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Padres y educadores

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El discurso oficial se centra en que los problemas de la educación española se deben principalmente al retraso educativo de los adultos –de los padres– con respecto a Europa. Según este discurso, el nivel de estudios de los padres está determinando el de los hijos. Un nuevo estudio defiende que es un factor influyente, pero no determinante. La buena noticia es que los padres pueden disminuir esa influencia implicándose en la educación de sus hijos.

Los padres españoles de hoy tienen más estudios que los de 2000, pero los resultados escolares de sus hijos no han mejorado en ese tiempo. De creer el discurso de que lo que más influye en los resultados escolares es el nivel educativo de los padres, no parece explicable este dato.
Como dice Juan Carlos Rodríguez, coautor del estudio Los padres ante la educación general de sus hijos en España (Funcas), “el aumento del nivel educativo de los padres no produce resultados ‘mágicamente’. Se supone que puede traducirse en padres más implicados, que ayudan más a sus hijos en sus quehaceres escolares, que crean un ambiente más enriquecedor en el hogar, o que son más exigentes de cara a los centros escolares. Pero no tiene por qué traducirse necesariamente en esos comportamientos”.

Mensaje positivo

Sin embargo lo positivo es que los padres pueden comportarse de manera que ayuden a sus hijos a mejorar sus resultados escolares. ¿Cómo? Implicándose en su educación. Una implicación que comienza desde el principio de la escolarización: según el estudio, el que los padres hubieran buscado información de varios centros educativos antes de decantarse por uno cuando el niño tenía tres años se relaciona positivamente con que el estudiante de ESO obtenga mejores resultados –que la encuesta mide como número de suspensos en la última evaluación.
También, como es razonable, existen comportamientos que reflejan esta implicación de manera más directa y que ayudan no poco a los alumnos, como leer con ellos en voz alta. Tomarles la lección no mejoraría el rendimiento, pero ello es debido más bien a que los padres con alumnos que tienen más problemas lo hacen más a menudo, lo que vendría a desmentir la poca implicación de la que tantas veces los progenitores son acusados.

Comportamientos

Naturalmente que existen padres poco implicados. La encuesta, por ejemplo, desvela que los alumnos que ven en exceso la televisión o usan la videoconsola casi a diario tienden a tener peores notas que los alumnos a los que los padres no les consienten holgar de esta manera. Es algo apoyado por numerosos estudios.
Lo novedoso es que el que los padres vean la televisión más de dos horas diarias está más relacionado con el aumento de suspensos de sus hijos que la que ve el propio alumno. Como dice Rodríguez, “podemos entenderla como un indicio de otras características de los padres que no favorecen un ambiente doméstico proclive al aprendizaje escolar”.

Mejorar entre todos

Parece, por tanto, que la implicación de los padres se relaciona con una mayor probabilidad de no tener problemas de rendimiento escolar. Sin embargo, una mayor implicación paterna general no está consiguiendo mejorar los resultados de la educación española.
Hace una generación los españoles aumentamos exponencialmente el nivel educativo, con unos padres peor formados, con un nivel económico claramente inferior y con otros condicionantes en contra. Hoy día los padres están mejor formados y más implicados, y nuestros resultados llevan estancados una década. Quizás sea la hora de preocuparnos por nuestro hijo y preguntarnos qué está pasando con los hijos de todos.

Otras conclusiones del informe: participación y juicio del centro y del sistema

• Una de las cosas curiosas del informe es que los padres valoran con un notable alto de media al centro donde están escolarizados sus hijos. Es algo natural, pues, como afirman los autores del informe, si no estuvieran razonablemente satisfechos cambiarían a su hijo de centro. Sin embargo, el juicio que les merece el sistema educativo español –del cual es difícil “cambiarse”– es bastante más mediocre, una media de tres en una escala del uno al cinco.

• Aunque esta idea está presente en el discurso oficial, no parece que la escolarización temprana de los niños –antes de los tres años– influya positivamente en su rendimiento posterior. Es algo que también ha detectado la OCDE: hace poco, en un informe de este organismo internacional sobre los resultados escolares españoles, se sugería que algo está mal diseñado en nuestra Educación Infantil, porque en otros países los alumnos que pasan por esta etapa tienen mejores resultados escolares, pero eso es algo que no ocurre en España.

• Los padres ven por abrumadora mayoría (ocho de cada diez opinan así) útiles o muy útiles las reuniones con el director, el tutor o el profesor de su hijo Suelen acudir a tres o cuatro reuniones al año, y más en Primaria que en la ESO. Esto es algo curioso: es en la ESO cuando se dan más problemas escolares y de comportamiento. Además, el profesor de ESO sabe cómo va el adolescente y con quien se junta, algo determinante en su comportamiento, actitudes y rendimiento. Es una de las grandes ayudas infrautilizadas por los padres en la educación de los adolescentes.

• Los padres consideran mayoritariamente que el nivel de exigencia es bajo (46%) o adecuado (45%). Sólo el 6% considera que es alto.

Perfiles positivos

Lo bueno es que padres y alumnos pueden hacer mucho por mejorar el rendimiento escolar:

• En general, la implicación de los padres en la marcha escolar de sus hijos es positiva: leer con ellos, ayudarles con los deberes, preocuparse por lo aprendido, etc., son puntos para evitar la caída de resultados en la adolescencia.

• Parece que da lo mismo que el centro sea público o privado, lo importante es elegirlo con conocimiento. Aquellos padres que miran más al elegir el centro al que irán sus hijos ven recompensado su esfuerzo en el futuro.

• Hablar con los adolescentes de temas sociales en familia parece estar relacionado con los mejores estudiantes. Además, aunque el estudio no lo dice, sabemos que es una manera óptima de implicar a los hijos en lo que ocurre en el mundo y de transmitirles valores.

• El estudio de un idioma en horario extraescolar parece relacionado con la buena marcha en los estudios, aunque es posible que los alumnos con peores rendimientos hayan abandonado también estos estudios o simplemente sus padres se los han sustituido por clases de refuerzo.

Perfiles negativos

Pero también pueden hacer mucho por empeorarlo:

• Los padres que ven más de dos horas de televisión al día se relacionan con alumnos que sacan peores notas, según el estudio realizado por Víctor Pérez Díaz, Juan Carlos Rodríguez y Juan Jesús. Fernández.

• Los padres que permiten a sus hijos un uso diario de la videoconsola o ver más de dos horas de TV al día también consiguen que sus hijos tengan peores resultados.

• Sin embargo, nada influye más en los resultados del alumno que su propio perfil negativo: estudiar menos o ser conflictivo en el centro es un síntoma seguro de malas notas. Rodríguez dice que “mala conducta y peor rendimiento son par
te de un síndrome de comportamientos y actitudes que, por razones diversas, encajan mal en un sistema escolar que tiende a ofrecer una única receta para todos”.

• Otros comportamientos que se identifican con el perfil negativo del progenitor (el que tiene hijos que suspenden más) es la falta de ayuda en los deberes, o la ausencia de libros en casa –lo que indica ausencia de hábitos lectores entre los padres.

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