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La edad del pavo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Nadie escapa a la soñadora e inestable «edad del pavo». Esa etapa de transición de niño o niña a no niño o no niña, aunque aún no se sepa muy bien a qué. Época de turbulencias hormonales, de afirmación del yo, de difícil aprendizaje de la independencia y de aparición de una mayor conciencia de la intimidad. Tranquilos, todo pasa.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

En las chicas, empieza, como media,  hacia los 12 años y en los chicos hacia los 13, casos singulares aparte: desde gente que sigue siendo niño o niña a los 16 años, hasta gente que pasa sin pavo, al menos desde el punto de vista psicológico, de la niñez a la adolescencia y a la juventud.
Las novedades de los caracteres sexuales primarios y secundarios que empiezan a aparecer tienen repercusiones en el aspecto corporal. Para las chicas, pero no sólo para ellas, la posible gordura se convierte en el enemigo número uno, aunque sea a veces un enemigo existente sólo en su mente, de ahí la anorexia como enfermedad mental.
El cuerpo no acaba de gustar porque está cambiando y hasta que no se consolide pueden aparecer desproporciones. Hay chicos que crecen y crecen, delgados como un palo. Otros no consiguen dar el estirón a la vez de sus compañeros y se angustian de verse tan enanos.
No hay que extrañarse de que en esta época interese tanto el cuerpo. La persona se había casi acostumbrado al cuerpo de niño o de niña, con el que llevaban muchos años. De pronto, todo empieza a transformarse.

Qué es el pavo


Tontear es ir de aquí para allá, tener caprichos, no estar quieto, querer probar cosas (que si el tatuaje, el piercing, el alcohol, el tabaco, cuando no drogas más potentes), querer estar más con amigos  y amigas que con la familia…
A veces se ha dicho que las chicas son más proclives a este tonteo, pero no es cierto. Lo que ocurre es que hay diferencias entre el pavo femenino y el masculino. El femenino, como siempre, es más detallista, más ansioso… El masculino es ruidoso, algo violento, de mogollón… Aunque también es cierto que empiezan a ser frecuentes grupos de chicas adolescentes que desarrollan, por mimetismo de lo que hacen los chicos,  comportamientos ruidosos, con frecuencia molestos, a imitación de los chicos; empujones, peleas, palabrotas, eructos en público…

El botellón

Ésta es la época de iniciación en el botellón, en cualquiera de sus numerosas variantes. El botellón consiste esencialmente en beber mucho alcohol en lugares públicos, no tanto por gusto cuanto porque esa es la moda que se ha impuesto. No hay que descartar que, aunque el alcohol no guste al principio, luego se le coja el punto y se haga adictivo.
Para un adolescente o una adolescente medios, en plena edad del pavo, resulta difícil negarse a participar en un botellón… porque todo el mundo lo hace. Es la época de la contradicción: se quiere independencia, que nadie se meta, pero se acaba haciendo lo que hace todo el mundo.
En Lucía, 14 años,  el síntoma  principal es una insistente protesta de independencia. No quiere que entre nadie en su cuarto. Tiene un diario en el ordenador que es top secret. Su grito de guerra: “¡No soy una niña, tengo mi propia vida!”
Se ha vuelto protestona, insolente, todo le parece mal. Su madre, a pesar de que no ha cumplido aún los 40 años, es una antigua, está pasada. No la puede entender. Ella tiene su mundo propio, en el que sólo deja entrar a la amiga del alma, Julia. Se pasan horas hablando de todo el mundo, pero sobre todo de los chicos que, según ellas, están más buenos. En esto son incansables. Las dos son fanáticas de dos o tres cantantes jóvenes, hombres, guapos, y son capaces de pasarse una noche a la intemperie por conseguir  un buen sitio en uno de sus conciertos.

Carlos, el hippy

Carlos, 15 años, ha visto en internet lo de los tiempos hippies, allá por el siglo pasado, y le mola esa moda. Se ha dejado crecer todos los pelos posibles, que todavía no son muchos. Ha hecho de la suciedad de su ropa una bandera. Ha descubierto la música de Jimmy Hendrix y está todo el día colgado del MP3. Sus padres no lo saben, pero ya han caído varias docenas de porros, en honor de  Bob Marley, rey del reggae.
Ha descubierto en internet algunos antiguos eslóganes ácratas con más de siglo y medio de historia, y los ha hecho suyos porque les parece la más absoluta novedad: “Prohibido prohibir”, por ejemplo.
Como media, no se puede evitar la edad del tonteo. Presenta muchas variedades, pero también bastantes coincidencias. Las causas ya han sido apuntadas: es la crisis del camino hacia una posible (aunque nunca segura) madurez. La persona está llegando a su madurez sexual, lo que puede traer consigo tormentas afectivas. A la vez, llega a lo más agudo en su inteligencia. Y todo eso, al ser vivido como algo en carne propia, refuerza el sentido de la independencia, el espíritu crítico.


PARA GANÁRTELOS

Mil millones de veces se ha dado este proceso desde que el mundo es mundo. Pero los padres que lo viven por primera vez tienden a pensar que su caso es único. Se recomienda:

1 Paciencia y comprensión. Es algo coyuntural. Pasará.

2  Vigilancia atenta, pero a distancia. Enterándose de todo, pero callándose que se sabe, al menos cuando no sea un problema importante.

3  Una actitud de “pasar  por alto”, pero combinada con un cierto interés, porque si no se les hiciera ningún caso lo pasarían muy mal.

4  Tener detalles  indirectos  y callados de cariño con ellos. Por ejemplo, hacerles el plato que más le gusta, dejarles algo de dinero sin decirlo, alabar la ropa que se han comprado…

5  No hacer demasiadas preguntas. En la edad del tonteo molesta mucho que te pregunten demasiado, aunque también que no pregunten nada. Una vez más:  el rasgo más constante en esta edad es la contradicción: querer y no querer. De ahí el comentario frecuente de los padres: “Hijo, hija, no hay quien te entienda”.

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