“La crisis ha servido para valorar las cosas más pequeñas”
MARÍA DUEÑAS (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filología Inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia, actualmente en excedencia. En 2009 irrumpe en el mundo de la literatura con la novela El tiempo entre costuras, el libro que se ha convertido en el gran éxito editorial de los últimos años y que ha cautivado por igual a lectores y crítica.
Las cifras de venta superan ampliamente el millón de ejemplares en múltiples países. Sus derechos han sido cedidos para traducciones a más de veinticinco lenguas y para una ambiciosa serie de televisión a cargo de Antena 3, que verá la luz en marzo. Ella, simplemente, sonríe.
Ah, el tiempo. Decía Henri-Frédéric Amiel, un periodista hijo de hugonotes que sirvió de inspiración al mismísimo Tolstoi, que es el espacio que existe entre dos recuerdos. Lo decía, claro, intentando dar a entender que sólo lo que es digno de ser recordado es digno de ser vivido, insuflando una dosis de optimismo al quehacer y la rutina. Por su parte, José Manuel Caballero Bonald, el poeta que silba sus versos con acento cubano, nos dejó dicho que ‘somos el tiempo que nos queda’, la gran elipsis de la poesía española y toda una declaración de intenciones. Lo pasado no sirve. Afrontemos lo que viene mañana. Si aplicamos estas máximas, María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) está viviendo justo el tiempo entre su primera novela, la archiconocida y vendida El tiempo entre costuras y su segundo trabajo, en el que trabaja, mientras dedica las horas restantes a atender a plomos que siguen preguntándole qué es la literatura. Intentemos no caer en tópicos, aunque a veces sea complicado.
R. Hay tópicos que son ciertos, que se nos han hecho aburrido de tanto escucharlos…
P. Si, pero hay que intentar huir de ellos… Primer tópico que intentaré derribar: no preguntarte en primer lugar por el libro que te dio la fama, sino por el que estás preparando. ¿Cómo va?
R. Lo estoy escribiendo y preparando con mucha ilusión, sin duda. No hay que olvidar que llevo casi tres años de promoción constante e impenitente de El tiempo entre costuras, algo que agradezco infinito, pero también es verdad que tenía, y sigo teniendo, la necesidad de contar otras cosas, de que entrara algo de aire fresco por la ventana, de un viento de cambio. No tengo fecha, no me agobio al respecto, pero no paro de trabajar sobre ello.
P. ¿Hasta qué punto te ha afectado el éxito para escribir ésta?
R. Pues creo que he conseguido escribir sin presión. Tal vez la única influencia sea que he huido de la temática anterior, de cómo estaba propuesto El tiempo entre costuras para hacer algo absolutamente diferente, pero veremos si lo he conseguido.
P. Es una obligación del autor huir hacia nuevos caminos…
R. Sin duda. Plantearse retos significa avanzar. No en cuanto al número de ejemplares que vendas o a la gente que te conozca, sino en medir tu obra a través de lo que te habías propuesto lograr con ella.
P. Tu anterior libro anteponía las decisiones personales en la vida y las convertía en decisivas: el amor, la amistad… ¿Corren peligro ese tipo de decisiones por la dichosa y aburridísima crisis?
R. La crisis ha sido un palo tan grande, tan desproporcionado, en nuestra línea de flotación que ha puesto las cosas en su sitio. Nos ha convertido en personas conscientes y creo que todo el mundo sabe dónde están sus prioridades. Ahora sabemos quienes están a nuestro lado, porque es sencillo acercarse a alguien cuando las cosas van bien. Se mide a las personas cuando se acercan porque las cosas van mal.
P. No será tu caso, que llevas tres años con un libro colocado entre los más leídos y vendidos en lengua castellana…
R. En mi caso ha significado ver cómo me apoyaban cuando tenía que decidir si pedía una excedencia en la Universidad, cuando tenía que irme a interminables viajes de promoción por todo el mundo…
P. Y en cuanto a esas pequeñas cosas a las que hacíamos mención, ¿cuáles son las que han conseguido despertarte una sonrisa inesperada?
R. Pues sonará a tópico, pero me encanta levantarme y, en una mañana con sol, poder desayunar en la terraza de mi casa. Valoro cada vez más poder terminarme un par de botellas de vino con mis amigos en torno a una conversación que no tiene por qué ser absolutamente trascendental, o sobre temas complejos. Supongo que son cosas que dejas aparcadas y que son las que realmente llenan tu vida.
P. Es una época difícil… Parece que esas cosas se quedan de lado, esperando a ser recuperadas en un futuro, cuando alguien anuncie que los malos tiempos ya pasaron…
R. Escondidas en un cajón, sí… En realidad creo que es importante poner en valor esos detalles ahora precisamente porque las cosas no van todo lo bien que debían. Si no atendemos esos instantes no tenemos nada, aunque creo que la gente se ha dado cuenta y cada vez los hace más caso.
P. Uno de esos detalles puede haber sido descubrir tu libro una tarde como estas, de frío polar, bajo una manta y un té…
R. Mi libro o cualquier libro. Sí, es un placer innegociable.
P. Tu primer libro está realmente bien documentado, con bastante meticulosidad y tiene la capacidad de trasladarte a rincones inesperados…
R. Estuve tres o cuatro meses documentándome, tejiendo la hoja de ruta de la novela. Después, a medida que escribía, seguía investigando. He logrado recoger mucha información histórica, pero he intentado exponerla de manera asequible. Por fascinante que fuese el material que logré recopilar, no quería llevarlo todo a la obra, he intentado incluirla en la novela en pequeñas dosis y de manera literaria, para que al lector no se le haga cargante, y he recuperado personajes históricos que estaban caídos en el olvido y que a mí me parecieron fascinantes, los he hecho revivir en cierto modo, les he dado vida en mi novela.
P. Balzac decía que uno escribe para leerse a sí mismo… ¿Hasta qué punto escribes pensando en los lectores?
R. Yo he sido costurera antes que fraile; he sido lectora antes que escritora. Sé lo que me gusta y lo que no me gusta leer, lo que me lastra la lectura, lo que me fascina cuando estoy ante una novela y lo que me molesta, he intentado no ser cargante con lo histórico, que el discurso sea ágil…, intento aplicar las cosas que, como lectora, me gusta ver en los libros.
P. Profesora…
R. Ahora en excedencia, sí.
P ¿Estamos perdiendo la batalla con los chavales para que amen la literatura?
R. Todo se puede educar, aunque es cierto que hay quien nace con gusto para algunas cosas y quien no, que hay un componente innato.
P. ¿Qué leen tus hijos para que ese componente salga a la luz?
R. Pues mira, mi hijo Jaime, que tiene 14 años, se ha enganchado a Harry Potter, que son unos tomos importantes. Era seguidor de las pelis y ya he conseguido que reconozca que son mejores los libros. Es un comienzo…
P. Desde luego. No podemos acabar la entrevista sin recurrir a otro tópico: sé que El tiempo entre costuras ya tiene su momento en el prime time de la tele…
R. Sí. La serie se estrena en marzo o abril en Antena 3.
P. ¿Y cómo lo has visto? ¿Has sentido ese vértigo que los au
tores sufren cuando ven que su obra ha sido manoseada por la tele?
R. Al principio iba con pies de plomo, pero poco a poco he ido entendiendo que no es el libro, que es un lenguaje diferente. Y lo he disfrutado muchísimo. Creo que está realmente bien, con unas ambientaciones estupendas, con una música mágica y con Adriana Ugarte, que está genial.
Suerte lejos de los libros. Nos vemos en la tele.