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Duérmete niño

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Un niño en vela puede ser la
mejor garantía de noche en
blanco para toda la familia. Ante
el problema creciente del insomnio
infantil, demasiados padres
apuestan por el atajo de la pastilla para dormir, una solución que los especialistas rechazan
salvo en casos extremos. Y es que la ausencia de sueño suele ser síntoma de un
problema oculto: mejor atacar la raíz que abrazar los dudosos encantos de la química.

Autor: padresycolegios.com

Cachivaches electrónicos en el dormitorio. Mensajes SMS que llegan a horas intempestivas. Rutinas diarias incumplidas y horarios más flexibles. Exposición a toda clase de estímulos –cada vez más turbadores– durante el tiempo de vigilia.
Son varios los factores que explican una realidad que ya nadie discute: los niños y adolescentes del mundo desarrollado pierden cantidad y calidad de sueño. El cimiento de una mente sana, agil y receptiva se tambalea, y demasiados pediatras optan (con la aquiescencia de los padres) por la vía rápida de la pastilla milagrosa.
Según los datos que maneja Gonzalo Pin, director médico de la Unidad Valenciana del Sueño Infantil, un 6% de menores españoles recibe tratamiento farmacológico para ayudarles a dormir. Lo que debería utilizarse como último recurso ha pasado a ser (en demasiadas ocasiones) primera opción.
“Está comprobado que los médicos de atención primaria abusan a la hora de prescribir este tipo de medicamentos”, corrobora la doctora Milagros Merino, de la Unidad Pediátrica de Trastornos de Sueño en el Hospital de la Paz de Madrid. Merino aporta un dato impactante: según un estudio de la revista Sleep, el 80% de los médicos de EEUU tiran de receta cuando llega a su consulta un menor con problemas de sueño.

INSOMNIO IDIOPÁTICO

Los especialistas no rechazan a priori los encantos de la química para abordar casos graves de insomnio infantil; simplemente reclaman seriedad y rigor en el diagnóstico. Si no queda otro remedio, exigen limitar al máximo el periodo de ingesta, combinar los fármacos con otros enfoques terapeúticos y llevar a cabo un seguimiento cercano de cada caso.
Y es que, aunque existe el insomnio como tal enfermedad (llamado idiopático o primario), lo habitual es que dormir mal sea un mero síntoma, la apariencia externa de un desequlibrio más profundo.
“Normalmente tiene una raíz cognitivo-conductual”, asegura el doctor Pin, “son pocos los casos en los que encontramos una explicación biológica”.
Siendo dos de los principales expertos en sueño infantil de nuestro país, los doctores Merino y Pin coinciden en culpar a las pantallas electrónicas como uno de los grandes inhibidores del reposo nocturno. Televisión y ordenador emiten ondas lumínicas que afectan a la secreción de la melatonina, un neutransmisor directamente implicado en los procesos sueño-vigilia. Otra razón más para erradicar la (por otra parte) muy antipedagógica costumbre de repoblar las habitaciones de nuestros hijos con cacharritos última generación.
Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmaceúticos (CGCOF) –que ha preferido aparecer en este reportaje como institución–, aportan otro motivo de cautela antes de pasar por la farmacia a la caza de la pastilla que sumerja al niño en dulces sueños. “Hasta ahora, los menores de 18 años siempre han quedado excluidos de los ensayos clínicos que se realizan antes de que un medicamento salga al mercado. Esto está cambiando, pero en la actualidad los fármacos contra el insomnio disponibles en España están, salvo contadas excepciones, concebidos para adultos”.

HIGIENE DEL SUEÑO

el pediatra y psiquiatra infantil Paulino Castells recomienda los extractos de plantas antes que los hipnóticos o los antihistamínicos. Siempre previa polisomnografía (una prueba para estudiar el sueño, habitual en los hospitales españoles) y análisis pormenorizado de potenciales causas externas. “Puede que el niño tenga apnea o que ronque: entonces habría que pensar en una intervención quirúrgica”, asegura Castells.
el pediatra y psiquiatra infantil Paulino Castells recomienda los extractos de plantas antes que los hipnóticos o los antihistamínicos. Siempre previa polisomnografía (una prueba para estudiar el sueño, habitual en los hospitales españoles) y análisis pormenorizado de potenciales causas externas. “Puede que el niño tenga apnea o que ronque: entonces habría que pensar en una intervención quirúrgica”, asegura Castells.

