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Diabetes oculta

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Más del 90% de los profesores está al tanto de si entre sus alumnos hay alguno diabético. Sin embargo, los expertos han mostrado su preocupación porque todavía persiste un 8% de padres que no informa al centro escolar o al profesorado de que su hijo padece esta enfermedad.

Alejandra Rodríguez
La diabetes es una enfermedad crónica que, actualmente, tiene un tratamiento relativamente fácil de seguir y maneras muy eficaces de controlarse.
Sin embargo, la variante tipo 1 de esta patología se presenta en la infancia (como muy tarde en la adolescencia y de manera muy rara en adultos jóvenes), lo que supone un auténtico choque para los padres del paciente, que a la angustia de saber que su hijo padece una enfermedad, que arrastrará de por vida, se suman las incertidumbres de cómo instruir al pequeño para pincharse la insulina, alimentarse correctamente, avisar a su entorno del problema que padece…
Sin embargo, es vital que los padres tomen conciencia rápidamente de la enfermedad que padece su hijo, aprendan con él la manera de mantenerla bajo control e informen al centro escolar de que el niño sufre diabetes. De lo contrario, pueden presentarse episodios severos que son fácilmente evitables con una buena comunicación.
DIABETES TIPO 1 EN CIFRAS
Los autores del estudio Diabetes en la Escuela, promovido por la Fundación para la Diabetes entre niños de 6 a 16 años, calculan que en nuestro país hay 30.000 menores de 15 años diagnosticados de diabetes. Anualmente, esta cifra se incrementa en 1.100 nuevos casos.
El 92% de los profesores de estos alumnos está al tanto de si entre sus alumnos hay alguno diabético. Sin embargo, los expertos han mostrado su preocupación por el hecho de que todavía persiste un 8% de padres que no informa al centro escolar o al profesorado de esta circunstancia.
Especialmente serio resulta el dato de que los profesores de gimnasia, que precisamente son los más susceptibles de presenciar un episodio de hipoglucemia en el alumno a resultas del esfuerzo físico que se lleva a cabo en estas sesiones, son los peor parados en este ranking de desinformación, ya que aproximadamente el 15% de estos docentes no sabe si tiene un pupilo diabético o no.
BUENA VOLUNTAD
Esta institución ha llevado a cabo un sondeo entre el profesorado al respecto de este tema y prácticamente todos han manifestado la utilidad de conocer esta enfermedad, así como de contar con material educativo para saber hacer frente a una crisis aguda que pudiera producirse en el colegio.
No obstante, y a pesar de que el 95% de los padres coincide en esta apreciación, lo cierto es que todavía un porcentaje nada despreciable decide ocultar la patología de su hijo.
En la mayoría de las ocasiones se hace por evitarle al pequeño malos tragos por ser diferente y facilitar su integración con el resto de compañeros. Sin embargo, lejos de ser beneficiosa, esta precaución puede ser fatal.
“El profesor es el primer adulto que contacta con el niño en el colegio y, por tanto, aquel de quien parte la primera acción ante una hipoglucemia y cuya ayuda puede ser fundamental”, explica el doctor Juan Pedro López Siguero, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.
Este experto insiste en la necesidad de que el profesorado reciba una formación adecuada que le facilite la tarea del manejo de cualquier posible emergencia. Por su parte, la familia ha de poner todos los medios a su alcance para allanar este camino.
Lo más sencillo y práctico es mantener una reunión al inicio del curso en el que los progenitores expliquen detalladamente las particularidades de la enfermedad, las necesidades del pequeño y resuelvan cualquier duda que se pueda presentar. Asimismo, han de poner al alcance del centro escolar varios teléfonos de contacto para poder estar localizables fácilmente, así como autorizar al colegio a trasladar al pequeño a un centro sanitario si se presenta una emergencia.
INTEGRACIÓN TOTAL
El 32% de los alumnos diabéticos que participaron en el trabajo se inyecta insulina. El 65% controla sus niveles de glucosa en sangre en el cole. El 45% come en el colegio, pero se lleva su propia comida debido a la necesidad de supervisar estrictamente su dieta.
A pesar de estas particularidades, y tal y como sucede con otro tipo de alumnos (celíacos, practicantes de religiones con pautas dietéticas…) el alumno diabético tiene derecho, siempre que no exista una contraindicación médica expresa, a participar en todo tipo de actividades escolares y extra escolares.
Por otro lado, los comedores escolares deberían estar preparados para ofrecer a estos alumnos una alimentación adecuada.
Desde la Fundación para la Diabetes abogan por la adaptación de los comedores, pero también por la presencia de personal sanitario que colabore en el manejo de estos pacientes y los ayu-
de a controlar sus niveles de glucosa cuando son muy pequeños.
Se estima que, a partir de los ocho años, los niños diabéticos son perfectamente capaces de hacerse cargo de sus mediciones y pinchazos, pero antes no estaría de más contar con la ayuda de un adulto debidamente formado. z

 

La diabetes es una enfermedad crónica que, actualmente, tiene un tratamiento relativamente fácil de seguir y maneras muy eficaces de controlarse.

