fbpx

Cuestión de responsabilidad

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
0

La práctica totalidad de los padres españoles vacuna a sus hijos. Pero la corriente antivacunación, más popular en países del norte de Europa, empieza a gotear en España. Basada en creencias infundadas y en actitudes egoístas, según los pediatras, pone en riesgo la salud de los niños y es una amenaza para la salud pública.

Como ocurre con casi todo en internet, si un padre recurre a ella para indagar sobre las vacunas, acabará más desinformado de lo que estaba, además de preocupado y temeroso. Pese a ser una cuestión de salud y responsabilidad públicas de primer orden, la vacunación es un campo sembrado de minas de desprestigio infundado en la red que en algunos países está afianzando la peligrosa tendencia de no vacunar a los niños.

En España, no ha cuajado. Tenemos una “cobertura espectacular” del 90-95% en la vacunación infantil, informa el doctor David Moreno, coordinador del Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pedagogía. Pero los padres estamos igual de expuestos a leer cosas en la red como que las vacunas producen cáncer, infertilidad y muerte súbita, que no evitan las enfermedades contra las que están concebidas y que, además, es todo fruto de una conspiración de las farmacéuticas.
En países escandinavos, o en las mismísimas Alemania y Francia, dónde el índice de vacunación desciende al 50- 60% , esas creencias no contrastadas han generado dos convicciones: que las vacunas son inútiles y que son peligrosas.  La tendencia se disparó en los noventa, tras la divulgación de un estudio médico que años después se demostró fraudulento. Su autor, el cirujano inglés Andrew Wakefield, vinculaba la triple vírica con el autismo en una serie de niños. “Fue catastrófico para las vacunas”, admite Moreno. Aunque la Justicia demostró el falseamiento de historias clínicas y el reparto, a medias con los padres de los niños, de las indemnizaciones de sus seguros médicos; aunque el cirujano fue condenado y perdió su licencia; aunque estudios posteriores no han sido concluyentes,“el daño se hizo”.

La tercera causa de no vacunación es la convicción infundada de que es innecesario, arrogancia típica de este primer mundo que ilustra muy bien el doctor Carlos González en su libro En defensa de las vacunas, con la siguiente anécdota: “En una reunión europea sobre lactancia uno de los participantes hizo un comentario contra las vacunas. […] La doctora Sofía Quintero, que durante años trabajó en Mozambique, se indignó y me dijo: “¡Cómo se puede ser tan irresponsable! Estos europeos no han visto nunca morir a un niño de sarampión, de difteria o de tétanos y se atreven a criticar las vacunas!”.
El doctor Moreno reconoce “un punto egoísta” en los padres que esgrimen que, “como los demás se vacunan, no pasa nada porque yo no vacune a los míos”. Es probable que no pase nada, pero si la tendencia aumenta, tendremos un problema, no sólo personal, sino colectivo.
Vacunar a nuestros hijos les evita enfermedades y es un ejercicio de responsabilidad social de alcance mundial. Tanto es así que hasta que no se cuentan “cero casos” de una enfermedad en todo el mundo, no se suprime su vacuna. La movilidad de la población obliga a adoptar esa precaución.

El coordinador del CAV desgrana tres tipos de perfil poblacional que en España no vacunan. Uno de ellos responde al del extranjero del norte de Europa que se asienta en la costa mediterránea con sus hijos y “una mentalidad un poco hippie”, una “ideología” naturalista vinculada al vegetarianismo y al rechazo general a cualquier medicamento.
Otro grupo de riesgo lo encontramos en “bolsas de población marginal”: etnia gitana e inmigrantes del Este. “Ahí es donde se produjeron los brotes de sarampión de hace dos años que nos preocuparon tanto”, puntualiza.

El tercer perfil es el de un español de nivel sociocultural alto, “que cuestiona, con su ciencia y a su modo, la vacunación”, y que acude a pediatras privados. El pediatra incide en que debemos recordar los beneficios globales de la vacunación, más allá de los evidentes en los individuos: “Gracias a las vacunas, el sarampión y la rubeola están prácticamente erradicado; de la polio sólo queda algo en cuatro países de África y Asia. A la viruela ya le dijimos adiós. La tosferina se ha disminuido y la meningitis ha bajado muchísimo”.

0
Comentarios