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Alineación parental

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La American Psychiatric Association está ultimando el nuevo catálogo de enfermedades mentales, que tiene importantes consecuencias en el plano jurídico. Para esta importante asociación psiquiátrica, el denominado Síndrome de Alienación Parental no existe. En los últimos meses, se ha elevado la temperatura del debate para que se incluya este síndrome como un trastorno mental.

El Síndrome de Alienación Parental (SPA) fue definido en 1985 por el profesor de psiquiatría Richard A. Gardner. Desde entonces ha sido objeto de polémica, pues muchas asociaciones médicas, incluida la Organización Mundial de la Salud, no lo reconocen. En Gran Bretaña, por ejemplo fue rechazado y en España, en un informe del Congreso del pasado mes de noviembre, se recomienda no aceptar las consecuencias que rodean a este síndrome, “ni la aplicación de su terapia por parte de los tribunales de justicia, de los organismos públicos”. Sin embargo, el debate se ha calentado por la ofensiva de asociaciones y particulares que pretenden que se reconozca este síndrome, que afecta a los juicios que tienen muchas parejas divorciadas y separadas por la custodia de los hijos.

El meollo

Todos conocemos parejas que se han divorciado o separado que, por el bien de los hijos, no utilizan sus diferencias, a veces graves, para que se acerquen a uno u otro progenitor. Aunque estas situaciones afectan seriamente a los hijos, sobre todo si son pequeños, todavía las cosas pueden ser peores si se siembra la cizaña y se alimenta el odio desde uno de los bandos. Richard A Gardner definía este síndrome como el conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor, mediante distintas estrategias, trasforma la conciencia de sus hijos con el fin de impedir, obstaculizar y destruir sus vínculos con el otro progenitor. La verdad que todo esto sonaría a novela melodramática o película de terror si no fuese moneda diaria en los divorcios y separaciones. En este caso, la realidad supera a la ficción.

Del amor al odio extremo hay un paso, y más en este tipo de situaciones. Los matrimonios se rompen y, de pronto, comienza una cacería para ver quién es el que se queda con los hijos. Para ello, todo vale, y los hijos son vilmente utilizados por una o las dos partes para que se posicionen, tomen partido y, además, a ser posible rechacen completamente a la otra persona. Por lo general, son las madres a las que los jueces les asignan su custodia, asunto que despierta muchas quejas por parte de padres que se sienten discriminados sin motivo. Ellos se consideran igualmente aptos que sus exmujeres para educar y mantener a sus hijos, y no acaban de entender que se les margine con argumentos a veces muy simples. Todo esto provoca, como no podía ser menos, situaciones dramáticas, enfermizas, delirantes, que afectan más de lo que se cree a los hijos. Por ejemplo, un estudio del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres demuestra cómo la inestabilidad familiar dispara las enfermedades mentales de los hijos: el divorcio les hace más vulnerables a la psicosis. Si de por sí, aunque se trate de una separación amistosa, hay secuelas, cuando todos los miembros de una familia se ven inmersos en una guerra de este tipo, todos salen perdiendo, pero más la parte más débil, los hijos.

Aunque no tenga el calificativo profesional de síndrome, ni llegue a ser un trastorno, ¿o sí?, es evidente que en determinados casos existe una calculada estrategia por parte de un progenitor para desacreditar al otro. Para ello se utilizan todo tipo de argumentos para desacreditar al contrario con la consigna de que “todo vale”. Los niños no tienen una gran capacidad de discernimiento y no les resulta cómodo ni fácil cuestionar las opiniones de sus padres, ni menos enfrentarse a ellos. Las consecuencias de esta maquiavélica estrategia son más amplias de lo que parece, pues muchos divorcios no sólo son entre el marido y la mujer sino entre las dos familias al completo, rompiendo todo tipo de vínculos hasta con los abuelos.

Todavía no se sabe en qué va a acabar este debate, que cuenta con fervientes partidarios en los dos bandos. ¿Existe o no existe el Síndrome de Alineación Parental? ¿Es una maniobra de los abogados para defender de otra manera a los hombres, que son los que llevan las de perder? ¿Es un invento médico para obstaculizar el trabajo de las madres, sobre las que suele recaer el peso de la educación de sus hijos? Como siempre, lo más triste de este debate es el papel de los hijos: espectadores de un melodrama que siempre les acaba salpicando.

ALEJADOS DEL PADRE

  • Un estudio realizado en 2008 en Francia por el INSEE, organismo estadístico francés, demuestra que el divorcio distancia a padres e hijos por mucho tiempo. Este mismo estudio afirma que el debilitamiento de la relación afecta mucho menos a la madre. Con el paso del tiempo, los hijos de matrimonios divorciados o separados visitan mucho más a su madre que a su padre.
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