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Niños hospitalizados: El arte como cura

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los niños enfermos sufren el estigma de ser ‘pacientes’ mientras su inocencia e infancia se pierden en un mar de preocupaciones. La arteterapia les da alas para soñar de nuevo.

 

Por Ana Veiga

En el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, los niños con enfermedades crónicas han tenido la oportunidad de soñar a través del arte. Se trata de una iniciativa dentro del programa Oncofrail que, el pasado abril, puso su foco en estos menores.

Liderado por el doctor Francisco Barón, es oncólogo de planta y especialista en bioética-, Oncofrail empezó en el área de Oncología del CHUAC y se ha ampliado al Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, ambos en A Coruña. «Es un programa de humanización de planta pionero en España y Galicia», explica Rebeca Ponte, quien manifiesta que en países como Reino Unido, Alemania u Holanda la disciplina de la arteterapia está incluso reconocida e incluida en su sanidad pública.

Rebeca es la facilitadora en el taller Arte y Emociones, que desarrolla con niños enfermos crónicos y, en muchas ocasiones, a pie de cama. «Se trata de niños pacientes con largas estancias en el hospital en las que están gestionando miedo, dolor y emociones que, en muchos casos, son políticamente incorrectas – como la culpa o la sensación de fracaso- y que no siempre encuentran un lugar o modo de expresar». Por eso, nace este proyecto, financiado el Club de Leones Decano de A Coruña en colaboración con la Fundación Profesor Novoa Santos.

El taller Arte y Emociones está basado en metodología arteterapéutica aunque tiene un enfoque más cercano al ocio que a una intervención clínica. Su objetivo es facilitar «un momento de evasión y expansión a la persona de un modo muy cuidado pero no se trata de un programa terapéutico en si». Gracias a un equipo multidisciplinar, cuentan con otros especialistas en diversas áreas de la salud a quien recurrir en los casos en que es necesario.

Recuerda la facilitadora a Julio Cortázar cuando decía que las palabras se nos quedan cortas cuando el sufrimiento es muy grande. «El arte tiene esa capacidad de condensar muchos significados, más allá del signo que pueda representar», opina Ponte. Con este proyecto, ofrecen a los niños la oportunidad de usar la producción artística como «una vía de hablar de esas emociones y transformarlas en otra algo positivo».

Cómo son los talleres

Cada taller depende de la metodología propia del arteterapeuta. En el caso de Arte y Emociones, Ponte suele emplear sonidos de la naturaleza y, como primer acercamiento, les presenta los materiales, como primer acercamiento. «Ellos a veces nos tocan, nos miran, tocan los materiales y empezamos la actividad que, en mi caso, está basada en métodos de asociación libre». Para guiarlos, realiza unas preguntas muy abiertas donde cada persona irá imaginando y llevando sus ideas a la fase de producción. Y aunque la actividad se inicia con música, en la parte productiva se deja espacio al silencio creativo impregnarse de la sonoridad de los materiales y de su propio trabajo.

«El taller se basa en la libertad absoluta de elección, la elección del material y el desarrollo del tema que quiere hacer», aclara. Además de esto, un punto relevante es el tiempo: marcar una duración obliga a los pacientes a tomar decisiones y avanzar en su creación.

Durante este momento, los niños nunca están solos. A veces se les ofrece diálogo, otras se les deja trabajar en silencio. «Nuestro trabajo es acompañarlos en el proceso».

Pero aunque la facilitadora siempre está presente, en ocasiones no es la única. Y es que en el Hospital Teresa Herrera hay diferentes tipos de talleres: individuales solo con el niño, con el niño y sus progenitores o talleres grupales con los niños y sus padres.

Tras la producción, llega el momento de compartir la experiencia, es el momento en que el /los participantes hablan de a dónde les ha llevado esa producción. Esta es la oportunidad de verbalizar pensamientos e ideas que no siempre podemos decir. Las palabras que más se repiten son liberación, paz y libertad. El cambio de rutinas, el aislamiento de su entorno, las secuelas del tratamiento y la comprensión del diagnóstico son algunos de los factores a los que se enfrentan estos niños y sus familiares.

Niños con cáncer

Por suerte, la de A Coruña no es la única iniciativa que pone en valor el arte como medicina. Estibaliz Gutierrez es arteterapeuta y, en esta ocasión, voz de la Asociación Profesional Española de Arteterapeutas. Actualmente, trabaja en el Instituto MAP (Música, Arte y Proceso) de Vitoria-Gasteiz, sobre todo con casos de trauma infantil, con niños y adolescentes con situaciones familiares complicadas “porque para ellos resulta más fácil elaborar lo que están viviendo con la imagen que con palabras”. También ha trabajado con niños enfermos de cáncer. A la hora de asistirlos, es necesario tener en cuenta dos factores: su edad y la etapa del tratamiento en el que se encuentra, porque ambas cosas condicionan su percepción de la enfermedad.

“De una forma general, podríamos decir que hasta los 10 u 11 años los niños aún no son conscientes de la gravedad de su diagnóstico, por lo que para ellos las limitaciones sobrevenidas por la enfermedad tiene que ver con los síntomas objetivos y visibles -la caída o el crecimiento del pelo, las cirugías..-. A partir de los 11 años, los niños comienzan a comprender los diferentes niveles de gravedad de una enfermedad; y en la adolescencia ya tienen una concepción del cáncer similar a la de los adultos, por lo que a su pérdida de autonomía e intimidad, se suma la preocupación especialmente su pronóstico y las posibles secuelas físicas del tratamiento a largo plazo”.

Además, consciente del impacto de la situación en el seno familiar, Estibaliz ha publicado su tesis Arteterapia con familias de niños con cáncer. Dinámica familiar en la creación plástica. “El cáncer infantil no solo afecta a la persona enferma, sino que crea un impacto emocional en todo el entorno familiar y social del niño. Por ese motivo, arteterapia ofrece una alternativa para este contexto familiar.

 

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Terapia física y emocional

Los beneficios del arteterapia no son solo emocionales sino también físicos.

  • Resulta imprescindible prestar atención a la corporalidad y el movimiento durante el trabajo creativo. En el caso de arteterapia en oncología pediátrica, es importante conocer la realidad física del niño a la hora de diseñar la intervención, conociendo las secuelas físicas del tratamiento recibido que pueden repercutir en las sesiones”, explica Gutierrez.
  • Se puede ayudar en su recuperación física si se trabaja de manera multidisciplinar, coordinando los tratamientos de fisioterapeutas, logopedas, psicopedagogos y otros profesionales, para poder establecer unos objetivos comunes que ayuden en el proceso de recuperación. “En arteterapia, estos objetivos comunes se pueden trabajar transversalmente desde diferentes focos: estudiando la disposición de los materiales en la mesa para provocar que el niño haga o evite determinados movimientos, favoreciendo el desarrollo de la psicomotricidad fina, y por supuesto cuidando la inocuidad de los materiales”.

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