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Niños fuera de juego

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Basta con acercarse al APA de cualquier colegio y preguntar cuáles son las actividades extraescolares más demandadas. La respuesta es unánime: padres e hijos prefieren el deporte. Sin embargo, como ha denunciado Save the Children en un reciente estudio, el deporte infantil entraña riesgos cuando se lleva al extremo para convertir a los hijos en pequeños atletas.

Autor: JOSÉ ANTONIO MÉNDEZ

Unas semanas después de que Rafael Nadal ganase el trofeo Roland Garros, las academias de tenis de toda España recibieron un auténtico tsunami de inscripciones infantiles. Ajenos a los sacrificios que impone el deporte profesional, miles de niños sueñan con ser como el tenista mallorquín para poder dedicarse en cuerpo y alma a un juego que les encanta. Sin embargo, cabe preguntarse si los padres aspiran a que sus hijos emulen a Nadal por el placer de jugar, o si contemplan también motivaciones como el éxito, el reconocimiento y, por qué no, el dinero. Los enormes beneficios del deporte para los niños y adolescentes esconden un riesgo que puede llevar a situaciones inimaginables, especialmente en determinados países. Un peligro que llega cuando lo que comenzó siendo un juego se convierte en una obsesión para padres y entrenadores, dispuestos a crear un atleta de competición donde sólo hay un niño.

Según ha recordado en su informe Niños en competición la ONG Save the Children, “el deporte beneficia a los niños porque ofrece bienestar y enseña autodisciplina, trabajo en equipo, liderazgo, cooperación, la habilidad de compartir, manejar el estrés y competir. No obstante, a los niños involucrados en el deporte de competición a menudo se les exige un entrenamiento que va más allá de sus capacidades físicas y emocionales. Un tiempo excesivo dedicado al entrenamiento puede llevar a una pérdida de experiencias claves en la niñez como la socialización con los amigos y la familia”.

Además, la ONG apunta a que una excesiva práctica del deporte de competición suele conllevar alteraciones en el crecimiento, desórdenes alimenticios como anorexia y bulimia, y trastornos psicológicos, que los podrían convertir en fácil objeto de abusos sexuales. Así, por más que el pequeño pueda apuntar maneras como as del deporte, conviene dejarlo crecer a su ritmo. Sobre todo, porque como señala Save the Children,  “antes de alcanzar los 6 o 7 años, el niño no puede comprender el concepto de competición; y los niños menores de 9 años son incapaces de diferenciar entre el concepto del esfuerzo y de capacidad, por lo que creen que ganar sólo se puede conseguir por esfuerzo, y que perder es consecuencia de no intentarlo lo suficiente”.

Y a veces, las motivaciones de los pequeños deportistas son demasiado imperiosas: padres que vuelcan sus esperanzas económicas en los hijos, contextos sociales deprimidos de los que se quiere huir, presiones de los entrenadores… La ONG destaca que “el 70% de jóvenes atletas resulta en gran parte beneficiado por el deporte de competición, pero el 20% vive situaciones de riesgo y el 10% tendría algunos de sus derechos violados”, y señala prácticas especialmente arriesgadas como la gimnasia rítmica y artística, el vaivén de los fichajes en las categorías inferiores de los clubes de fútbol, y otros deportes tan esperpénticos como el boxeo infantil de Tailandia o las carreras de camellos.

CIFRAS Y NOMBRES
• LESIONES. La gimnasia rítmica cuenta con una de las tasas más altas de lesiones dentro de los deportes femeninos. En Reino Unido, 2.600 gimnastas menores de 16 años acuden cada año al hospital con lesiones provocadas por la gimnasia como rotura de huesos, torceduras, esguinces o dislocaciones.

• TRASTORNOS ALIMENTARIOS. Un 15% de las gimnastas corren el riesgo de padecer anorexia o bulimia, y se han producido casos como el de la gimnasta Christy Henrich, que murió a los 22 años como consecuencia de la anorexia. A veces estos trastornos se dan para tratar de evitar el proceso natural de convertirse en adultos y mantener una figura aniñada y delgada.

• FÚTBOL SIN LEY. En España hay casi 350.000 jóvenes de entre 7 y 17 años que se entrenan en clubes profesionales de fútbol, a pesar de que sólo el 4% triunfa. Según la ONG, proliferan los adolescentes de Suramérica y África que acuden a Europa con falsas ofertas deportivas, o con durísimos contratos de exclusividad por parte de los clubes. Además, denuncia que este sistema es el causante de casos como el de Bernard Bass, de 17 años, que viajó a Francia desde Guinea Bissau, previa escala en Tenerife –y por cayuco–, y tras no pasar una prueba con el equipo Metz, terminó viviendo en las calles.

Accede al informe completo de Save the Children pinchando aquí

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