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Buen humor: aulas en positivo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los niños pasan la mayor parte del día en el colegio. Habitualmente recibiendo sesudas enseñanzas que dejan poco espacio dentro del recinto escolar al ingenio y la risa. Pero ¿qué sucede cuando el humor y la risa se introduce en el aula?

Si los que ya hemos concluido nuestra etapa escolar nos parásemos a pensar en los profesores que nos han dejado huella, posiblemente la mayoría de los recuerdos se concentrarían en dos perfiles: el de los docentes muy estrictos y el de los docentes divertidos. ¿Cómo olvidar a aquellos profesores que nos hacían temblar y a aquellos otros con los que la hora de clase se nos pasaba volando?
Germán Payo pertenece al segundo grupo. Durante treinta años ha impartido clases en el colegio Antonio Machado de Salamanca, adonde implantó una pedagogía centrada en el buen humor. Su programa, denominado Educa desde el Humor, se ha exportado a numerosos países y en España ha sido galardonado con dos premios a la Experiencia Educativa Innovadora. Uno de sus lemas es “el humor no te soluciona la vida, pero sí ayuda”. Él ha tenido ocasión de comprobarlo en el ámbito educativo.
El humor beneficia seriamente la salud y, según algunos estudios, también la calidad de la enseñanza. Cuando el humor se utiliza en clase, hay un efecto directo sobre el clima escolar, “mejora la relación con los demás compañeros y con el profesor”. Además, “cuando el alumno puede reírse en clase y está relajado, aprende mejor. La tensión no ayuda al aprendizaje”, explica Germán Payo. Además, hay otros dos aspectos fundamentales que se fomentan gracias al humor: los alumnos están más motivados en el proceso educativo y tienen posibilidad de desarrollar su creatividad y su ingenio “lo que les va a ayudar mucho para enfrentarse al estrés”.
La risa se emplea como medida terapéutica. Pero sus beneficios no se circunscriben al momento en que se produce, sino que van mucho más allá. La risa produce sensación de bienestar, ya que al reír se generan endorfinas y serotonina, permite liberar tensiones y estrés, ayuda a hacer juicios más compensados, poniendo los problemas en perspectiva, mejora la autoestima y estimula la creatividad y el ingenio, entre otros beneficios.
“Muchos profesores son reticentes a introducir el humor en las aulas porque tienen miedo a no poder dominar a la clase, pero esto no tiene por qué suceder”, advierte el experto, que es miembro de la Sociedad Internacional de Estudios del Humor. “Los profesores deben usar el sentido común antes del sentido del humor. Primero hay que lograr el control de la clase, y luego aplicar el sentido del humor durante un tiempo limitado, contando alguna cosa que sea divertida, mediante la improvisación, llamando su atención con algo gracioso o imposible…”, puntualiza Germán Payo.
“Poner límites no está reñido con el sentido del humor, del mismo modo que el sentido del humor no es incompatible con ser serio, cumplidor y exigente en el trabajo”, explica. “Se pueden poner límites, pero sin estar enfadado todo el día”.
El humor en el aula ha de ser un humor blanco, no es un humor basado en el chiste fácil ni en el sarcasmo ni  la burla. En la risa deben participar todos, y en este sentido el profesor ha de cuidar no herir ninguna sensibilidad. No consiste en reírse de alguien sino en hacer partícipe a todo el grupo del buen humor, en el que ninguno de los alumnos sea el blanco de las burlas.

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