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Ponga una tradición familiar en su vida

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Las tradiciones han ido desapareciendo de nuestro entorno a caballo de un nuevo ritmo de vida. Sin embargo, las tradiciones son consustanciales a la vida social de los hombres. Sobre todo, pueden ser importantes para favorecer la cohesión familiar y dar sentido a sus miembros.

Las tradiciones son algo propio del ser humano que vive en sociedad desde el principio de la historia. El hombre, en cuanto se organiza para vivir con los demás, crea una serie de tradiciones que ayuden a crear una comunidad con una serie de puntos en común. Históricamente, las tradiciones nacen alrededor de dos hechos: los religiosos y los de conmemoración de los actos comunes de un pueblo.

Y dirá usted: y esto, ¿qué tiene que ver con mi familia? Pues lo cierto es que las tradiciones sirven para cualquier grupo humano, sea tan grande como el Imperio Romano o tan pequeño como una familia. Pero, ¿para qué sirven las tradiciones familiares?

Lo primero, cuando son vividas por los más pequeños, les crean un sentimiento de pertenencia muy fuerte y que los puede ubicar en y frente al mundo. Además, cuando la familia comienza a disgregarse de forma natural –cuando los hijos comienzan a dejar el nido–, siguen siendo un vínculo muy fuerte, aunque ya se mantenga sólo en el recuerdo.

Pero, sobre todo, pueden ser muy satisfactorias: primero, porque exigen hacer algo en común a la familia, y por tanto exigen un poco de sacrificio “del bueno” –es decir, el renunciar un poquito a mí para donárselo a otro–, lo que está en la raíz de la verdadera felicidad; segundo, porque vividas desde el punto de vista de la profundización humana, pueden ofrecer posibilidades de desarrollo insospechadas para niños, jóvenes y adolescentes; y, tercero, pocas cosas hay tan satisfactorias para unos padres que ver cómo han contribuido a crear una porción de la felicidad familiar que perdura en las familias de tus hijos.

Para “crear” o desarrollar una tradición hace falta pensarla un poco. Por ejemplo, es importante que las tradiciones puedan desarrollarse con la edad. La idea de una tradición es que se mantenga en el tiempo, y no algo que hacemos en un determinado momento y con niños de una edad concreta. Porque una tradición no es un hobby. Debe tener una proyección temporal doble: de mantenimiento y de profundización.

Tradición educadora
La tradición debe ser un poderoso motor educacional, un espacio único para desarrollar las posibilidades humanas de nuestros hijos. Por eso es importante pensar en ellos cuando planifiquemos las actividades, es importante anticipar los momentos y ponerse en la situación de cada uno de sus miembros. Y no debe ser tarea de uno –aunque siempre habrá alguien más implicado para que todo funcione–, porque si no nunca será visto por toda la familia como algo conjunto, propio. Y también pueden estar abiertas a la familia más extensa, sobre todo a los abuelos.

Y, cuidado, una tradición no debe ser una imposición. Las tradiciones se mantienen mientras haya personas que le den un valor, y desaparecen cuando no lo hacen. Si las convertimos en una obligación pierden todo su sentido.

Tampoco pasa nada si desaparecen, o algunos miembros de la familia dejan de otorgarles valor, muchas veces debido a edades complicadas o a que nuevos intereses absorben el tiempo y el interés de los jóvenes. Es algo normal, pero si han arraigado lo suficiente permanecerán en forma simbólica en los corazones de todos, y pueden cualquier día resurgir, de formas sorprendentes, en nuestra familia o en las nuevas que se formen.

Decenas de campos abiertos para desarrollarlas
¿De dónde sacar una nueva tradición familiar? Pues a lo mejor ya tiene varias y no se había enterado. O no las había explicitado como tales. De todas formas, hay decenas de campos en los que desarrollarlas e ir profundizando.

GASTRONÓMICAS. Las comidas en familia son uno de los momentos con más posibilidades educativas, y más ahora en los que los horarios laborales las convierten en un bien más escaso. Dotar algunas de ellas de cierto “toque especial”, convertirlas en un “rito de pertenencia” que pueda sostenerse en el tiempo, está al alcance de cualquiera. Sean sencillos: con el tiempo pueden ser una puerta de acogida a nuevos miembros de la familia, y se trata de poder integrarlos, no de que se sientan marcianos.

SOCIALES. Ayudar a los demás no tiene por qué ser una disponibilidad para “cuando ocurra”, sino que puede ser programado. Hay miles de actividades altruistas que se pueden realizar, actividades que pueden ir ganando profundidad y compromiso con la edad. Además, ahora hacen más falta que nunca, y su contenido educativo y formador está fuera de toda duda, sobre todo de cara a la adolescencia.

CULTURALES. Apoyándose en la música, la literatura, la pintura… El campo es amplio e inagotable. Pocas cosas unen más que tocar o cantar en familia.

NATURALES. La naturaleza es en sí inagotable: montañas, bosques, mares, ríos o lagos, prados y parques. España, además, tiene de todo en muy poco espacio. Sólo tiene que aprovecharlo.

FAMILIARES. No es una redundancia. Piense en lo que pasaba en su familia. A lo mejor hay cosas que se pueden readaptar a los nuevos tiempos manteniendo lo que tenían de valioso.

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