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Cómo hablar de “eso” con nuestros hijos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Diana Oliver

 

Internet y las redes sociales han influido enormemente en la forma en la que nos relacionamos. También en cómo accedemos a según qué información: nunca antes había sido tan fácil y tan rápido tener a nuestro alcance contenidos de todo tipo; incluidos contenidos sexuales y pornográficos. Y es que, según diversos estudios, a los 9 años un elevado porcentaje de niños y niñas ya ha tropezado accidentalmente con contenido de tipo sexual mientras navegan por la red; lo que a futuro puede distorsionar lo que es el sexo y seguir alimentando estereotipos de género y prácticas sexuales no consentidas. No faltan motivos para transitar junto a nuestros hijos e hijas una educación sexual sana, para que seamos las familias y escuelas –y no Internet– las que les acompañemos en este camino. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto hablar de sexualidad con normalidad?

Responde Mamen Jiménez, psicóloga y autora de Yo te lo explico (OBERON), una guía con información y herramientas para acompañar a niños y niñas en su desarrollo afectivo-sexual con naturalidad, que la sexualidad siempre ha sido, en realidad, un tema tabú, tanto la infantil como la adulta. “De sexo se habla, el sexo es omnipresente en nuestra sociedad, pero la sexualidad hablamos poco o nada”. Parte de ese reparo a abordar el tema viene, según la psicóloga, por considerar la sexualidad desde una óptica adulta, lo que está totalmente fuera de la infancia. “La sexualidad infantil no es como la adulta, no hay significados, no hay erótica, es puro autoconocimiento, pura exploración: empiezan conociendo su cuerpo y a partir de ahí, y a través de él, conocen el mundo que les rodea y establecen lazos afectivos. De ahí que se hable, aunque sea redundante, de “lo afectivo-sexual”, porque en la infancia son aspectos indistinguibles”, señala.

 

Superar las barreras de la vergüenza

 

Para superar esa barrera de vergüenza y la incomodidad para poder hablarlo con normalidad, Mamen Jiménez considera que “podemos empezar por revisar nuestras propias ideas, creencias y tabúes sobre el tema, hacer limpieza para quedarnos con lo que nos interesa y enviar a reciclar eso que nos inculcaron con lo que ahora, de adultos, no nos sentimos en absoluto a gusto”. Es a partir de esa revisión desde donde, según Jiménez, podemos reflexionar acerca de qué mensajes queremos transmitirles a nuestros hijos e hijas, lo cual nos hará sentir más seguros porque vamos “preparados”.

 

¿Y si nos da mucha vergüenza y no hay forma de derribar todas esas ideas preconcebidas? La psicóloga recomienda hacer ensayos a solas: “Ensayar en solitario lo que les vamos a contar es la mejor manera de prepararse para afrontar algo que no hemos hecho antes; ya sea hablar de esto o tener una conversación complicada con nuestra jefa. Es aplicable a muchos ámbitos de la vida”.

 

Ideas y recomendaciones para hablar de “eso”

 

  • Mamen Jiménez recomienda que antes de contarle nada sobre sexualidad, averigüemos qué sabe o qué cree que es eso que ha preguntado. “Es importante siempre preguntar qué sabe antes de lanzarnos a dar explicaciones, de esta forma nos aseguramos de partir del nivel actual de conocimiento de nuestro hijo y eso nos permitirá, a su vez, articular la información que le vamos a dar, que bien puede ser corregir ideas que ya tiene o ampliar conocimientos”.

 

  • La autora de ‘Yo te lo explico’ insiste en que es importante que llamemos a los genitales por su nombre. “Es habitual que le pongamos “nombres cuquis o divertidos” a las partes del cuerpo de nuestros hijos e hija, y no pasa nada por hacerlo pero existen dos grandes motivos para llamar a los genitales por su nombre, al pene, pene, y a la vulva, vulva: por un lado, si solo nos referimos a esas zonas a través de eufemismos estamos transmitiendo el mensaje de que ahí pasa algo, que esas zonas son diferentes y que no debe hablarse directamente de ellas, con lo cual contribuimos a generar una actitud negativa del peque hacia su propio cuerpo. “Eso no se toca, eso no se mira, eso no se nombra”. Y esto nos lleva al segundo gran motivo: la protección frente a abusos y detección de los mismos. Conocer el nombre real de las partes del cuerpo y manejarlas con naturalidad empodera a nuestros peques, contribuye a que entiendan que su cuerpo, además de ser maravilloso y perfecto -nada “sucio”, nada negativo-, es eso, suyo.

 

  • También es fundamental para la psicóloga perder el miedo por creer que les vamos a dar más información de la necesaria, por aquello de “no darles ideas”. “Quiero mandar un mensaje de tranquilidad porque precisamente por ese miedo, lo más probable es que nunca contemos de má Además de empezar por preguntarles qué saben antes de contestar o contarles algo, partimos de la base de que conocemos a nuestros hijos, sabemos por dónde andan sus ideas y su desarrollo, tanto del lenguaje como cognitivo, por lo que podremos adaptar el discurso. No pasa nada por hablarles de óvulos y espermatozoides desde que son bien pequeños, y según van creciendo ir ampliando hasta que se les explique exactamente cómo llegan a estar en el mismo espacio esas dos células. Lo importante es, si ya hablamos de relaciones sexuales, explicar en todo momento que es algo que hacemos los adultos”.

 

  • Si nunca nos han hecho preguntas sobre este tema o han mostrado curiosidad conviene tener en cuenta la educación sexual del mismo modo que tenemos en cuenta otras parcelas de la vida. “De la misma forma que no esperamos a verles cruzar la calle con el semáforo en rojo para explicarles seguridad vial, no tiene sentido esperar a que pregunten para hablar de esto, porque además, efectivamente, hay peques que no preguntan. No podemos dejar todo un área del desarrollo de nuestras hijas e hijos sin atender, sin que de manera consciente la abordemos para ayudarles a que se desarrollen sanos, felices y seguros”, sostiene Mamen Jiménez.

 

  • Por último, debemos saber que siempre estamos a tiempo de hablar con nuestros hijos e hijas de sexualidad. La psicóloga apunta que se haga de manera consciente “utilizando a lo largo del día las muchísimas situaciones que se dan a través de las cuales transmitimos información sobre sexualidad: al abrazarles, al ducharnos o no ducharnos con ellos, con la relación que tenemos entre los adultos y que ellos ven, con lo que les decimos acerca del juego o de la ropa, con lo que comentamos al ver una peli o al hablar de Pepita/o, al decirles que si no quieren no tienen por qué darle un beso al abuelo…”.

 

 

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