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“Los problemas del monte se olvidan fácilmente. Los de la vida quedan”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Muchas veces los límites del ser humano se plantean solamente en su imaginación. También su superación. Me refiero, lógicamente, más allá de las imposibilidades físicas. Es decir, que por mucho que uno extienda los brazos y los agite, no vuela.

No obstante, hubo alguien en su día que se plantó en la base del Nanga Parbat y pensó que por mucho que subiera, siempre le quedaría algún metro más que subir. Que por muchas noches en las que intentara encontrar una ruta para acceder a la cima, siempre quedaría una noche más. La imaginación de Edmun Hillary fue un poco más allá y se imaginó coronando el Everest. Y lo hizo, no sin esfuerzo y con varias ocasiones fallidas.

Después quiso pisar el Polo Sur. Y lo hizo también. Un hombre con una imaginación portentosa, podríamos pensar. Edurne Pasabán subía el monte que estaba en su localidad natal, Tolosa, como quien juega al fútbol o decide probar con la lectura, y se imaginaba escalando altas cumbres. El caso es que Edurne también debía tener una buena imaginación, porque unos años después se convirtió en la primera mujer de la historia que corona las 14 montañas de más de 8.000 metros, tras una dura pugna con una coreana de nombre impronunciable. Es la historia misma del hombre: un ejemplo de superación constante. Y no: no es un tópico.

P. Edurne, me interesa saber cómo comenzó todo para ti: eras un ingeniero joven, de prestigio y con trabajo…
R. Pues la verdad que es como tú dices, el alpinismo era un hobbie, yo me dedicaba a hacer lo que había estudiado que era ser ingeniero y bueno, llega un momento en el que tenía que dedicar mucho tiempo a la montaña: dos meses en cada expedición es algo que a cualquier empresa le frena… Así que, simplemente, tiré para adelante.

P. ¿Qué sensaciones tienes tras terminar ese reto de subir todos los ‘ochomiles’?

R. Pues me produce en parte satisfacción de un trabajo bien hecho y un poco de cansancio. No dejan de ser diez años de trabajo.

P. Imagino que será la pregunta del millón pero, ¿qué te motiva para emprender una aventura como escalar un 8.000?

R. Bueno, encuentras una motivación sobretodo en lo que tú estás haciendo. Si realmente te llena completamente, si haces algo que a ti te hace feliz, algo que tú has elegido por ti misma, creo que es lo que hace que encuentres la motivación para continuar.

P. Y otro lugar común, tal vez. ¿Has tenido más dificultades en tu dedicación por el hecho de ser mujer?
R. Bueno, algunos sí que he tenido que pasar, quizás al principio: en una chica la gente no creía tanto o por lo menos la gente no apostaba por una mujer. Esto sí que hemos tenido que trabajarlo un poquito más y bueno yo creo que esto está cambiando.

P. Supongo que más allá del reto físico y mental que supone emprender un reto de estas características, habrás tenido que dejar cosas de lado…
R. Pues sí esto es lo más difícil, lo que más me ha costado. Durante estos diez años te planteas que también aparecen otras cosas, sobretodo el crear una familia, o lo que tiene todo el mundo en su rutina. Todo eso no te lo puedes plantear.

P. Debe ser duro…
R. Es lo más duro, sí. He tenido que dejarlo completamente de lado. Tal vez los hombres lo tienen algo más fácil. Mis compañeros alpinistas quizá lo hayan podido llevar paralelamente. Yo no.

P.Esas diferencias aportan más mérito a tu trabajo…
R. Bueno, yo he intentado llevar al mismo ritmo la vía personal como la profesional, pero por el hecho de ser mujer dificulta si lo quieres compaginar al 50%. Aunque tampoco quiero vender nada: he hecho lo que he querido.

P. Una curiosidad: ¿se tienen antojos en lo alto del Himalaya?

R. Muchísimas veces, no sé si podríais llegar a imaginar los sueños que solemos tener despiertos en las tiendas de los campos de altura…

P. ¿Soñáis con solomillos más que con llegar a la cumbre?

R. Es una forma de decirlo, sí. Estamos todo el día: “cuando lleguemos vamos a hacer una cena con los amigos en la que yo voy a traer esto, y yo voy a traer unas chuletas…”

P. Debe suceder que a 8.000 metros añoras la vida de Tolosa y que en Tolosa siempre estás pensando en la próxima expedición…
R. Sí es un poco enfermizo la verdad… Es verdad que cuando vuelves en un taxi, de una expedición de dos meses donde has sufrido unas condiciones duras, necesitas un tiempo para estar aquí y disfrutar de todo esto que has soñado allí, pero también es verdad que a los dos meses ya estás buscando el momento en que te vas a escapar.

P. ¿Has llegado a obsesionarte alguna vez con completar el reto de escalar los catorce ochomiles?
R. Creo que nunca he estado obsesionada, siempre he trabajado para ello, he estado disfrutando y la verdad es que también al final tenía un poco de pena cuando el proyecto de los catorce terminaba. Pero obsesión no.

P. Hablabas antes de la renuncia a la vida personal por tu dedicación, pero supongo que los amigos que haces en el monte son para toda la vida…
R. Hombre, imagina que son situaciones límites en todos los sentidos, a nivel moral, a nivel físico… No sólo porque algo sea complicado técnicamente, sino porque muchas veces añoras cosas, echas de menos la rutina y ahí es fundamental contar con tu equipo, con tus amigos. Hay días maravillosos y días espantosos.

P. Entonces aportamos otro tópico: es verdad que conocer a alguien en una situación extrema te permite conocerlo de otra manera.
R. Es cierto. El vivir esto junto a alguien hace que los lazos te unan un montón porque realmente conoces a la persona en sí en todos sus aspectos, la conoces como en buenos momentos, en malos, en los difíciles y en los más fáciles también.

P. Te escuché decir que te ha tratado peor la vida que la montaña. ¿Las penas en el monte son menos penas?
R. Las penas del monte o las malas cosas del monte, excepto el fallecimiento de una amigo, realmente cuando llegas aquí, a la vida normal, se olvidan enseguida o se olvidan muy, muy fácilmente, pero los malos momentos que he pasado en la vida real porque los he pasado bastante duros, en una época de mi vida, ésos no se olvidan tan fácil y dejan mucho más poso.

P. ¿Existe un consejo para los chavales y los padres que leen esto y quieren iniciarse en el alpinismo?
R. Es una actividad maravillosa, pero a alguien que empieza le diría que siempre intente aprender y rodearse de gente que sabe. No sólo cuenta el esfuerzo físico, sino el ejemplo, la voluntad, el sacrificio y el contar con tus compañeros. El alpinismo requiere un esfuerzo físico individual, pero es un deporte de equipo.

Un deporte de equipo. Lo recalca, se reafirma cuando recuerda aquellos montes de la sierra de Anboto o de Gorbea que correteaba cuando era apenas una adolescente y su imaginación, la que le dio alas, le permitía ponerse de puntillas, extender los brazos, agitarlos y, apurada, volar unos centímetros. Es la historia de la superación humana. Y no: no es un tópico.

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