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Cuando el colegio queda muy lejos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Muchos coinciden en que la mayoría de los padres no se esfuerza por participar en el colegio
de sus hijos todo lo que debieran. La falta de tiempo es la coartada favorita, pero lo
cierto es que en ocasiones pesa más la pereza que los horarios. Sin embargo, los expertos
aseguran que una buena interacción familia-escuela es sinónimo de éxito educativo.

Autor: RODRIGO SANTODOMINGO

Al hablar de las relaciones familiaescuela, abunda un tópico que domina sobre todas las cosas: por norma general, los padres se implican poco en el colegio de sus hijos. Hay excepciones, afirma el saber popular, pero lo habitual es que pocos progenitores vayan más allá de las tutorías (cuando acuden) y de alguna fiesta de navidad o fin de curso con la que cumplir el expediente.
Además, no falta quien asegura que el fenómeno de la inmigración ha hecho que decaiga aún más el compromiso paterno con el centro educativo en el que escolarizan a sus retoños. Según señalan varios directores de institutos de Educación Secundaria situados en el sur de Madrid, la falta de tiempo (las jornadas laborales de muchos inmigrantes superan las 10 horas) y el desconocimiento de sus derechos aleja a muchos miembros de este colectivo del colegio de sus hijos.
Para Mercedes Díaz Massó, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres «Francisco Giner de los Ríos» (mayoritaria en la Pública de la Comunidad de Madrid), al abordar el tema de la participación en la escuela hay que distinguir dos objetivos bien diferentes.
«Si entendemos la participación como posibilidad de intervenir en el proceso de toma de decisiones, entonces es muy baja». Según Díaz Massó, influir en temas como los horarios o el reglamento interno del centro es un derecho de los padres, «pero no se ha creado un clima adecuado para hacer creer a los padres que esto es posible». Además, «existen barreras administrativas» y de otro tipo que hacen imposible ejercer este derecho en su plenitud.

COLABORAR

Por el contrario, la presidenta de la «Francisco Giner de los Ríos» derrocha optimismo al hablar de otra modalidad participativa que ella enmarca bajo el término «colaborar». En su experiencia, «cuando se llama a los padres para reuniones y tutorías, siempre están dispuestos a acudir». Díaz Massó asegura además que al solicitar el centro ayuda a los padres para organizar fiestas o actividades extra-escolares, la respuesta es siempre positiva. «No de manera mayoritaria», matiza, «pero es que muchas veces ni el padre ni la madre pueden comprometerse con la vida del colegio por la incompatibilidad de horarios».
En cualquier caso, Díaz Massó considera que la participación decae en Secundaria, una etapa en la que «los alumnos tienen más autonomía y libertad para tomar sus propias decisiones».
Distinta es la visión de Eduardo García Amenedo, miembro de la Comisión Permanente de Concapa (Confederación de Asociaciones de Padres Católicos), una organización implantada sobre todo en centros concertados.

ELECCIÓN

Para él, el problema de la escasa participación radica en que «muchos padres no pueden elegir el colegio que quieren para sus hijos», algo que les desvincula del proyecto educativo del centro y les aleja del mismo.
Según García Amenedo, en ocasiones parte de culpa también es de los centros ,»que no facilitan la participación», e incluso de las propias asociaciones de padres, «cuya principal misión debería ser educar a otros padres a implicarse en la vida escolar».
Concapa también aboga por pasar de la «participación formal» a la «participación real», esto es, «corresponsabilizar a los padres en el proyecto educativo y en los objetivos que se persiguen».
Sea como fuere, lo que parece fuera de toda duda es que las fórmulas imaginativas son el mejor remedio para poner al padre en la órbita escolar. Por ejemplo, un colegio público de Lanzarote apostó hace unos años por un proyecto de recuperación de cultivos en desuso haciendo co-partícipes a padres y profesores. La iniciativa fue un éxito, y ahora hay planes para crear un museo de biología y una ruta ecológica

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