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¿Estamos a tiempo de salvar el curso?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Llega la recta final, y en nuestros hogares se vive ya el ambiente de exámenes y nervios propios de final de curso.

La falta de motivación es una de las principales causas de fracaso escolar. Pero también aspectos como la organización del tiempo, la comprensión lectora, o dominar la técnica del subrayado y el esquema les permitirán afrontar los exámenes con autonomía y una autoestima alta que les llevará al éxito

Tanto alumnos como padres debemos estar preparados, y crear un ambiente propicio en nuestros hogares. En el fondo algunos de estos consejos los conocemos, pero no está de más ser conscientes de ellos. A medida que avanzan los cursos, la responsabilidad y autonomía del estudiante es mayor, pero no hay duda que el apoyo de los padres es fundamental, sin caer en la sobreprotección. Desde Padres y Colegios nos hemos puesto en contacto con Sara Serrano, una profesional que se dedica a enseñar a los estudiantes a cómo enfrentarse a los libros durante todo el curso para que el estudio se convierta en una actividad gratificante y no en un lastre.

Hay tiempo para todo

Planificar y organizar el tiempo es lo primero que deben aprender nuestros alumnos, porque no basta con estar horas dentro de la habitación frente a los libros. Si no hay una planificación, esto únicamente sirve para aburrir y frustrar, por las cosas que se dejan de hacer por culpa de los estudios. Los padres tienen un papel importante para ayudar a los chicos a reflexionar y orientar sobre la importancia de la organización del tiempo y aprender a distribuírselo racionalmente  para organizarse las actividades de manera eficaz. El estudiante debe buscar un horario personal de trabajo para casa y cumplirlo. Tenerlo por escrito y que refleje el tiempo de ocio y de descanso ayuda a lograr los objetivos marcados.

Cuando son más mayores, saben las fechas de los exámenes o entregas de trabajos con mayor antelación, con lo que lo pueden señalar en su plan de estudio y así distribuir los repasos contando con imprevistos para no darse el atracón al final.

El talón de Aquiles

Aunque ellos no lo crean, muchas veces las dificultades en el estudio estriban en las carencias arrastradas en la lectura comprensiva. Es fundamental saber seleccionar las ideas principales de diferentes tipos de textos para realizar un estudio eficaz.

Para ser un buen lector se necesita, por un lado, una velocidad lectora (varía según la persona y el tipo de texto) y una comprensión lectora (comprender el mayor número de ideas en el menor tiempo). Los errores más comunes, que dificultan estas cualidades, son leer con el dedo, moviendo la boca o rectificando y repitiendo palabras constantemente. También el hecho de leer tumbado, con mala postura o mientras se mueven la cabeza o las piernas obstaculiza la velocidad y la comprensión.

Pero tanto la comprensión como la velocidad se pueden mejorar más de un 50% con entrenamiento. Algunos trucos que pueden ayudar es centrarse en leer ideas y no palabras. Hay que leer gráficas, esquemas e ilustraciones que se incluyen en el tema.. no son decorativas, facilitan la comprensión del texto. Cuidar el vocabulario es esencial: cuanto más vocabulario se conozca, más palabras se entenderán. Hay que consultar el diccionario.

Fijarse en el título, que es el resumen más sintetizado del texto, saber el tipo de texto que es y leer por párrafos, ya que generalmente cada párrafo tiene una idea principal son pequeños trucos que facilitan posteriormente la lectura en profundidad.

Método EPLRR

Es obvio que estudiar exige un método. Estudiar de memoria, para olvidarlo al día siguiente, no sirve de nada y, además, requiere mucho más esfuerzo a la hora de recordarlo en el momento del examen. La directora del centro de aprendizaje y lenguaje Abaco propone a los estudiantes el Método EPLRR que consta de cinco pasos: explorar, preguntar, lectura, recitar, repasar.

Primero una visión general de lo que hay que estudiar para conocer la estructura del tema. Conviene fijarse en títulos, subtítulos, negritas y dibujos. Después se escriben las preguntas que  surgen. Una forma es convertir títulos y encabezamientos en forma de pregunta.

En tercer lugar se pasa a la lectura detallada buscando las ideas principales de cada párrafo. En este momento es cuando se realizan esquemas y resúmenes que permitirán responder a las preguntas realizadas anteriormente. Subrayar todo no sirve para nada. Es útil subrayar palabras claves o frases cortas que resuman una idea. La lectura de las palabras claves subrayadas debe tener sentido.  Una vez realizado esto, se pasan las ideas a un papel mediante frases breves. Los esquemas deben seguir el orden del libro, porque esto ayuda a recordar y organizar la cabeza.

En el cuarto paso del método, Recitar, se tratará de repetir con las propias palabras lo leído. Es importante hacer conexiones con lo que ya se sabe de ese tema. Finalmente hay que repasar inmediatamente después de haberlo estudiado. Esto ayuda a saber si se necesita estudiar algún apartado de forma más intensa. El repaso fortalece el recuerdo y garantiza la asimilación de los contenidos.

El día del examen

El día del examen los estudiantes deben afrontarlo descansados y sin nervios, de forma que le sea más sencillo controlar los pensamientos negativos automáticos antes y durante la prueba. Pensar «lo que tenía que hacer ya está hecho, y ahora debo concentrarme en lo que me están pidiendo. Voy a hacer este ejercicio de la mejor manera posible» puede ayudar a relajarse y concentrarse. Antes de lanzarse a escribir, debe asegurarse de entender correctamente las instrucciones del examen y organizarse el tiempo: número de preguntas, dificultad, seguridad de las respuestas. El número y planeamiento de las preguntas ayuda a pensar cómo se deben contestar. Es lógico pensar que si son pocas preguntas a desarrollar, el profesor pretende que se elabore una información correctamente. Si por el contrario son muchas preguntas, pretende que se tenga habilidad en sintetizar y organizar información. Por supuesto se ganan puntos con una buena presentación, letra clara, sin tachones ni faltas de ortografía. Una vez finalizado el examen, es muy útil tomarse unos minutos para repasarlo, leerlo como si fuera el de un compañero.  Pasado un tiempo desde el examen es conveniente realizar autoevaluaciones para ser conscientes de los errores y evitarlos en el futuro. 

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