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"El amor comprometido es el amor ganador"

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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C.S. Lewis decía que imaginaba a los amantes mirándose
el uno al otro, mientras que los amigos caminan
juntos mirando el horizonte. Gerardo Castillo nos dice
en su último libro que el secreto de los matrimonios felices
quizás sea conjugar ambas cosas: ser capaz de
mirarse el uno al otro sin perder de vista el horizonte.

Autor: padresycolegios.com

En el libro, este profesor del Departamento de Educación de la Universidad de
Navarra muestra lo que piensan un centenar de matrimonios felices sobre lo que
les ha permitido llegar a serlo. Es, en palabras del autor, «destacar como
noticia a los matrimonios felices».

Pregunta. ¿Qué tipo
de amor destaca el libro?
Respuesta. Actualmente estamos
inmersos en el ejemplo de un amor-sentimiento (emoción, inmediatez, sexo…), pero
yo no sigo la corriente: hablo de un amor que nace de la admiración del bien del
otro, un querer como amor comprometido y que no tiene que ver con el sentimiento
light.

P.Parece que no está de moda hablar del amor como
voluntad de querer,y sin embargo, es el ejemplo que más abunda en su
libro.
R. Puede ayudar a los jóvenes comparar el amor con la
amistad: la amistad no es un flor silvestre, sino que hay que regar, cuidar,
podar… Entre verdaderos amigos hay exigencia, esfuerzo y dedicación al otro. Si
el amor naciera solo, se agostaría enseguida. La pregunta clásica de los
enamorados, «¿me querrás siempre?», muestra que el amor verdadero tiene un
anhelo de permanencia, y no hay permanencia sin exigencia. Todo eso es
voluntad.

P. Hay un detalle muy simple que se repite en
muchos de los matrimonios que analiza: llamarse diariamente al trabajo. Parece
muy simple, pero no debe serlo.
R. Lo que dice ese detalle
es que «no me olvido de mi cónyuge a lo largo del día», lo tengo presente. No
puede haber paréntesis de doce horas, hay que seguir siendo románticos en el
amor conyugal. La llamada es sólo un detalle, pero dice que no olvido, que tengo
presente.

P. ¿El olvido es uno de los peligros del
matrimonio?
R. El olvido tiene un aspecto bueno y uno malo.
El bueno es para las cosas desagradables del pasado. El malo es no revivir los
buenos recuerdos. Hay una pregunta clave: ¿qué fue lo que me enamoró de mi
pareja? Y tenerlo presente, sobre todo en los malos momentos, porque eso debe
seguir existiendo.

La pregunta de autoevaluación es: ¿admiro a mi mujer o
a mi marido? Porque la admiración es la raíz del amor, y hay que cultivarla. Y
mostrar que se admira.

P. Puede ser difícil recordar
cuando se está sumido en el día a día.
R. Hay que tener
presente siempre lo que se debe al otro. Soy lo que soy porque el amor me
recrea. Hay que vivir de los buenos recuerdos, y agradecérselos a esa persona.
Olvidar eso ante el problema diario es desenfocar el
problema.

P. Otro de los puntos más citados por los
matrimonios felices como secreto para perdurar es que»se casaron para
siempre».
R. No es lo que está de moda, ni lo que se enseña.
Prácticamente todos lo citaron en primer lugar. Es más que enamorarse, que es
emocional y egocéntrico, es una entrega total. Es casarse sin reservas, es
quemar las naves. Si uno se casa así, las dificultades se relativizan, se
toleran los defectos y se superan malas tentaciones. Los que no se casan para
siempre, están poniendo a prueba al otro, y eso es muy duro. Es apostar por un
amor perdedor: el amor comprometido es el ganador.

P.
Pero para comprometerse hace falta algo más que quererlo.
R.
Sí, hace falta un mínimo de madurez personal: capacidad de autogobierno, de
decidir prescindiendo de instintos y deseos. La madurez personal se relaciona
mucho con la madurez personal. El inmaduro es incapaz de llevar su parte de la
carga, sigue con la mentalidad de soltero: quiere las ventajas del matrimonio,
pero mantener su «independencia». Y no es capaz de llevar una vida en
común.

P. ¿Que pueden hacer los gobiernos para favorecer
los matrimonios perdurables?
R. Primero, no promulgar leyes
como la del «divorcio express», que es propaganda del divorcio. Mientras los
legisladores no crean en el matrimonio ni sepan lo que es, es difícil. Ese
confusionismo lleva a que quieran apagar el fuego con pirómanos. Si se está al
borde de la ruptura, no hay que facilitarla, sino dar
tiempo…

P. ¿Cuál es la mejor
escuela?
R. Desde luego, ni el estado ni el colegio, es la
propia familia: saber que tus padres se quieren y que dan buenos ejemplos. Y
formar a los hijos para el matrimonio. Es una contradicción dedicar un año para
preparar el día nuestra boda, y no dedicar un solo día a preparar los 40 ó 50
años siguientes.

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