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No le dejes elegir

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La costumbre de pedir opinión a los niños se va extendiendo cada vez más, y alcanza a edades muy tempranas. Sin embargo, ¿es bueno pedir a los niños opinión sobre temas en los que no tienen capacidad de deliberar ni conocimiento para sopesar las opciones?

Autor: José M. LACASA

“¿Leche o zumo?”, le consultaba una madre ideal a su tierno infante en un anuncio. Una pregunta sin importancia. Un comportamiento habitual en una madre moderna que, además de querer lo mejor para su hijo, le permite participar en las decisiones que le afectan. Pero, ¿sabe el niño qué es lo mejor para él? ¿Sabe acaso qué es la vitamina C, o qué son las proteínas?

En miles de hogares se pregunta a los niños qué quieren cenar, o se les permite elegir qué ropa ponerse. Son preguntas sencillas sin aparente trascendencia, hechas a niños cada vez más pequeños. Por supuesto, existen casos más llamativos: hay quien les pregunta por dónde ir un fin de semana, o todas las vacaciones; quien les consulta sobre la posibilidad de cambiarse de casa o de tener un hermanito, o incluso sobre si se separan; hay, en fin, quien, a base de dejar elegir al niño, abdica de su responsabilidad  hasta convertirle en un tirano al que se teme contrariar.

Pero no hace falta llegar a extremos que, aunque demasiado habituales, son mirados con incredulidad o repulsa por la mayoría de los padres. María Jesús Álava Reyes, en su libro El NO también ayuda a crecer llega a decir: “No podemos pasarnos la vida pidiéndoles que elijan: qué quieren ponerse, qué quieren desayunar, qué quieren que hagamos…; porque luego no saben dónde está el límite, y entonces, por la misma lógica, también quieren elegir a sus profesores, a sus hermanos, a sus familiares”.

 ¿CUÁNDO ELEGIR?
Naturalmente, llegará un momento en que será necesario introducirlos en el mundo de las elecciones. La capacidad de elegir es una de las condiciones para desarrollar algo tan importante como la libertad personal.

Se trata no sólo de dejarles elegir, sino de enseñarles a elegir. Uno de los problemas del niño es que conoce muy pocas opciones, y por ello es necesario ampliar su horizonte: si cada vez que les pide opinión acaba en un “burger” a lo mejor es que sólo concibe esa comida como alternativa a la de casa. Además, es bueno guiarles en el proceso de deliberación, mostrándoles pros y contras de una decisión, o sugiriendo otras opciones.

Pero lo más importante es dejarles que se equivoquen. Y dejarles que asuman las consecuencias. Si evitamos que el niño sufra las consecuencias de sus elecciones, le estamos haciendo trampa. Si le hurtamos la posibilidad de aprender de sus errores, le estamos haciendo un flaco favor: las decisiones infantiles tienen consecuencias infantiles, pero si no aprende a elegir sufrirá las consecuencias de sus malas elecciones de adulto, habitualmente mucho más graves. Equivocarse es madurar, y la madurez es el regalo más maravilloso que le puedes hacer a tu hijo. Porque la madurez es todo lo que tiene para enfrentarse al resto de su vida.

QUÉ DEJARLES ELEGIR
• Para empezar, aprovecha las situaciones especiales o aquellas que le hagan especial ilusión al niño: dejarle formar parte le hace disfrutar aún más del momento.

• Por el contrario, no le dejes elegir en situaciones cotidianas, como vestirse, desayunar, comer o cenar, salidas de recreo, etc. Menos aún cuando los que no queremos elegir somos nosotros.

• Los momentos de ocio son también un buen momento para pedirle opinión, cuando lo que elija no vaya a tener consecuencias. Por ejemplo, será el niño el que elija con qué juguete jugar o qué película ver, pero no si quiere salir al parque (eres tú el que sabes qué le conviene).

• Muéstrale nuevas opciones:  es habitual que los niños elijan siempre el mismo libro, y si les dejas, sólo querrá comer un tipo de comida. Rompe el círculo mostrándole otras opciones.

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