EL MILAGRO ESTIVILL

Existen otros, pero el método Estivill (creado por el director de la Unidad de Sueño del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona, Eduard Estivill) es sin duda el más conocido en nuestro país para prevenir –y en su caso corregir– alteraciones del sueño en la infancia.
Para muchos padres ha supuesto el mejor antídoto natural contra las noches en vela (Estivill habla de un 96% de eficacia), pero tampoco han faltado voces que critican su carácter acientífico y su esencia adoctrinadora y conductista: como el niño manipula siempre que llora, hay que modificar esa conducta, por mucho que su llanto nos rompa el corazón. Lo resumimos a grandes rasgos.
– MENORES DE TRES MESES. Resulta fundamental enfatizar la distinción entre luz y oscuridad, y entre ruido y silencio. La noche debe ser oscura y silenciosa (sin exagerar); cuando duerma de día, no debe evitarse la exposición a la iluminación y el bullicio propios de cualquier hogar. Dejar que el niño duerma en la misma habitación que los padres pero nunca en su cama.
– DE TRES A SEIS MESES. Tiempo de pasar a su cuarto. Hay que fijar una hora para ir a la cama (8,30-9 de la noche), establecer rutinas (cantar una canción, decirle siempre las mismas palabras…) y diferenciar claramente su cuarto del resto de estancias.
– A PARTIR DE LOS SEIS MESES. Eliminar la siesta matutina a los 15 meses y prolongar la de después de comer hasta los 3-4 años. Ser constantes con las rutinas establecidas y firmes con la hora de acostar.
– SI EL NIÑO LLORA. Es aquí donde radica la originalidad del método. Los padres pueden acudir, pero sólo a intervalos (cada vez mayores), de uno en uno y sin tocar al niño. Se le dice que no le han abandonado y se vuelve a los x minutos, según la tabla de tiempos establecida.>

HIPERACTIVIDAD: NO SIN DIAGNÓSTICO

Las cifras asustan. Según un estudio de la prestigiosa Archives of General Psychiatry, el número de niños estadounidenses que ingieren psicofármacos se multiplicó casi por seis entre 1993 y 2002. En la era de la ansiedad, la depresión y otras dolencias de la mente, la infancia no ha quedado al margen de esa querencia por aplacar a golpe de pastilla cualquier tipo de malestar psicológico o emocional.
A la cabeza en el top de trastornos mentales asociados a las edades más tiernas, el celebérrimo TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, que afecta al 3-5% de los niños españoles. Cada dos o tres años sale al mercado un nuevo remedio farmacológico, siempre mejor que el anterior, con menos efectos secundarios, más eficaz en la lucha contra la raíz del problema.
No pocos confían en las bondades de la química. Hace unos meses, el doctor Luis Rojas Marcos afirmaba en una entrevista con PADRES –declaraciones que en aquella ocasión omitimos por cuestiones de espacio– que “el tratamiento más habitual, con estimulantes de la familia de las anfetaminas, puede tener efectos muy positivos. Muchos niños afirman que en sólo una semana cambia su vida: se concentran, son menos impulsivos…”.
Condición inexcusable para recetar comprimidos contra la hiperactividad es realizar un diagnóstico riguroso, hecho por profesionales que conozcan a fondo el trastorno. Según Rojas Marcos, ni siquiera todos los niños aquejados del mismo necesitan pasar por la farmacia, no digamos ya aquellos meramente revoltosos o inquietos. “Los medicamentos no son para todos los niños hiperactivos: cada uno es un mundo, con un ambiente familiar y escolar distinto, y un sistema biológico y psicológico único. Ante todo es fundamental que el diagnóstico sea correcto. Los niños son traviesos por naturaleza, pero eso no siempre significa que sean hiperactivos. Y por supuesto, la medicación es sólo parte del tratamiento, no su único componente”.
Más crítico con la industria farmaceútica se muestra Manuel García, psicólogo clínico del Grupo Albor-Cosh. “Hay muchos chavales inatentos, que no hiperactivos, que no se benefician de la medicación habitual. No es más que una maniobra, muy difícil de demostrar, para aumentar la prescripción y elevar las ganancias”.

BOTICA EN FASE REM

Un portavoz del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmaceúticos (CGCOF) detalló para PADRES los medicamentos que existen en el mercado español a la hora de abordar los problemas de sueño en niños.

CON RECETA
Básicamente benzodiazepina, hipnótico además de ansiolítico. Para adultos, sus nombres comerciales sonarán a muchos: Lexatín, Valium, Trankimazín, Orfidal… Absolutamente contraindicados para niños salvo el Tranxilium Pediátrico, que se receta a partir de los dos años.
Aparte del riesgo de dependencia, la benzodiazepina tiene (si se toma expresamente para el insomnio) el peligro de que deprime todo el sistema nervioso central –y no sólo el centro de vigilia–. Es decir, afecta a las funciones digestivas y motoras; al ritmo cardiaco y la respiración.

ANTIHISTAMÍNICOS
Además de antialérgicos, producen sueño. Los hay con y sin receta, y existen hasta 30 principios activos. De nuevo vetados a menores de dos años, también son (como la benzodiazepina) depresores globales del sistema nervioso central. Sin ánimo de alarmar, están asociados al síndrome de muerte súbita en niños. Para mayores de 12 años existe el Soñodor (difenhidramina); para el tramo 2-12 años no hay una marca específica.

PLANTAS
La valeriana es la reina (y la menos recomendable para niños debido a la toxicidad de los valepotriatos), pero existen otras muchas como la melisa, la pasiflora o la clásica tila. Suelen adolecer de ensayos clínicos previos: su gran valedora es la sabiduría popular.

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