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In corpore sano: lección deportiva

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Llegan el verano y la posibilidad de más actividades físicas al aire libre. El deporte no consiste sólo en jugar. Hay gusto, pero también disciplina. Al no ser frecuente esa constancia, existen en el deporte muchas medianías y pocos grandes.

Autor: Rafael Gómez Pérez

Uno de los grandes es Gervasio Deferr, 27 años, medalla de oro en Sydney y en Atenas, y que ahora trabaja activamente en el proyecto olímpico Madrid 2016. Cuando se le pregunta a Deffer por los beneficios del deporte, responde:

 “Muchos, pero destacaría el hecho de que te enseña a cuidar de tu cuerpo y, por tanto, de tu salud”.
En las cosas fundamentales hay una especie de coincidencia universal. Un escritor romano de los siglos I y II, Juvenal, es el autor de la famosa frase que se ha hecho clásica: “Hay que pedir un alma sana en un cuerpo sano”, mens sana in corpore sano. Un cuerpo sano, vigoroso. Pero hoy, incluso desde la infancia, hay mucho gordo.

 LAS CAUSAS, CONOCIDAS

Carolina, una madre malagueña del barrio de Capuchinos, me lo contaba, ya cansada de luchar contra lo que le parecía imposible:“ No hace falta que me den consejos en la tele y en todas partes para entender cómo está mi hijo Luis. No con sobrepeso: gordo.

De comer lo que engorda y de estar todo el día sentado, en el cole y aquí, con la consola, los videojuegos o el ordenador. Yo procuro darle comida sana, lo que todos sabemos, verduras, frutas, carnes magras, pescado, pero él sólo quiere pasta, pizza, hamburguesa, patatas fritas, … ¿Cómo es posible que hayan engañado a varias generaciones de niños desde hace años? Todos comiendo como los norteamericanos y ya tan gordos como muchos de ellos.” 

NO ESTÁ DE MODA 

Si se quiere una causa más radical, más de fondo, más fuerte, es frecuente que se oiga esta opinión: no está de moda lo difícil, ni entre los niños ni entre los jóvenes ni entre los adultos. 

Lo que gana terreno por todas partes es hacer fácil lo fácil, no hacer fácil lo difícil, que sería lo ideal. Y ese “hacer fácil lo fácil” se encuentra con la ley natural del mínimo esfuerzo. El hambre con las ganas de comer.

Los resultados están a la vista. Es más fácil mover al superhéroe del videojuego que a Carlitos, bien sentado hora tras hora, ensanchando su ya no modesto trasero.
Es más fácil comer lo que te atrae el paladar enseguida, por un aditivo que engancha, que un buen plato de espinacas bien aderezadas.

EL ESFUERZO COMPENSA

Si los padres quieren hacer en los hijos una buena inversión, la mayoría de los expertos coinciden en esto: convencerles, a través de ejer-  cicios diversos y acomodados a cada circunstancia, de que el esfuerzo compensa. A Claudia, una valenciana de 13 años, le gustaría tener una buena melena, a pesar de sus pelos casi imposibles. Un experto le aconsejó un tratamiento diario, constante, meticuloso. Hacían falta aplicación, disciplina. El consejo de su madre fue:
“¿Quieres un pelo bonito? Pues ya sabes lo que tienes que hacer.” Claudia se esforzó y ha conseguido lo que quería.

Para que compense el esfuerzo, ha de quererse con fuerza el resultado, el objetivo, el fin que se pretende. Ya se sabe, desde siempre, que “sarna con gusto, no pica”.
Todo lo que gaste en hacer que los niños y niñas se convenzan de la bondad de determinados objetivos y de que no se alcanzan sin esfuerzo, será tiempo bien empleado, porque es una de las grandes enseñanzas que sirven para toda la vida y en todas las ocasiones.

EL DEPORTE CONTINUO

En la Grecia clásica, los niños, desde los siete años, se entrenaban en diversos ejercicios. Lo hacían desnudos, de ahí el nombre de gimnasio –que viene de gynnos, desnudo– y bajo las órdenes de un entrenador.

Gervasio Deferr es de la misma opinión: “Si quieres llegar a la alta competición, hay que empezar a muy temprana edad. En mi caso, comencé a los cinco años”.
En el mundo griego, origen de las Olimpíadas, los ejercicios corporales se consideraban de tanta importancia como la formación en las letras. Éstas iban a modelar el espíritu; aquéllas, el cuerpo.
Lo importante era airear tanto el cuerpo, con las gimnasia, como el espíritu, abriéndose a nuevos horizontes, conociendo la vida y los hechos de héroes como Aquiles, Teseo, Hércules o Perseo. Salir fuera de uno mismo, esforzarse, respirar hondo…

EL CONTRASTE

¿Se ve el contraste? Es sábado. Carlitos se ha levantado a los doce. Ha estado vagueando hasta la hora de comer. Ahora se acaba de zampar una pizza mediana y unas patatas fritas ahogadas en ketchup. Apenas termina, se levanta de la mesa, se va a la consola, y allí estará tres, cuatro horas, aprovechando que los demás duermen la siesta.

No conoce a Aquiles ni a Hércules. Sus superhéroes son virtuales, intercambiables, destrozables, aniquilables con un rayo láser… Carlitos seguirá engordando a un ritmo parecido al engorde de los beneficios de quienes producen ese tipo de juegos y ese tipo de comidas.


NO POR FALTA DE INSTALACIONES


Hace unos decenios se podía decir que mucha gente no hacía deporte por falta de instalaciones.
Pero en los últimos quince años, las instalaciones deportivas en España se han multiplicado por diez. Las hay en todas partes. Muchas veces, las de uso público están vacías. Se necesitan instalaciones, pero, antes que nada, la voluntad de perseverar en el esfuerzo. El profesor López Cantos, experto en psicología del deporte, comenta: “El deporte es sobre todo cuestión de cabeza.
Antes de nada hay que entrenar la mente: entender del bien que hace el ejercicio y ser constante en practicarlo”. Carl Lewis, con seis medallas de oro olímpicas, ha comentado recientemente que durante su carrera deportiva se perdió fiestas, pero que “ser deportista es una actitud ante la vida. Nunca sentí que hubiera perdido algo”.
 

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