Sin embargo, la variante tipo 1 de esta patología se presenta en la infancia (como muy tarde en la adolescencia y de manera muy rara en adultos jóvenes), lo que supone un auténtico choque para los padres del paciente, que a la angustia de saber que su hijo padece una enfermedad, que arrastrará de por vida, se suman las incertidumbres de cómo instruir al pequeño para pincharse la insulina, alimentarse correctamente, avisar a su entorno del problema que padece…

Sin embargo, es vital que los padres tomen conciencia rápidamente de la enfermedad que padece su hijo, aprendan con él la manera de mantenerla bajo control e informen al centro escolar de que el niño sufre diabetes. De lo contrario, pueden presentarse episodios severos que son fácilmente evitables con una buena comunicación.

 

Diabete tipo 1 en cifras

Los autores del estudio Diabetes en la Escuela, promovido por la Fundación para la Diabetes entre niños de 6 a 16 años, calculan que en nuestro país hay 30.000 menores de 15 años diagnosticados de diabetes. Anualmente, esta cifra se incrementa en 1.100 nuevos casos.

El 92% de los profesores de estos alumnos está al tanto de si entre sus alumnos hay alguno diabético. Sin embargo, los expertos han mostrado su preocupación por el hecho de que todavía persiste un 8% de padres que no informa al centro escolar o al profesorado de esta circunstancia.

Especialmente serio resulta el dato de que los profesores de gimnasia, que precisamente son los más susceptibles de presenciar un episodio de hipoglucemia en el alumno a resultas del esfuerzo físico que se lleva a cabo en estas sesiones, son los peor parados en este ranking de desinformación, ya que aproximadamente el 15% de estos docentes no sabe si tiene un pupilo diabético o no.

 

Buena voluntad

Esta institución ha llevado a cabo un sondeo entre el profesorado al respecto de este tema y prácticamente todos han manifestado la utilidad de conocer esta enfermedad, así como de contar con material educativo para saber hacer frente a una crisis aguda que pudiera producirse en el colegio.

No obstante, y a pesar de que el 95% de los padres coincide en esta apreciación, lo cierto es que todavía un porcentaje nada despreciable decide ocultar la patología de su hijo.

En la mayoría de las ocasiones se hace por evitarle al pequeño malos tragos por ser diferente y facilitar su integración con el resto de compañeros. Sin embargo, lejos de ser beneficiosa, esta precaución puede ser fatal.

“El profesor es el primer adulto que contacta con el niño en el colegio y, por tanto, aquel de quien parte la primera acción ante una hipoglucemia y cuya ayuda puede ser fundamental”, explica el doctor Juan Pedro López Siguero, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.

Este experto insiste en la necesidad de que el profesorado reciba una formación adecuada que le facilite la tarea del manejo de cualquier posible emergencia. Por su parte, la familia ha de poner todos los medios a su alcance para allanar este camino.

Lo más sencillo y práctico es mantener una reunión al inicio del curso en el que los progenitores expliquen detalladamente las particularidades de la enfermedad, las necesidades del pequeño y resuelvan cualquier duda que se pueda presentar. Asimismo, han de poner al alcance del centro escolar varios teléfonos de contacto para poder estar localizables fácilmente, así como autorizar al colegio a trasladar al pequeño a un centro sanitario si se presenta una emergencia.

 

Integración total

El 32% de los alumnos diabéticos que participaron en el trabajo se inyecta insulina. El 65% controla sus niveles de glucosa en sangre en el cole. El 45% come en el colegio, pero se lleva su propia comida debido a la necesidad de supervisar estrictamente su dieta.

A pesar de estas particularidades, y tal y como sucede con otro tipo de alumnos (celíacos, practicantes de religiones con pautas dietéticas…) el alumno diabético tiene derecho, siempre que no exista una contraindicación médica expresa, a participar en todo tipo de actividades escolares y extra escolares.

Por otro lado, los comedores escolares deberían estar preparados para ofrecer a estos alumnos una alimentación adecuada.

Desde la Fundación para la Diabetes abogan por la adaptación de los comedores, pero también por la presencia de personal sanitario que colabore en el manejo de estos pacientes y los ayude a controlar sus niveles de glucosa cuando son muy pequeños.

Se estima que, a partir de los ocho años, los niños diabéticos son perfectamente capaces de hacerse cargo de sus mediciones y pinchazos, pero antes no estaría de más contar con la ayuda de un adulto debidamente formado.

 

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