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El necesario retorno a la constancia

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Las virtudes no sólo se pueden sino que se deben enseñar a los hijos desde la más temprana edad. Entre ellas, la constancia adquiere un papel especialmente clave en unos tiempos en los que el hedonismo y la inconsecuencia lastran el carácter de demasiados jóvenes. Pero inculcarla requiere esfuerzo.

Mercedes, con cinco hijos ya mayores, tiene mucho que decir sobre cómo inculcar las virtudes desde la edad más temprana. Apasionada de su “profesión” de madre, ha consultado bibliografía al respecto y nunca se cerró a la opinión de los expertos. Pero curiosamente, ésta coincidía con su intuición: el sentido común suele ser el mejor consejero. “En una charla del colegio, Suárez Perdiguero (uno de los pediatras españoles más prestigiosos) nos insistió en no tratar a los niños como tontos, sino como los ‘hombres pequeñitos’ que son”, recuerda.

Quería decir el pediatra que a los niños se les puede –y se les debe– explicar las cosas… porque las entienden. Y Mercedes lo pudo comprobar: “La única manera de inculcarles la constancia es explicarles que es necesario para conseguir todo lo que vale la pena; si le dices que tienen que terminar las cosas porque sí y ya está, no lo entenderán y no lo asumirán”.

Aunque para ello primero hay que fomentar la confianza en los padres y estar ahí desde el principio: “tienes que sacrificarte para acostumbrarlos desde pequeños a que tienen que tomar el biberón a la hora del biberón; y después, la comida en la mesa a su hora y lo que te pongan”. Finalmente, una conclusión inapelable: “La constancia se mama desde la cuna”.

APRENDER A ESFORZARSE

Para Francisco Mata, profesor de Ética de la Universidad IE, parece evidente que la constancia “es una actitud imprescindible para conseguir una vida virtuosa y, por tanto, la felicidad en el sentido aristotélico”. Pero el profesor Mata abre la perspectiva para matizar que “el presente contexto sociocultural la ha ‘sacado de moda’, e incluso la ha llevado al desprestigio por una serie de factores”.

Por un lado, la constancia exige “un esfuerzo que merece la pena cuando intuimos los beneficios que nos deparará a largo plazo, y hoy día, con la visión hedonista que acompaña al relativismo postmoderno, a la menor dificultad variamos el rumbo porque vemos muchos caminos que parecen tener todos igual valor”. Reina el ‘cortoplacismo’, es decir, “si no nos gusta algo en el nivel más superficial de su experiencia, lo dejamos, y vamos a por otra cosa: la oferta de bienes de consumo es infinita. Así, los niños del siglo XXI no saben prestar atención más allá de unos pocos estímulos rápidos y cortos (mensajes de texto, entradas en facebook, etc) y parecen incapaces de leer un libro o incluso de ver una película entera”.

A veces, los padres son parte del problema: “Muchos ofrecen a sus hijos un sinfín de bienes de consumo de entretenimiento sin tener en cuenta el coste de oportunidad que, en el fondo, están ocasionando a sus hijos. Los niños deben aprender a esforzarse y a llegar hasta el final en cada una de las metas que se propongan”.

Mata sugiere soluciones pequeñas, “más que una solución drástica y utópica”. Por ejemplo, acostumbrar a los niños a repetir ciertos rituales todos los días: “desde un mismo modo de ponerse el pijama, asearse, saludar e irse a la cama, hasta otros más complicados, como asignar códigos de colores a ciertos días o actividades, o jugar a poder decir (o no) ciertas palabras durante esos días”.

CIENCIA Y ARTE

El profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, Gabriel Dávalos, coincide en que en la sociedad actual “hay palabras en desuso, por ejemplo, sacrificio, virtud o prácticas de piedad”. En un afán de mostrar una imagen de país desarrollado o con la intención de enarbolar la bandera de lo políticamente correcto para no herir la creciente diversidad, Dávalos dice que“es frecuente observar otra manera de llamar a las virtudes humanas, por ejemplo a la generosidad llamarle solidaridad y, lo que es más preocupante, observamos una tendencia creciente a no hablar de las virtudes cristianas para dejarlas en el silencio del anonimato”.

Contra ese silencio emerge la labor “en primer lugar de los padres, y en segundo lugar, de las personas que tienen a su cargo una responsabilidad social”, explica Dávalos. Y los primeros tienen la posibilidad y la responsabilidad de “formarse como padres”, de manera que adquieran conocimientos y destrezas “para acompañar a sus hijos con el fin de ayudarles a desarrollar habilidades físicas, motivándolos para que participen en actividades deportivas, fomentando el desarrollo de la inteligencia, enseñándoles a pensar, enseñándoles a saber valorar y desarrollar su dones, ayudándoles a valorar los éxitos y aprender de los fracasos y, por último, fomentando la voluntad en su sentido social, ético y moral”.

UN DATO

Los bebés españoles son los que más tiempo se desvelan por la noche en el mundo, una media de casi 30 minutos; los que más siestas duermen, entre dos y tres al día, y los terceros que más tarde se van a la cama, según una encuesta de la empresa Johnson & Johnson. En opinión de los expertos, la rutina antes de dormir es clave para el bebé.

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