hip-hop nacional vive ahora un
proceso de ebullición sin precedentes. Grupos andaluces como
SFDK o Tote King, catalanes
como Mucho Muchacho o aragoneses como Los Violadores
del Verso
… Mujeres como Mala Rodríguez o
Ari… Todos son auténticos ídolos para miles de adolescentes
españoles que ven en las letras combativas y la gesticulación chulesca del rap
una excelente forma de canalizar sus ansias por despegarse de la
infancia.

En el extranjero, Eminem se ha erigido en la
gran figura de esta década. Carismático como pocos, el chico de Detroit se ríe
de todo con inteligencia y dosis inagotables de un talento a prueba de
bombas.

COMERCIAL

Que
nadie se ofenda. Bajo esta categoría incluimos a grupos y solistas en los que la
imagen del artista pesa tanto o más que la calidad de su música, aunque esto no
quiera decir que el talento quede completamente desterrado . En otras palabras,
comercial es aquel estilo en el que es muy difícil triunfar si uno no dispone de
una percha más o menos aceptable (pensemos en Enrique Iglesias,
Ricky Martin…). Por supuesto, aquí entran todos los
triunfitos (concursantes de Operación Triunfo), un colectivo compuesto por
productos de usar y tirar donde la permanencia en lo más alto se limita a
contadas excepciones: David Bisbal, Chenoa y David Bustamente.
Curiosamente, todos los finalistas de la primera edición menos
Rosa, una ganadora, por desgracia, excesivamente voluminosa. El
resto sacan uno, dos o (como mucho) tres discos y se evaporan. Como es sabido,
el triunfito encuentra su principal cantera de fans entre los chavales 12-17
años con escaso criterio musical: tan pronto les aclaman como les dan la espalda
en cuanto pasa el furor inicial.

Si en España OT casi monopoliza la
música comercial para adolescentes, allende nuestras fronteras el formato por
excelencia son los grupos de guapitos y guapitas tipo N´ Sync
(herederos de los Backstreet Boys) o
Sugarbabes (idem de las Spice Girls). Pero la
reina indiscutible del negocio es Britney Spears. Un peldaño
más abajo encontramos a Cristina Aguilera,
Usher o, en versión chica mala, Avril
Lavigne
.

ROCK
DURO

No son pocos los chicos y (cada vez más) chicas que
se apuntan a los sonidos más duros en cuanto cruzan la frontera de la pubertad.
Junto al rap, el rock en sus vertientes más cañeras es el gran refugio de los
espíritus juveniles disconformes. Consejo para padres preocupados: aunque es
cierto que hay grupos de rock duro que lanzan mensajes violentos e incluso hacen
de la provocación su bandera (véase Marilyn Manson), la mayoría
de los conocidos como heavies son pacíficos por definición, y en muchos casos
hacen gala de una fuerte conciencia social e incluso de un romanticismo casi
decimonónico.

Dentro de nuestras fronteras, el gusto más extendido en los
últimos años se debate entre el rock callejero estilo Rosendo,
Extremoduro o Albertucho
, y las ensoñaciones esotérico-medievales de
El Mago de Oz y otras bandas similares. Con su pinta de
trovadores contemporáneos, los últimos se han comido literalmente el mercado
juvenil a base de letras de piratas, caballeros y otros aventureros de épocas
pasadas.

Fuera de España hay mucha más variedad, pero existen dos grupos
que se disputan la primacía entre la audiencia adolescente. Green
Day
han conseguido aburguesar el punk hasta extremos insospechados: en
sus conciertos de EEUU ya puede verse a niños de 12 años acompañados de sus
padres. Por su parte, System of a Down gusta a la chavalería,
pero también a paladares más maduros. Son cool (que molan), innovadores,
directos y además luchan por causas perdidas en todo el mundo. Apuesta ganadora,
qué duda cabe.

MÚSICA DE Y PARA
NIÑOS

Si bien la mayoría de los grupos mencionados en
este reportaje no se dirigen sólo a los adolescentes (simplemente estos son una
más entre sus diferentes tipos de audiencia), la industria discográfica también
ha creado a lo largo de la historia múltiples productos con niños como
protagonistas y expresamente dirigidos al público infantil.
Los pioneros
fueron Marisol y Joselito, dos encantadores
infantes con voz de ángel que pusieron el toque tierno a una época oscura.
Ya
en la democracia, el primer pastel se lo repartieron Parchís y
Enrique y Ana. Colores vivos, letras naïf y pop ñoño y marchoso
situaron a ambos en los primeros lugares de las listas de ventas durante los
últimos años 70 y primeros 80.
En los últimos 20 años, la música hecha por y
dirigida a niños ha corrido de la mano de las modas del momento. En los 90,
Francia sorprendió al mundo poniendo sobre el escenario a un mico de apenas dos
o tres años que cantaba, a ritmo de tecno, una canción titulada, como no podía
ser de otra forma, «Bebé».
Puede que el caso del pequeño galo pusiera de
manifiesto los excesos de la canción infantil. La cuestión es que durante un
tiempo el formato del cantante pre-adolescente perdió fuelle, pero no por muchos
años.
Ya en este siglo, tres niños han vuelto a poner de moda un fenómeno que
en la actualidad parece apuntar al alza. Son Melody,
Raulito y la archiconocida María Isabel. Los
tres explotan quizá más que sus antecesores el filón del niño jugando a ser
mayor.
La primera se ha hecho mayor y, al parecer, deja de interesar: hace
tiempo que no sale en los medios. El segundo fue moda de un día: salió en unos
cuantos programas de televisión, dio unas vueltas al estilo Chayanne y se fue
por donde había venido. La que más ha calado es sin duda María Isabel y su
Antes muerta que sensilla. Todo apunta a que habrá María Isabel para
rato…
El asunto de los niños cantantes despierta multitud de debates: ¿es
explotación infantil? ¿quién garantiza la escolarización de estos niños? ¿quién
se lleva los beneficios? ¿se les está privando de su derecho a tener infancia?
Opiniones, hay para todos los gustos.

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