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Armas contra las garras del consumismo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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En una sociedad rica y ostentosa como nunca, no resulta fácil
abstraer a nuestros hijos de tendencias de consumo cada
vez más arraigadas. Pero no debemos olvidar que su imadurez
y falta del sentido de responsabilidad hace de ellos
víctimas especialmente apetecibles. Hay recursos para evitar
que se conviertan en insoportables caprichosos. Ante todo,
predicar con el ejemplo.

Autor: padresycolegios.com

Para unos, no hay escapatoria. La bonanza económica en los países ricos impone
la ley del consumo masivo, algo que no es malo en sí mismo. «A fin de cuentas, a
todos nos gusta vivir bien», aducen. Sus razones tienen: ¿recuerdan cuando la
mayoría nos mofábamos de aquellos «snobs» que paseaban por la calle los primeros
móviles?
Sin negar los beneficiones de la sociedad de mercado, otros opinan
que sí habría que poner coto a la compra desenfrenada. Sobre todo cuando toca
educar en la responsabilidad al más inerme. Es decir, dotar de recursos a los
más pequeños para que las garras de la publicidad y la presión social no les
arrastren de lleno a la superficialidad de la apariencia.
¿Pero cómo hacerlo?
Primero está el temor a que nuestros hijos pasen por pringaos ante su círculo de
amigos. A que su móvil quede desfasado y esto le suponga ser el hazmerreír de la
clase. A que su ropa pase de moda o no luzca las marcas adecuadas, y por ello
sea marginado e incluso acosado por sus colegas de dentro y fuera del
colegio.
Para los sociólogos y educadores, éste es un círculo fácil de
explicar: el niño pide, los padres (por ese miedo a la burla ajena) acceden, el
niño pide más y, como el padre X transige, el padre Y se deja llevar. Una
dinámica sencilla que funciona sobre cimientos sólidos como el descenso de la
natalidad (atención más individualizada, el hijo único…) y el aumento del
nivel de vida.
«Está claro que el fenómeno del consumismo ha aumentado en
todas las edades, así que también entre los niños y adolescentes», asegura
Javier Guri, asesor en Protección sociocultural del Defensor del Menor de la
Comunidad de Madrid. «Cada vez hay más fechas para regalar: a las navidades y
cumpleaños se han sumado el fin de curso, los carnavales… Cualquier momento es
bueno».

RESPONSABILIDAD

Para más inri,
muchos padres se encuentran ante un dilema no siempre fácil de resolver.
«¿Educar a mi hijo en el consumo responsable cuando yo mismo renuevo vestuario,
coche y electrodomésticos sabiendo con certeza que no lo necesito?» Es inútil
negarlo: hay familias que no sólo consienten (tirando, claro, de billetero) que
su hijo sea un consumista de pro, sino que lo alientan e incluso se enorgullecen
de ello. «En muchas casas, todos los años hay nuevos chismes, el padre cambia de
coche cada tres o cuatro años… Así es difícil inculcar valores de
responsabilidad en el consumo», añade Guri.
Enseñar con el ejemplo se revela,
pues, como el mejor camino para evitar que nuestros hijos se conviertan en
caprichosos pidelotodo. Los expertos lo tienen claro: sólo cuando la frivolidad
materialista deje de formar parte de nuestras vidas estaremos legitimados para
argumentar ante nuestros hijos que la presión de grupo es una tontería, que hay
que tener más personalidad, que la obsesión por el objeto es un insulto para los
que no tienen ni para comer, etc…

EL VALOR
DEL DINERO

Luego están los medios de comunicación,
con sus mensajes de éxito
fácil en los que la apariencia y la
ostentación se erigen en reyes absolutos.
Mucha publicidad y mucho
programa en el que lo que
cuenta es el tener, no el ser. Demasiados,
coinciden todos. Ante
ellos, sólo queda prevenir desde
edades tempranas, viendo la tele
en familia y dejando claro qué es
realidad, qué ficción y qué una realidad
adulterada y muy alejada del
día a día.
Por último, los padres pueden
y deberían esforzarse en transmitir
el valor del dinero. «Los niños
tienen que aprender que el dinero
no llueve del cielo, que conseguirlo
implica un esfuerzo», señala
Guri. Y también en controlar cómo
consiguen y emplean los recursos
económicos de que disponen.
Más que paga sí, paga no, la
cuestión es envolver el tema gastos
con «diálogo y confianza», en
palabras del asesor del Defensor
del Menor.

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